La inversión es el gasto que realiza una sociedad para incrementar el acervo productivo que le permite hacer frente a los planes futuros de producción. Por lo tanto, si la inversión crece el pronóstico de corto plazo es que habrá crecimiento económico. Una economía subdesarrollada como la mexicana depende en gran medida de la inversión en capital fijo para avanzar en el proceso de crecimiento económico; y tratar de enlazar éste con los objetivos de desarrollo.
La economía mexicana en el periodo de posguerra tenía una tasa de acumulación (o tasa de crecimiento de la inversión) que rondaba el 7% promedio anual. Desde la instalación del paradigma productivo neoliberal, y la forma de regulación estatal del mismo, la tasa de acumulación en México disminuyó al rango del 3.5-4% promedio anual. En el sexenio de López Obrador, con los datos a 2023, la tasa de acumulación rondará el 4%. Lo cual ajusta el resultado de inversión de este sexenio con el promedio de los últimos 40 años.
La trayectoria de la inversión en los primeros 4 años del gobierno mostraba que en 2022 el nivel de gasto de inversión era igual a aquel de 2018, el último año de gobierno de Peña Nieto. Es decir, que por 4 años la inversión no creció. Sin embargo, esa no es la historia precisa de la inversión en este sexenio. La inversión cayó desde 2019, como protesta por parte de la clase capitalista ante la cancelación del nuevo aeropuerto y toda la semiótica que circuía al hecho. A partir de 2020 ocurre un mayor desplome de la inversión debido a la crisis económica derivada de la pandemia del Sars Cov-2. A partir de 2021 comienza la recuperación.
El año 2023 marca la superación del nivel de inversión de 2018 y representa el año con el mayor crecimiento en la formación bruta de capital que se tiene registro (19%). Es decir, todo el crecimiento económico en materia de inversión, respecto al nivel heredado del sexenio anterior, ocurrió sólo a partir de 2023. En la búsqueda del por qué creció tan aceleradamente la inversión en 2023, la respuesta es que no fueron factores internos (mejores incentivos al capital, alianzas público-privadas, proyectos de desarrollo de conglomerados industriales o tecnológicos), sino que fue el clima internacional de inversión y sus movimientos, como es el caso del proceso de relocalización industrial (nearshoring), lo que provocó el impulso fundamental para el crecimiento de la inversión en el país.
Una forma de observar que no fue la política interna lo que motivó el crecimiento de la inversión del año 2023 es que la inversión pública, como porcentaje del PIB, durante el sexenio de López Obrador se estancó en el 2.5%. Lo cual representa el menor nivel histórico de la inversión pública, superando el peor registro histórico que era 2018, el último año de la administración de Peña Nieto.
El único mecanismo efectivo con que cuenta la administración pública federal para propiciar el incremento de la inversión privada es la inversión pública, sólo mediante ésta se puede expandir el gasto de inversión de la economía en su conjunto y tratar de conducirla hacia los objetivos de diversificación industrial y escalamientos productivos. Además, la inversión directa del Estado debe estar enfocada en la construcción y mantenimiento de las vías y medios de comunicación (carreteras, puertos, aeropuertos, sistemas de comunicación terrestres y satelitales, entre otros); así como en la creación de empresas públicas para la producción de insumos productivos de gran alcance como es el caso del petróleo, electricidad, litio, acero, etc.
Para lograr lo anterior, vuelve al centro de la discusión la instrumentación de una reforma fiscal que expanda los ingresos públicos, puesto que las medidas de incremento en la eficiencia recaudatoria y reestructuración del gasto han exhibido su límite. Actualmente la inversión pública se ha visto eclipsada por el incremento del gasto social, como es el caso de las pensiones no contributivas y los diferentes apoyos sociales. Lo cual ha permitido disminuir el nivel de pobreza de la población. Sin embargo, sólo la inversión, y el crecimiento de los puestos de trabajo, crea bases sólidas para sostener a la población por encima del umbral de pobreza.