- Historia y Poder
Al acudir a las fuentes de la historia de Zacatecas uno encuentra noticias por todos lados, si el incendio de sus mercados o teatros, si las momias encontradas en los subterráneos de la iglesia jesuita de Santo Domingo, si los amoríos de López Velarde encontrando motivos para estudiar en otras ciudades o si bien una inmensa cartelera donde hubo de todo, crímenes de políticos, revoluciones traicionadas, tomas sangrientas, los guías ciegos de poder y de lujuria y uno que otro corazón compartido en la aventura de dar sin mirar a quien, empedrando los caminos de plata pura y dando a la verbena un toque de absoluta libertad para el desmañe.
Zacatecas ha tenido, obviamente, como toda ciudad del mundo, mucho qué contar, demasiado qué enorgullecerse, mas nunca nada que ocultar, más tratándose del esfuerzo colectivo para sobreponerse a sus tragedias y sobre todo, de sus logros fecundos en las artes, la ingeniería y la arquitectura y de lo educado de su gente y su afán de ayudarse mutuamente.
En el famoso y estruendoso incendio de su mercado principal el 8 de diciembre de 1901 y a las 12 del mediodía en que la concurrencia a la misa mayor de Catedral se percató de las grandes humaredas que entraban a la santa misa, salieron despavoridos los feligreses para ver las llamas que en cuestión de horas destruyó un emblemático y oportuno mercado que fue fruto del sacrificio y la ayuda fraterna de comerciantes y vecinos, además de gobernadores y presidentes comunales que junto a las asambleas municipales edificaron para bien de la ciudad y su consumo.
Rápidamente la solidaridad de la población fue inmediata para apuntar a su reconstrucción mediante corridas de toros, tertulias, apoyos de mineros y otras fraternidades.
Así ha sido nuestro entorno siempre.
Ayudarnos sin cortapisas, sin mezquindades y sin miramientos.
Por eso el corazón compartido del zacatecano en pos de ser mejor que nadie y con una fe en que su penar por el mundo cese un día efectivo y sin ningún cobro extra.
En lo particular me fascina la época de 1834 a 1901, y es que su ambientación fue de las más genuinas de que se tenga memoria, ya por su diversión y entusiasmo, su crecimiento espiritual, el valor para enfrentar la crisis de la Reforma, la gran restauración de la República, el embate de las invasiones extranjeras y su acoso real y fatídico en contra de la población zacatecana, en especial contra su juventud valerosa , también el asombro por las escenas donde el Porfiriato en nuestra ciudad extremó en el ridículo, lo malsano, lo inverosímil y lo fantástico.
¡Cuesta mucho querer la alegría! Decía el poeta caído entre las piedras y eso es precisamente la búsqueda de todo pueblo, estar en paz y alegres, alertas y compartidos, aunque ello, –se insiste, cueste mucho, demasiado, la vida entera.
El ejemplo del incendio del famoso mercado Jesús González Ortega, del incendio del Teatro Calderón y de cuantas veces estuvimos derruidos o fatigados, con miedo atroz por fantasmas y leyendas de terror, por la naturaleza cruenta e inesperada y por los cambios nacionales que nos afectaron, nos deja siempre la hermosa costumbre de saludar, ayudar y enorgullecernos y seguir en el trabajo fecundo y la fiesta y el desfile interminable. ■