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domingo, 28 abril, 2024
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¿Filosofía desde el interior? No, filosofía en y desde el umbral*

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Por: SIGIFREDO ESQUIVEL MARÍN •

La Gualdra 598 / Filosofía

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¿Filosofía en y desde el interior? ¿Acaso no resulta mejor decir filosofía tierra adentro, para utilizar una metáfora mestiza del gran poeta López Velarde? Lo que vengo ahora y aquí a compartir es un puñado de incertezas, un poco más que preguntas, y menos que respuestas, interrogantes en pos de elaborar algunos salvavidas bajo el inminente naufragio.

Hay una larga tradición filosófica que se puede entender bajo la metáfora del “cultivo de la interioridad”, de Heráclito y Sócrates hasta Kierkegaard, Unamuno y Husserl, pasando por San Agustín, Séneca y Montaigne; ahondar en el interior del sí mismo permite elaborar hermenéuticas del sujeto que posibilitan un enorme quehacer de auto-interpretación. Quizá las diversas narrativas filosóficas modernas no sean sino variantes solipsistas de ese culto y cultivo de la interioridad que bajo los nombres del Sujeto ha generado una larga tradición que encuentra en Sartre la antítesis de la armonía preestablecida bajo el infierno de la alteridad. Así pues no hay interior sin exterior, ambos se retroalimentan e interfecundan. La interioridad responde y corresponde a las formas de la exterioridad –para decirlo con Deleuze y Pardo. La tara del pensamiento occidental, por lo menos el hegemónico, es reconducirlo todo al ego, al encierro subjetivo, por eso no puede entender una interioridad abierta al afuera constituyente como sí es el caso del pensamiento oriental. No hay inmanencia sin trascendencia y viceversa, y justo en el límite, en el umbral de todos los umbrales es preciso pensar. Efectuar otro pensamiento limítrofe. Dicha empresa ha tenido diversos títulos: razón fronteriza, hermenéutica analógica, neobarroco, entre otros.

Quizá sea mejor decir pensar en y desde el margen, el umbral, la zona limítrofe que une y articula diferencias, intercambios y relaciones. Como la vía media antigua, no es una mediación acomodaticia que busque zanjar las oposiciones y aporías, no se trata de rehuir a la confrontación y el disenso, sino de darle a partir de formas que abren diálogos, encuentros e intercambios fructíferos, sin olvidar nunca la dignidad humana y el respeto por la Madre Tierra como brújulas que marcan otro norte. El hilo conductor sería la apertura auténtica que posibilita el umbral mismo como zona limítrofe y autolimitada. Justo en la época del Antropoceno y, de las terribles consecuencias del impacto humano sobre la tierra, es preciso repensar todo el pensamiento humano en y desde su autolimitación, de cara también al sueño enfebrecido del transhumanismo delirante sin rienda alguna.

La filosofía en y desde los umbrales asume que se trata de repensar desde la periferia descentrando de forma teórico-práctica las relaciones de subordinación entre Norte-Sur, Centro-Periferia. El umbral no niega los límites ni las fronteras, pero moviliza su sentido y resemantiza una multiplicidad de significaciones sin caer en un eclecticismo new age. El umbral lejos de concebirse como la búsqueda prometeica de su superación o transgresión se asume como umbral de todos los umbrales, espacio limítrofe fronterizo.

Jean-Léon Gérôme. Diógenes. 1860. Walters Art Museum, Baltimore_ E. U.

¿Qué significa pensar la filosofía desde el centro norte de México? ¿Qué es hoy la filosofía y cuál su función social? Dichas preguntas no tienen una sola respuesta, en todo caso apuntan a un foco de problematización: elucidar la relación entre filosofía y geopolítica, explicitar el espacio de enunciación, dar cuenta de una cartografía socio-política móvil y dinámica. En este sentido una de las mayores aportaciones de autores como Enrique Dussel y Bolívar Echeverría, entre otros, ha sido resignificar el pensar como un acontecimiento ético-político siempre situado, irreductible a un contexto social, pero imposible de ser eludido o minimizado en su condicionamiento. El territorio y la espacialidad nos constituyen como sujetos humanos. Repitamos con el maestro Dussel que no es lo mismo pensar en y desde Nueva York, Barcelona, Zacatecas, Río de Janeiro; cada espacio constituye y configura ciertas posibilidades e imposibilidades realizativas. Desmontando la narrativa heleno-germanocéntrica que constituye en corazón del eurocentrismo que aún sigue pesando y pasando por los centros del saber y de las universidades.

De forma un poco apresurada, habría que desarrollar con paciencia la argumentación, diría que hoy la función social de la filosofía, sin perder la especificidad de la disciplina, tiene que abrirse a otros derroteros más amplios, trans e interdisciplinares, asumiendo los estrechos vínculos con lo que se ha denominado, de forma un poco abusiva, las humanidades. En este sentido una de las tareas de las humanidades es repensar la condición humana en el bucle espacio-temporal de un presente abierto a una multiplicidad de temporalidades pasadas, futuras y presentes; debajo de la membrana porosa del presente laten muchas otras presencias clamando y reclamando actualización. Habría que dar cuenta de la emergencia de todas esas tesituras, matices y posibilidades latentes que pujan y sobrepujan por salir avantes. Por ende la función social de la filosofía, y de las humanidades en su conjunto, quizá sea hoy sea servir de acicate para replantear y rehacer otras interrogaciones, cuestionamientos e impugnaciones que logren romper con la férrea estructura del pensamiento hegemónico y su juego de preguntas y respuestas preestablecidas.

Pensar al margen del orden establecido no significa, no necesariamente pensar en contra, sino más bien, pensar en y desde la vida en todas sus manifestaciones, incluso en sus elementos constituyentes no orgánicos y, sobre todo, no humanos. Por lo mismo no hay que reducir la filosofía a su representación formal gremial ni siquiera, reducir el pensamiento crítico a las universidades so pena de terminar en discusiones estériles y huecas de sentido y potencia política. Una discusión filosófica que no logra romper con el claustro académico queda condenada a su repetición cansina e inanición final.

En este sentido, una de las grandes enseñanzas de Marx es mostrar que las ideas no se cultivan en y desde mentes solitarias brillantes sino desde una materialidad histórico-social y política que las configura y figura, las forma y conforma. No hay ontología sin política, no hay ontología que no sea política, toda existencia conlleva una urdimbre de relaciones de poder, dominación y resistencia. ¿Qué aportan las humanidades, el pensamiento crítico, la investigación social en la transformación de las mentalidades y en la conformación de espacios críticos, autónomos y democráticos de la sociedad? ¿Cómo se relacionan universidad, sociedad y Estado? ¿Cómo formular dicha pregunta desde Zacatecas, uno de los últimos estados en desarrollo socio-económico y uno de los primeros en violencia, desplazamientos y desapariciones forzadas? Estas preguntas sirven para reorientar el sentido de nuestro trabajo. De ahí también que pensar desde tierra adentro, desde una cartografía imaginaria e hiperreal de metralla, miseria y, también de sueños y ensueños, conlleva crear conceptos que den cuenta de posibilidades y potencias pensantes capaces de abrir nuevos horizontes bajo la crisis civilizatoria planetaria y al borde de la cuarta guerra mundial.

Tracemos en diagonal líneas de fuga y de ruptura del orden imperante que reconecten lo que sucede en mi rancho (Zacatecas), en mi país (México) y en la casa del mundo (Gaia). Articular lo micro, lo mezo, lo macro. Reconectar las luchas locales, regionales y globales en otro altermundismo disidente y discordante del pensamiento único, éste no es otro sino aquél que dice a dúo con Margaret Thatcher que no hay alternativa que sólo nos queda cruzarnos de brazos y resignaros cínica y apocalípticamente o gozosa y frenéticamente. Todo pensamiento que se pone una camisa de fuerza para no pensar los devenires y transmutaciones del orden existente, por más trágico, humorístico o radical que se quiera asumir, no es sino pensamiento único en tanto responde y corresponde a mantener inalterado el orden dominante.

Por fortuna el sistema mundo capitalista no es monolítico, está atravesado por miles de fracturas y cicatrices y estratos. Hay que desterritorializarlo. Potenciar derrames críticos y creativos en sus zonas de resistencia, en sus zonas temporalmente autónomas pero no de manera aislada ni despolitizada. Urge una nueva micro-política en alianza con esa gran política atisbada por Nietzsche y los autonomistas de todo el mundo. Pensar a contracorriente es un propósito compartido que se efectúa desde condiciones y condicionantes diversos y divergentes. Poner en relación diálogos de saberes y cosmovisiones es también otro trabajo en común. Lo común articula y guía, sin resultar asimilable a ningún consenso. Poner en relación singularidades, tradiciones, visiones y cosmovisiones en otra conversación cuasi-universal no euro ni logo ni falocéntrica. Apostemos por otro universalismo como horizonte de búsqueda no como principio formal vacío. Tampoco se trata de invertir el centro desde sus márgenes, sino descentrarlo, deconstruirlo, ésa fue la gran aportación derridiana y posmodernista, empero se arrojó al niño con el agua sucia en la bañera al dejar de lado la importancia del sujeto y de las alteridades irreductibles a los relatos y metarrelatos modernos y posmodernos. La emergencia de los sujetos subalternos silenciados es quizá uno de los mayores acontecimientos del nuestra época, faltan otras sintaxis y otras herramientas intelectuales inéditas para repensar lo negado y silenciado por Occidente.

No sabemos cuáles sean las respuestas correctas, pero en todo caso seguimos formulando y compartiendo preguntas, diálogos en pos de la verdad, sin método, sin brújula, estamos norteados, somos sujetos nómades en pos de asideros errantes. Quizá ése y no otro sea el sentido del diálogo filosófico: atisbar otros caminos, intuir otros horizontes, promover otras rutas más allá, o mejor dicho, más acá, de las narrativas modernas del progreso y la civilización tecnocientífica en alianza con el gran capital. Otro mundo es posible aún, soñar y gestar su realización es tarea común y comunitaria, pensar y repensar su elucidación lúcida y lúdica es quehacer propio de la filosofía y de todos los seres pensantes.

 

 

 

*Guion de ponencia presentado en el seminario “Filosofía desde el interior”, en el XXI Congreso de la AFM, “La filosofía en tiempos de incertidumbre” el 9 de noviembre del 2023; la exposición se ha nutrido de la retroalimentación y comentarios lúcidos de Mauricio Beuchot, Rigoberto Martínez, Joel Hernández, Alejandra Torresleón, Luis Eduardo Primero Rivas –a ellos mi gratitud y reconocimiento-. Espero en una siguiente colaboración responder y corresponder a la riqueza del diálogo.

 

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/lagualdra598

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