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jueves, 18 abril, 2024
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■ El magno concierto inició con la clásica "Bomboro Quiñá Quiñá”, seguida de "Pata de perro"

La Vecindad Santanera hizo de Zacatecas un barrio de amor y unidad en el FCZ 2023

■ El tema "Kumbala" puso a los miles de asistentes a cantar y bailar lento al compás del saxofón

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Por: ALEJANDRO ORTEGA NERI •

«Ya hacía falta estar así, todos juntos en la noche bailando», dijo Roco Pachucote, el legendario vocalista de La Maldita Vecindad, al darle la bienvenida a los convocados a «La Vecindad Santanera», una fiesta con música de barrio que reúne 100 años de historia musical si se suman los de la Sonora Santanera. 

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La bienvenida de Roco fue después de hacer referencia a los dos años de pandemia de Covid que tuvo encerrados a todos en la tierra y «si la tierra enferma, enfermamos nosotros», dijo, antes de entonar «Pata de perro», pues ahora que se fue la pandemia hay que salir a conocer el mundo. 

El magno concierto enmarcado en el Festival Cultural Zacatecas 2023 inició con la clásica santanera «Bomboro Quiñá Quiñá”, con la que dieron saludos de paz y respeto a los habitantes de «esta tierra milenaria», a ésta le siguió la mencionada «Pata de perro», que marcó la dinámica de la noche, canciones alternadas de cada una de las agrupaciones. 

Mientras los zacatecanos movían el bote, coreaban y movían las manos para aminorar el frío de una extraña noche primaveral, sonaron también «El sonsonete»; el tributo a José José con «Ya lo pasado, pasado», «El mudo», «El tieso y la negra soledad», y «El orangután», que fue precedido por la ola de manos creada por los asistentes. 

Con «Perfume de
gardenias», la Plaza de
Armas se convirtió en
un cielo de estrellas
titilantes que se
movieron al compás
lento de esa balada

Esta música de barrio remó a contracorriente durante muchos años hasta que se convirtió en parte de la cultura mexicana y latinoamericana, por eso dedicaron la rola «Con palabras» a los extintos Carlos Monsiváis, Eduardo Galeano y José Saramago. 

Después de un interludio a cargo de María Fernanda, quien interpretó un potpurrí de Celia Cruz, se desató la locura con «Solín», una de las rolas clásicas de La Maldita Vecindad. Y la fiesta se trasladó del barrio al cabaret o quizá al Waikikí o al California porque inmediatamente sonó «Perfume de gardenias» y la Plaza de Armas se convirtió en un cielo de estrellas titilantes que se movieron al compás lento de esa baladita de 1936. 

La noche fue cerrando con «El cocodrilo», «¿Dónde estás Yolanda?», «Un gran circo» que puso a saltar a todos, para luego hacerlos bailar de cachetito con «Luces de Nueva York». 

Sonó también «Ladrón», la infaltable «Pachuco», en una versión santanerona y después del encore regresaron para tocar «Kumbala», una canción, a decir de Roco, «para que la paz y el amor sean» y que puso a los miles de asistentes a cantar y bailar lento al compás del saxofón y la trompeta con sordina y el frío desapareció entre las risas y las caricias, entre las cosas del amor. 

Finalmente sonó «La boa» y el último aliento que exhalaron los hijos del quinto patio fue “¡Qué suave!».

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