18.4 C
Zacatecas
miércoles, 24 abril, 2024
spot_img

¿Y después de la marcha?

Más Leídas

- Publicidad -

Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Cierto es que uno se vuelve feminista a partir de su propia historia, y en la marcha del pasado 8 de marzo, las había por miles.

- Publicidad -

Estaban las historias de las madres de desaparecidos, que todos los domingos tejen en comunidad, esperando y exigiendo el regreso de los suyos. La historia de Paola, una de las jóvenes de Colotlán secuestrada y asesinada, a finales del año pasado, cuyo perro participó en esta marcha sin su dueña.

Estaban las historias de mujeres abusadas sexualmente que, sedientas de justicia, solo tienen la satisfacción de poner el nombre de su agresor en un tendedero. 

Están las historias de las mujeres que salen adelante gracias a una red de mujeres que las crió, a pesar de un padre desentendido o ausente. 

Pero no fueron esas historias las que llenaron los espacios noticiosos en los días subsecuentes a la marcha. Se perdió con ello la posibilidad de identificación y empatía de muchas de las mujeres que permanecieron en casa, o en sus trabajos, hospitalizadas, o cuidando a alguien enfermo. Porque sí, el activismo político es en parte privilegio. 

Las historias que no vimos en las notas del 8M fueron sustituidas por las imágenes de grafitis, vidrios rotos, y una puerta del Palacio de Gobierno quemada.

Después de ello, la nota fue la salud de seis policías heridas como saldo de la marcha, que según la versión oficial, recibieron atención médica por contusión en tórax, cráneo, cuello, cara, esguince cervical y fractura de peroné. 

En respuesta a eso, circuló un comunicado firmado por el Bloque Negro Feminista de Zacatecas en el que se aseguraba que se atentó contra la libertad de manifestación de una mujer en la marcha, y que la violencia surgió como respuesta de esa agresión. 

El mensaje no convenció a la opinión pública que, hasta el momento, fuera de los círculos feministas, predominantemente atribuye la violencia a las manifestantes.

Y es que, aunque se habían visto ya las pintas y los vidrios rotos, incluso la quema de la presidencia municipal de Fresnillo, en reclamo de un feminicidio, es la primera vez que hay un saldo de policías heridas. 

¿Se puede equiparar las lesiones de las policías con el daño a paredes y vidrios? ¿Alcanza el discurso iconoclasta para justificarlo?

Por espíritu de cuerpo, los diversos feminismos que se encuentran en el 8M hicieron propio el comunicado del bloque, y calificaron de irresponsabilidad del Estado el enviar “mujeres sin la capacidad técnica para contener sin violencia a las manifestantes”.

“Fuimos todas”, es el mensaje, y la probable espiral de silencio no deja margen a preguntarse si esto es así. 

El Bloque Negro se describe a sí mismo como antiEstado y antipolicial, en tanto otras expresiones del movimiento feminista han trabajado por construir en, y desde el Estado, instancias para la protección y defensa de las mujeres como el Centro de Justicia y las unidades de género de los propios cuerpos policiacos. 

Por ambas posiciones, qué bueno, porque los feminismos en su diversidad han sido capaces de hacer alianza en sus coincidencias, pero falta aún hacer debate en sus diferencias. 

Hacerlo resultaría enriquecedor, y sobre todo una oportunidad de que muchas mujeres que hoy no se asumen representadas en el feminismo, conocieran el espectro de posiciones teóricas y políticas y consecuentemente estratégicas y metodológicas en las que seguramente encontrarían vasos comunicantes con sus propias historias y por tanto un espacio de lucha.  

Ese debate es posible y deseable si puede superarse el feministómetro e incorporarse una visión interseccional que entienda que, dentro de la coincidencia de género, estamos atravesadas también por diferencias de clases, condiciones y privilegios que hacen imposible que la realidad de una sea absolutamente la de todas, por lo que las posturas y los métodos en la lucha son necesariamente plurales. 

Se podría decir que ya se hace, y prueba de ellos son la composición diversa de los contingentes que integran la marcha, entre los que hay algunos que se agrupan a partir de su maternidad, su orientación sexual o cualquier otra autoadscripción, pero en honor a la verdad, algunos puntos parecen indiscutibles, aunque no son unánimes, como la iconoclasia, el separatismo o los límites de la sororidad, si es que los hay.

Hay en todo ello una oportunidad de crecimiento, no solo por los resultados mismos, sino porque en el camino de la discusión podría resultar también organización para proyectos más permanentes como los tianguis entre mujeres que ya alguna vez se han impulsado. 

También puede ser la oportunidad de participación para quienes no tienen las condiciones para el activismo convencional, ya sea por razones de espacio, tiempo, o condiciones de salud. 

Con algo de suerte y trabajo, todas, hasta las propias policías hoy lastimadas, pueden terminar encontrando su espacio en esta, que también, lo sepan o no, lo sientan o no, es su lucha. 

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -