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miércoles, 1 mayo, 2024
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Rafael Tiburcio

Hasta hace unos años creía fervientemente en “el canon”

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Por: BEATRIZ PÉREZ PEREDA •

La Gualdra 531 / Entrevistas / Literatura

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En Ciudad Agnosia suceden historias de todo tipo, uno llega vía La carretera de McCarthy a esa ciudad donde una especie de secta oficia de noche en un mercado laberíntico o de pronto, convertirte en personaje de una película serie b que traiga recuerdos de tu infancia, cuando héroes del ring peleaban contra monstruos y vampiresas: en Agnosia todo puede pasar, menos el aburrimiento. Desde la metaficción, la ciencia ficción o la fantasía, Rafael Tiburcio apuesta en su escritura por dejar que el cuento respire con libertad, experimentar con los géneros y agrietar el canon literario desde la inclusión de puntos de vista más diversos. Un escritor seguro de lo que quiere escribir y más convencido aún de que la literatura en un ente vivo y cambiante. 

Beatriz Pérez Pereda: Tu libro Cuentos de bajo presupuesto, Premio Estatal de Cuento Ricardo Garibay, me parece un libro eclético, ensayas varios estilos dentro del género del cuento, ¿cuál es tu poética del cuento o bajo qué premisas escribiste este libro?

Rafael Tiburcio: Muchos narradores actuales suelen creer que es posible domesticar fórmulas y tomar partido por uno de dos procedimientos: el de mapa y el de brújula. Ambos me parecen válidos, complementarios incluso. En CDBP hay algunos cuentos escritos sin plan, premisas en las que se colaron ideas que les dieron forma. Y otros como “Quimera” o “Serie b” que fueron planificados casi milimétricamente… “casi”, porque antes de iniciar creí que sabía a dónde iban, pero al final tampoco los escribí así. Aprendí escribir cuentos mientras los escribía (como dicta el cliché), pero también hacía otras cosas: estudiaba teoría literaria y leía poesía, analizaba pinturas expresionistas, pasaba videojuegos, escuchaba post-punk, veía cine malo, estudiaba géneros, formas, estructuras, reunía ideas incompatibles: pokemones sin alma, porristas, tarotistas; y de pronto ni la estructura ni la fabulación tradicional me servían para contar algo como “Quimera”. Con “Serie b” ocurría lo mismo: deseaba hacer un cuento que pareciera una película, un guion, deseaba homenajear al cine b y las narrativas pulp. Escribir exigía interesarme en algo más que el texto en sí, sentir el flujo de la vida, de lo que me movía. Por eso me resulta absurdo tomar bando, decir: “Quiero ser Carver” o “Quiero ser Poe”. Los cuentos están vivos y hacen lo que se les da la gana. Entender eso cambia todo, creo, porque exigen ser escritos y contados de cierto modo y no les interesa si nuestra poética es moderna o clásica, abierta o cerrada, intra o extradiegética, focalizada o coral, si deseamos descubrir una historia, si ya trazamos ruta o si cumplimos con alguna agenda temática autoimpuesta.

El borrador de CDBP terminó configurado así: no aspiraba a la unidad, la despreciaba. Escribir cuentos con el método que cada uno exigía me puso ante lo que no había visto: una centrífuga cuya unidad tenía como centro al pulp (especulativo o no): ciencia ficción, noir, teensploitation, gaslight, cine b, camp. Pero el libro siguió cambiando durante el proceso de edición, era como si no dejara de escribirlo, se convirtió en un objeto, un ejemplar que sus propios personajes me trajeron del futuro, una autoficción, un metalibro. A veces pienso que lo sigo escribiendo. No ver eso antes tuvo consecuencias también: algunos lo llaman libro temprano o fallido, otros, inclasificable, otros más simplemente se dejan envolver por la ficción. Como autor, evidentemente creo que es mejor esto último. La teoría de la recepción, o Cortázar, nos han enseñado que un libro es muchos libros. Esta afirmación depende casi siempre del lector, pero eso no descarta que el autor pueda llegar a la misma resolución. Evidentemente creo que es mi caso, pero los escritores solemos ser egocéntricos, así que procuro no tomármelo demasiado en serio.

BPP: En Cuentos de bajo presupuesto existe un lugar llamado Agnosia (que también es el nombre de una enfermedad neurológica), me recuerda un poco al Cuévano de Ibargüengoitia o al Yoknapatawpha de Faulkner, ¿cómo surgió en el imaginario de ese libro Agnosia?

RT: Es el espacio arquetípico en el que ambiento mis historias. Incluso aquellas que ocurren en otros lugares o tiempos se encuentran en el mismo universo en el que existió o existirá Agnosia. Más allá no hay misterio, es un espejo ficcional de Pachuca, una ciudad provinciana que podría ser cualquiera y me sirve como un sandbox o campo de juegos en el que puedo aplicar otras reglas y entretejer un universo en el que los textos dialoguen entre sí, como la Tierra Media, Comala o los que mencionas. El origen del nombre se asocia a la incapacidad de procesar la información sensorial, pero también resuena con el agnosticismo como postura escéptica ante lo incognoscible. Me gusta pensar historias y personajes con esas limitaciones.

BPP: Tu novela Rabia | ikari obtuvo una mención honorífica en el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada 2016, un año muy competido, con un espléndido jurado y donde obtuvo el primer lugar una gran escritora ya consagrada, cuéntanos un poco de esta novela, el proceso creativo o lo que significó para ti.

RT: Me emociona mucho lo que dices; las menciones honoríficas suelen desaparecer de los comunicados de prensa; por eso es valioso cuando alguien las recuerda. Mis obsesiones suelen abordar temas como el tiempo, la percepción, la memoria, el lenguaje o los procesos que dan pie a lo ficcional. Rabia | ikari, sin ser ficción especulativa o fantástica, los explora también. Es una novela sobre el lenguaje, aunque no en sentido teórico, sino el lenguaje hablado, específico, que se pierde. Ambientada en 2002, rescata las inflexiones, el caló, la idiosincrasia de “los intelectuales” que fuimos adolescentes finiseculares. Es también una novela sobre sobre el fin de la amistad, el fin de la inocencia y el fracaso de mi generación, una que no supo ponerle su nombre con letras de oro a la vida. Si bien la trama y ambientación son abiertamente edgys, algo que no estaba mal visto cuando la terminé en 2010, es también una novela que habla sobre furia y melancolía adolescente y, a su modo, una novela autobiográfica, una novela del yo (en el sentido japonés: watashi-shōsetsu). En años recientes me he cuestionado mucho su pertinencia, su “actualidad”; es una novela cruel, llena todas las casillas del bingo para ser “cancelada” (personajes misántropos, violentos, escenas soeces, sarcasmo, irreverencia), pero sus lectores han sido generosos conmigo, porque los temas los tocan, supongo, o porque les hacen recordar su adolescencia contracultural. Es una historia coming of age, con capas y claroscuros en clave irónica y crítica, en la que Neko, el protagonista, debe examinar su propia vida y transformarla, tal como pasa con la mayoría de nosotrvs.

BPP: Eres parte del comité editorial de Espejo Humeante, revista latinoamericana de ciencia ficción, un espacio fantástico y muy plural, ¿cuál es tu experiencia como editor y cómo incide en tu faceta de creador?

RT: Espejo Humeante me ha vuelto más empático porque tuve que poner en perspectiva muchas ideas preconcebidas en torno a la literatura. Hasta hace unos años creía fervientemente en “el canon”. Editar ciencia ficción me ayudó a entender otros puntos de vista, como el hopepunk o la prospectiva, los contracánones (feminismo, lgbtq+, afro, culturas originarias). Actualmente me intereso por compartir historias que exploran aspectos humanos de nuestra relación con la tecnología. Creo que ese cambio también se nota en la revista, que inició como un proyecto que priorizaba distopías pesimistas y que ahora busca un equilibrio entre esas mismas ficciones feroces e implacables, mientras busca abrir espacios a historias neocostumbristas, esperanzadoras o emotivas. La literatura fantástica es otro género que nos apasiona y hemos colado poco a poco en el Espejo, aunque sigamos llamándola “revista de ciencia ficción”. La participación de autoras y su publicación ha crecido con el tiempo y en el comité eso nos emociona. El último número contó con un equilibrio de casi 50/50 de autores y autoras. Para ponerlo en perspectiva: los primeros números tenían una proporción de autores y autoras de 90/10, y casi todos los números de 70/30. El 80 por ciento de los cuentos que recibimos suelen ser de varones. Y, si unes a + b esto habla de otros problemas “estructurales” que quizá escapan a esta entrevista pero que definitivamente debemos considerar prioritarios para que la revista contribuya efectivamente a la pluralidad. Como autor, pensar la literatura desde perspectivas politizadas, sociales o de equidad es, me parece, lo opuesto a creer ciegamente en “el canon” o en ese otro concepto, hoy difuso y desnortado, que es la “calidad literaria”. Finalmente soy un apasionado de la animación, adoro los finales felices, y sería hipócrita de mi parte creer que la escritura debe ser toda pesimismo.

BPP: ¿En qué estás interesado ahora, a quiénes lees, cuáles son tus proyectos?

RT: Mis lecturas incluyen sobre todo poesía: Pessoa, Lorca, Miguel Hernández, Szymborska o Khayyam, a quienes siempre vuelvo; en narrativa me he interesado por autoras contemporáneas, como Liliana Colanzi, Mariana Enríquez, Fernanda Melchor o Samanta Schweblin; colegas como Xóchitl Olivera, Lola Ancira, Abril Posas o Atenea Cruz; e hidalguenses como Yanira García y Sinead Marti, cuya obra definitivamente debe ser conocida y reconocida más allá de Pachuca.

Tengo proyectos inéditos en busca de editorial o premio: una novela fantástica sobre personajes que comparten vidas en siglos distintos, uno de cuentos de fantasía urbana/noir y uno de poesía narrativa. Tengo un par de ediciones en proceso: Vocación de orfandad, un poemario fúnebre con la editorial Fá, de Ovidio Ríos, y Entre las grietas, que será editado por Libia Brenda para Odo Ediciones en algún momento de 2023, gracias a la recomendación de las juradas del Premio Imaginación y Futuro de MexiCona. Entre las grietas reúne metaficciones, autoficciones, simulacros, literatura postautónoma y algunos cuentos más tradicionales. Es un libro atado a la tradición fantástica de autores como Borges, Cortázar, Arreola y Elizondo, y autoras como Campos, Dávila o la propia Colanzi. Espero que sea un libro que dé mucho de qué hablar.

Beatriz 

[fragmento, inédito]

Cuando perdí la cuenta del tiempo que llevaba en el bosque, encontré por fin un río cuyas aguas se evaporaban de prisa y tenían un sabor metálico. Caminé sobre la pequeña ribera corriente arriba, observando los diques que contenían el cauce cada pocos kilómetros. Avancé un par de noches más hasta un lugar donde todo el tiempo había neblina.

Conforme avanzaba, los verdes encinos modificaban sus tonos, como si la estación cambiara, dando paso a otros de color cobrizo, hasta un punto en que se volvieron rojos, al igual que el agua y el resto de la vegetación. Todos estaban muertos. El suelo lleno de alambres y de clavos. Conforme caminaba veía, apiladas sobre el río y sus alrededores, a cielo abierto, vigas de acero, varillas, kilómetros de alambres enredados, refacciones, maquinaria carcomida, aspas de molino, pedazos de asbesto, placas oxidadas y montones de escombro.

El malestar de la radiación se intensificaba ahí. Yo temblaba en todo momento y supuse que a ese sitio habían ido a parar, años atrás, las mil trescientas toneladas de acero y otros materiales sobrantes de la construcción del Elefante Blanco y la planta de energía. Una mina de oro para la gente de los Llanos, de poca importancia a estas alturas. Sobre el agua se estancaba un limo rojizo e imaginé que no podría beberla. No dormí, me mantuve caminando río arriba para alejarme de aquel cementerio. Ninguna de las aves nocturnas ni de los murciélagos hizo ruido alguno. Ningún mosquito se acercó a picarme. No pisé a ninguna serpiente en la oscuridad. La única vida ahí dentro era la mía.

Sobre el autor:

Rafael Tiburcio García (Villahermosa, 1981). Escritor, melómano y locutor. Vive en Pachuca. Es pedagogo y maestro en Estudios Humanísticos en Literatura por el ITESM. Ha colaborado en La Revista de la Universidad de México, Marvin, Círculo de Poesía, Vozed, Página Salmón, Planisferio y Melómano. Edita la revista Espejo Humeante. Produce y conduce los podcasts Espejo Humeante e Indisciplina. Es autor de la novela Rabia | Ikari (Cecultah, 2015), mención especial en el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada 2016, y de Cuentos de bajo presupuesto. Edición facsimilar (Cecultah, 2014), Premio de Cuento Ricardo Garibay 2014. Obtuvo el primer lugar en el Concurso Nacional de Literatura ISSSTE 2018 por su poemario Elegías, así como una mención honorífica en el Primer Premio de Libro de Cuento Imaginación y Futuro 2021, organizado por MexiCona, por su libro de cuentos Entre las grietas. Gestiona sus redes como @juancorvus.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_531

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