El rebelde social organiza a las masas y desde abajo
va transformando sin tener que plantearse
la cuestión de la toma del poder.
-Subcomandante Marcos
México está constituido como una República federada, soberana y democrática y demás adjetivos que aparecen en nuestro léxico desde los primeros años de vida, en los libros de texto, en los honores a la bandera de cada lunes en la escuela y en general en el consumo histórico nacional.
Lo lamentable es que aunque las palabras están presentes en la vida de los mexicanos, su significado se ve erróneamente interpretado por un cúmulo de prácticas ancladas.
La división de la sociedad entre los defensores (y neo-obradoristas) del ejecutivo y la oposición política del poder ejecutivo, estuvo presente en la jornada dominical de revocación de mandato, que además se llenó de acusaciones sin corte teórico como es costumbre de las rivalidades religiosas, futboleras y políticas en México.
Mientras el argumento oficialista fue so apelación a la democracia, los del pulgar entintado han cometido falacia de composición al creer, decir e intentar convencer a la ciudadanía, que la revocación de mandato es el ejercicio participativo idóneo, puesto que ignoran que el mecanismo es el mismo del voto; en esencia, no hay distancia sustancial entre revocar y elegir. La característica del ejercicio es representativa, no participativa del todo.
Ahora bien, los opositores insisten en no ser parte de un «capricho presidencial», y se han construido una falacia de falsa causa, intentando convencer a creyentes e incrédulos de que de alguna forma metafísica (que no logran explicar), la revocación de mandato terminará en la reelección de Andrés Manuel, y algunos hasta auguran dictadura; ellos no acudieron a las urnas.
Sin dar un veredicto para los bandos, sólo queda reflexionar sobre lo poco que sabemos de democracia participativa: en nuestra formación cívica no figura la esencia ni el espíritu del trigésimo noveno constitucional. Y en segundo lugar, la pobre capacidad argumentativa que hay en las masas políticas.
Más allá del resultado de la revocación, nos quedamos reprobados en teoría de la democracia y en debate público: un enorme deber para atender desde las instituciones de rectoría de los planes educativos.
