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viernes, 26 abril, 2024
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La continuidad ignorada del neoliberalismo

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES • Admin •

El Estado de Zacatecas está quebrado. No por una sola causa sino por multitud de estas. Debe de estarlo porque sobrevive del recurso federal y no de la riqueza generada por sí mismo. No tiene medios propios de financiar su gasto en educación, salud, infraestructura, agricultura, ganadería, pensiones y jubilaciones y demás elementos para reproducir la sociedad zacatecana. Así que la contundente afirmación del gobernador del Estado, Lic. David Monreal Ávila, es correcta: no hay dinero para pagar no sólo la nómina docente y las jubilaciones y pensiones del Issstezac, sino muchas otras cosas. La sobrevivencia del Estado depende de los acuerdos con la federación. Hay varias maneras de lograr estos acuerdos, algunas transitorias otras no tanto. Se entenderá que un acuerdo es transitorio cuando los recursos asignados por su intermedio sean por “única ocasión” o “extraordinarios”. Cuando se establece una regularidad en la asignación de recursos el acuerdo no es transitorio porque se define jurídicamente un monto de dinero que se entregará en plazos determinados, sin regateos ni cortapisas. Las negociaciones constantes de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) por recurso para pagar su nómina son ejemplo de acuerdos transitorios. Año con año ha de ser firmado un acuerdo de transferencia extraordinaria de dinero para dotar de liquidez a la institución. Cualquiera de las dos modalidades anteriores es una solución al problema del déficit, aunque una de esas soluciones se quiere permanente, mientras que la otra depende de negociaciones particulares sujetas a diferentes condicionamientos. Se debe diferenciar la situación de la educación superior de la prevaleciente en la educación media y media básica. ¿Por qué? porque el proyecto neoliberal las diferenció. La estructura del financiamiento a la educación superior debería fortalecer el “modelo dual”: un presupuesto consolidado para el nivel licenciatura, creciente sólo en función de la inflación proyectada, y un nivel de posgrado cuyo presupuesto dependería de parámetros como la “calidad” y proyectos específicos. De modo que en este caso la falta de fondos de la UAZ surge de decisiones como crecer en licenciatura, sostener preparatorias y secundaria, mantener servicios como el CECIUAZ y los comedores, proporcionar la prestación de jubilación, así como otras muchas sin reconocimiento de la SEP y, quizá, de prácticas corruptas y mala administración. Parece claro que en este escenario la única solución posible es la existente: negociar año con año fondos extraordinarios. Y hacerlo así hasta que la extinción de los jubilados libere recursos adicionales o un gobernante amigo de la educación superior decida otorgar un sustancial incremento presupuestal; de alrededor de 2000 millones anuales más otros tantos para pagar deudas ya contraídas. No es la misma situación en el caso de la educación básica, media básica y media superior. Como se ha visto en recientes semanas en Zacatecas, el gobierno del Estado dejó de pagar tanto a docentes en activo como a jubilados. Adujo lo ya comentado al inicio: Zacatecas está quebrado. ¿Por qué? ¿A qué remite esa quiebra? Ya se dijo que, en general, las finanzas del estado no son buenas porque no produce lo que consume, sino que depende de los dineros de la federación. Es notorio entonces que la quiebra referida indica una ausencia de apoyo de la federación en alguno o todos los rubros de gasto. Aquí también cabe una distinción: no es el mismo problema la nómina magisterial que el pago de jubilados. Para este la solución era otra: realizar trámites burocráticos, nombrar funcionarios. Para el otro asunto la solución fue, como era de esperarse, transitoria, pero se ha especulado que existe una permanente. ¿Cuál y en qué consiste? Se debe transferir la nómina de docentes a la federación. Durante la época neoliberal se implementó una centralización del pago de la nómina de los trabajadores de la educación en los estados para evitar el uso arbitrario de la misma. Es decir, el gobierno federal paga a los docentes de manera directa a través de un Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y Gasto Operativo (FONE) aprobado en 2013 y puesto a funcionar hasta 2015 dentro de la “mal llamada” reforma educativa. Cuando se implementó el gasto educativo tuvo un alza de 9 % global debido, entre otras razones, a la decisión de los gobiernos neoliberales de mantener las prestaciones logradas a través de la “doble negociación”, los pagos a comisionados y permitir el incremento de las burocracias educativas estatales. A cambio se eliminaba la onerosa “doble negociación”, se impedía que las retenciones por seguridad social e impuestos fuera desviadas por los gobernantes locales y se lograba un control centralizado de las plazas. Véase, e.g. “Fone o las comas que sí quedaron” Otto Granados, El Financiero, 14/ mayo/2019. Zacatecas quedó fuera del acuerdo por razones esbozadas con claridad por Ernesto González Romo (“¿Cuál es el problema con la nómina?” La Jornada Zacatecas, 09/oct/2021). Ahora bien, ¿es esa la ansiada solución permanente u otro medio de hacerse el gobernante de una “caja chica”?, véase, e.g “El FONE y las cajas chicas” Leonel Contreras, La Jornada Zacatecas, 15/enero/2015. Queda por ver si acaso se logra dar de alta la nómina magisterial. Notemos cómo el modelo neoliberal de financiamiento a la educación permanece intacto y se considera capaz de resolver problemas del presente.

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