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viernes, 19 abril, 2024
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¡Viva la república! Reflexiones sobre el bicentenario de la consumación de la independencia de México

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Por: MARIANA TERÁN •

La serie de actividades cívicas, políticas y académicas que se realizaron en distintas ciudades de la república por la conmemoración de la consumación de la independencia el 2021, dan una serie de lecciones y aprendizajes. 

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A diferencia de otros gobiernos, las autoridades federales buscaron darle un sitio en la agenda de la memoria colectiva para que no pasaran desapercibidos la serie de eventos que marcaron el horizonte independentista: el Plan de Iguala, los Tratados de Córdoba, la declaración de independencia y la firma de su acta. Desde luego que se destacaron varios ejes que en otros tiempos igualmente se enfatizaran: el consenso de que a partir de 1821 se rompieron las cadenas de la esclavitud con la corona española, la versión dicotómica y empobrecida que reprodujera la imagen emblemática del abrazo de Acatempan entre Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero para confirmar la unión que exigían aquellos tiempos para buscar una constitución “más análoga al país”; la simbólica alegoría de la entrada de Agustín de Iturbide a la ciudad de México acompañado por el ejército de las Tres Garantías.  

Las autoridades federales insistieron en el maniqueísmo entre insurgentes-realistas, americanos-peninsulares, esclavizados-liberados. Ese ha sido en parte un esquema que ahora se dice, pero se ha reproducido por la centenaria tradición cívica septembrina dedicada a los “héroes que nos dieron patria”. 

Las conmemoraciones estatales resultaron más dispares: algunos estados, como Veracruz, dedicó sesiones solemnes a los hechos, otros, como Zacatecas, no tuvieron tal decisión ni empuje, prefirieron un sórdido silencio. Las conmemoraciones no solo son cuestión de vocaciones ideológicas, sino de recordar en común los “hechos de la historia” que sucedieron en nuestras localidades. Si no sucedieron, no merecen conmemoración; si sucedieron y no impactaron directamente como pudiera ser la creencia de las autoridades en turno, tal vez merecerían acaso una mención o ni siquiera eso. Aquí destaca el conocimiento que las autoridades en turno tienen respecto a los “hechos de la historia” que sucedieron en “nuestras localidades”; al respecto, útil recordar que la visión maniquea de la historia promueve el desconocimiento de los matices y de una realidad mucho más compleja en intenciones, intereses, expresiones y representaciones, sino las arbitrarias elecciones políticas de por qué considerar importante conmemorar o no la independencia, por qué considerar importante conmemorar la revolución mexicana y por qué promover la indiferencia respecto a otros hechos, actores y momentos que sin buscar dar paternidad, fueron importantes como las otras independencias, las otras rebeliones, las otras revoluciones o, más revolucionario aún, la vida institucional que buscó para el México independiente la constitucionalización del país. 

Y, a propósito ¿quiénes nos dieron patria? Los discursos patrióticos pronunciados a partir de la república federal defendieron la tesis de los Hidalgos, Morelos, Allendes, Aldamas; ellos fueron los padres de la patria que bajo mesiánicas visiones liberaron al Anáhuac de las ominosas cadenas de la esclavitud o, como varios sermones lo pronunciaron desde distintos púlpitos, lograron alejar al León de la Iberia para dar cabida al Águila de Tenochtitlan. Sin embargo, otros sermones también patrióticos que buscaron ensalzar las virtudes del nuevo ciudadano liberal, destacaron que los padres de la patria estaban reunidos en las Cortes Generales y Extraordinarias en la Isla de León; aquellos habían dado paternidad a la monarquía hispana al enfrentar, con la mejor arma que podían tener, es decir, con el ejercicio constituyente, al invasor de Napoleón Bonaparte entre 1808-1812. Con la consumación de la independencia, como lo estudió Carlos Herrejón, se pronunciaron sermones dedicados a Agustín de Iturbide, el que logró, sin odios y con consensos, la independencia. Él fue considerado por esa retórica no solo padre de la nueva patria, sino Moisés Mexicano. La retórica sermonaria dedicó excelentes piezas para hablar de la nueva nación independizada dejando atrás odios y rencores que incitaran sus primeros promotores reconocidos, sin pronunciarlos, en los Hidalgos, Morelos y Allendes. 

Los sermones y discursos de la Trigarancia destacaron las virtudes del nuevo mesías, apreciaron la nueva periodización de la historia de México: trescientos años de opresión en vida colonial y la explosión del “Despertar Americano”, como lo llamara Francisco Severo Maldonado, vivida en los once años de guerra con un luminoso despertar en 1821. Esos discursos oscurecieron a los iniciadores de la guerra, una guerra ominosa, destructora y desigual, y enaltecieron en versión monumental al primer emperador mexicano, aquel que no venía de dinastía alguna, pero que por el rechazo de las Cortes y del Rey para su reconocimiento, no quedó otro camino que el reconocimiento como legítimo emperador del llamado Imperio Mexicano, el que nos dio patria. De Iturbide, que no de la guerra, los discursos pusieron énfasis en sus cualidades personales: experimentado, honorable, libertador, pacífico; los motes Mesías Mexicano, Nuevo Macabeo, libertador de la América. Esos discursos se dedicaron a fijar en la memoria el inolvidable 24 de febrero ¡día mil veces bien hadado y digno de eterna memoria! 

Jaime Olveda, ahora, nos recordó la serie de sermones y oraciones patrióticas dedicadas al emperador mexicano no solo en tiempos de Trigarancia, sino de república central y en otros momentos para fijar, sin prejuicios, la importancia de reconocer el valor de Iturbide como genio y estratega para llamar a la unidad a la independencia: Cuál era la fecha fundante: el 16 de septiembre de 1810 o el 27 de septiembre de 1821. 

Respecto a Agustín de Iturbide, las conmemoraciones académicas del 2021 destacaron por otro lado, investigaciones que lograron llenar lagunas sobre la vida del militar realista previo a 1821. Menciono solo las aportaciones de Joaquín Espinosa Aguirre, quien dio cuenta de su trayectoria militar realista en la guerra, su participación en Guanajuato, su ausencia de noticias sobre cualquier pronunciamiento respecto a la independencia, la vinculación con otros jefes militares, corporaciones para acordar un hecho trascendental. Sin embargo, el peso de Agustín como desleal sigue marcando las interpretaciones de su paso por la guerra y por la consumación. 

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