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jueves, 28 marzo, 2024
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Nueva República Apuesto por los medianos

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Por: Óscar Novella Macías •

Donde no falta voluntad siempre hay un camino.
R.R. Tolkien.

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La bancarización de migrantes y sus familias es una de esas modificaciones que debieron haber sucedido hace mucho tiempo, lo que había anudado la manguera, como en muchas otras cosas, eran los intereses económicos de unos pocos privados. La mejora del tipo de cambio que reciben las familias de los migrantes es una medida directa que impacta sanamente en la circulación de capital en el país, obviando el impacto positivo directo que esto tiene sobre millones de familias, vale la pena resaltar los casos de estados como Zacatecas, donde ya cualquier estadística palidece ante la cotidiana plática: todos los ciudadanos zacatecanos tenemos familia en el otro lado.

La llegada del Banco del Bienestar en sí mismo es un símbolo que prende las alarmas de los que, acostumbrados al régimen de la hipocresía, no ven como sano ni justo el gasto público, mucho menos les agrada la inclusión de los ciudadanos de a pie en el fondeo de proyectos de alcance nacional, lo que a mí me parece el siguiente paso natural. Mucho de lo que hemos dicho en este espacio, “Nueva república”, conecta de manera inmediata con la forma cardenista de concebir a la sociedad, como un ente vivo y determinante, el poder de los medianos, como bien lo metaforizó Tolkien (abusando del término Halfling o mediano) es el que a la postre empuja los cambios necesarios en las sociedades.

El ojo de Sauron había pasado ya demasiado tiempo sangrando el trabajo de nuestros paisanos, Electra o Western Union han aplicado la receta de la sanguijuela sin ningún escrúpulo a la vista y bajo la aprobación total de los gobiernos pasados. Las trampas y corruptelas que después de dos años se siguen contabilizando y eliminando muestran cosas alarmantes, en mi caso, me di cuenta de lo interiorizada que estaba la existencia de esa sanguijuela, un evento que se aceptaba como designio del destino quizás, reparamos en ellas, sí, pero es hasta ahora (gracias a otro designio) que estamos dispuestos a voltear mesas y patear pesebres como el camarada Jesús.

¿Qué hacía falta, aparte de voluntad, para echar a andar un programa tan necesario como el que hoy día se anuncia? Las grandes trabas que nos habían dibujado, a veces disfrazadas de problemas legales, a veces maquilladas como dificultades logísticas, se disuelven en el aire y se anuncia la posibilidad de recibir tarjetas de débito en los consulados. Como el palacio de los Pinos abierto al público, las viejas estructuras de tintes monárquicos tienen que ir aceptando la llegada de un son nuevo, más parecido al de las jaranas del pueblo, nuevamente, la gente va a entrar a los consulados y los palacios.

Algo que está fuera de toda duda razonable (lo podemos respaldar con hechos y cifras) es que la columna vertebral de la agenda es alcanzar el estado de bienestar, nada casualmente, sucede que los más favorecidos por esta gran inversión son los que menos tienen, se alza un poco el bullicio cada que tocamos el tema de las becas que enojó a tantos conservadores, pero poco a poco (quizás apoyado por la lección de razón que ha sido esta pandemia) las voces críticas van comprendiendo que si se quiere por fuerza señalar un error del gobierno actual, el combate a la pobreza no es un flanco en el que puedan cosechar esas tan deseadas desgracias.

Ya llegarán los días de hacer un balance serio, no coman ansias, pues la inmunización nacional ya no se muestra tan lejana según las propias fuentes farmacéuticas, y con eso ha bastado para que la expectativa de crecimiento de la economía nacional se vaya bastante arriba, pronto, tendremos el gusto de sentarnos a la mesa, con una elección a la vuelta de la esquina y muchos nutritivos balances por realizar, como siempre, será el mediano el que determiné qué es lo que sigue para nuestro país, que en este corto tiempo ha podido ver lo que significa una política económica contrastada con la vena neoliberal que teníamos tan normalizada, y que esos sabios intelectuales no habían atinado a decirnos cosas tan sencillas como las que hoy flotan en la suciedad que dejó la fiesta de los adinerados.

Yo quiero ver, como dicen: pago por ver, esa nueva decisión de la democracia mexicana que ha luchado a brazo partido contra lo que antes eran plenipotenciarios medios de comunicación, pero por una cosa apostaría desde la fecha actual: la ciudadanía ya no va a caer en el truco viejo, acaso tendrán que entrenar nuevas atracciones los enemigos del gasto social, o acaso (escenario más interesante) veremos el surgimiento de nuevos cuadros, dentro y fuera de la vida partidista, que no tengan miedo de hablar de lucha de clases y medios de producción. El tiempo dirá. ■

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