Durante las últimas semanas, los medios de comunicación han publicado diversas notas en las que el senador Ricardo Monreal (RM) ha sido un protagonista destacado. A fines de agosto se trató del proceso para designar a quien sería apoyado por la fracción parlamentaria de Morena para ocupar el cargo de presidente de la mesa directiva del Senado a partir del primero de septiembre. La narrativa más compartida contiene como núcleo la afirmación festiva de que el coordinador de la referida bancada mostró sus capacidades como operador político al lograr el triunfo de su candidato, el senador Armenta, derrotando al aspirante apoyado por el presidente AMLO, sin referir algún hecho que pruebe tal respaldo. Sin embargo, pocos días después los mismos medios dieron cuenta de que las senadoras y los senadores de Morena y sus aliados, con la abstención en solitario de RM, lograron que el pleno del Senado aprobara la iniciativa del presidente, referida a la ubicación de la Guardia Nacional en la Secretaría de la Defensa Nacional. Se derrumbaron las expectativas de la oposición de impedirlo con el apoyo del coordinador de Morena. Las referencias publicadas más recientes sobre el mismo personaje fueron provocadas por la respuesta de AMLO a una pregunta sobre la abstención y los dichos de RM, pronunciada durante la más reciente conferencia matutina celebrada en Zacatecas con la presencia del gobernador David Monreal. Así pues, durante esos días RM tuvo un leve avance seguido de dos fuertes retrocesos en sus aspiraciones políticas, por el daño que sufrieron sus relaciones con AMLO y la disminución de la confianza en él entre los opositores que esperaban su voto y operación en contra.
Si nos atenemos al comportamiento político de RM durante el último cuarto de siglo, se puede afirmar que es muy incierto el rumbo que tomará en los próximos meses. Debemos recordar que cuando decidió abandonar al PRI, a fines del año 1997, su primera opción fue buscar la candidatura a gobernador de Zacatecas por el PAN, y que, ante la negativa de ese partido, recurrió al PRD que estaba en ruta de ascenso con la presidencia de AMLO, quien aportó todo su apoyo para lograr que Zedillo reconociera su triunfo. La operación para que Ricardo fuera candidato estuvo a cargo de Amalia García y de un servidor, por ese tiempo integrantes del Comité Ejecutivo Nacional. Poco después de que asumió el cargo, en septiembre de 1998, durante el proceso electoral federal del año 2000, mostró su primera muestra de deslealtad contra la izquierda, propiciando el triunfo de la mayoría de los candidatos del PRI en Zacatecas. La jugada no le salió bien porque Labastida perdió ante Vicente Fox. Durante los años siguientes lo vimos, a él, a sus familiares y amigos cercanos, pasar fugazmente por el PT y Convergencia. Durante los procesos electorales más recientes, sin temor al escándalo, aportó candidatos y apoyos a distintos partidos, convirtiéndose en factor para el retroceso de Morena en la Ciudad de México.
Por otra parte, da la impresión de que el comportamiento político reciente de RM no está tomando en consideración el hecho de que su hermano David está obligado a mostrar su solidaridad y apoyo a la 4T que impulsa AMLO, y que será muy complicado para el gobernador tener que decidir con frecuencia entre apoyar a su hermano o mantenerse en la línea presidencial, como lo expresó en la conferencia matutina que hemos referido. La misma disyuntiva enfrentarán los servidores públicos zacatecanos que ocupan las posiciones más importantes en los gobiernos federal y estatal, y en los municipios más importantes. No hay duda de que algunos de ellos, seguidores de la familia Monreal, comparten la convicción de que es más importante su lealtad a RM que la que merecen AMLO y Morena, y el interés superior del pueblo de Zacatecas, pero será interesante observar la evolución de su comportamiento político durante los próximos meses.
No cabe duda de que RM comparte las posiciones opositoras sobre la supuesta militarización de México promovida por AMLO, sin considerar el hecho de que un buen número de militares y marinos están desempeñando tareas que no son propiamente militares, y tampoco toma en cuenta el hecho de que México no cuenta con una corporación policiaca con capacidades suficientes para garantizar la seguridad de los mexicanos sin apoyo del Ejército y la Marina; no valoran el gran esfuerzo que ha significado la capacitación como policías recibida por 115 mil integrantes de la Guardia Nacional, muchos de ellos soldados y marinos, y los primeros y alentadores resultados contenidos en los informes mensuales sobre la seguridad en las distintas entidades de la República.
A mi juicio, es muy importante acompañar al presidente en su apuesta a que en pocos años la Guardia Nacional alcanzará la madurez necesaria para atender con solvencia sus responsabilidades en materia de seguridad ciudadana, y para evitar la descomposición que sufrió la policía federal preventiva durante la época de máximo poder de Genaro García Luna y sus cómplices. La solidez institucional de la Secretaría de la Defensa Nacional será un buen escudo para la evolución de la Guardia Nacional.