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jueves, 18 abril, 2024
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El estandarte de los chinacates y la invasión estadounidense

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR • admin-zenda • Admin •

■ Historia y Poder

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Nuestra ciudad de Zacatecas tuvo que afrontar las invasiones armadas estadounidenses con mucho valor, también con imaginación, a tal grado que una piedra, un honda, eran armas de verdad.

Si los indígenas zacatecos eran parecidos a los aguerridos mazatecos por su ferocidad ante las injusticias, los chinacates, -llamados así los más pobres entre los pobres de la región- sabían cómo sobrevivir ante el frío, la quema masiva de cadáveres en las epidemias o guerras civiles desastrosas y sabían también algo impensable en los invasores: aullar como los lobos, huir en manada, buscar lo manantiales, refugiarse entre ríos y montañas.

18 millones de gringos contra siete millones de mexicanos en 1847, la anexión de nuestros territorios sagrados como anticipados incumplimientos y dando cátedra de cómo corromper y ser corrompidos, no sólo por la fuerza de las armas sino por la astucia en la palabra, la herida de los constantes conflictos políticos internos nos dejó siempre vulnerables, desamparados, indecisos.

La gran artillería estadounidense era por supuesto superior, las tácticas militares y de amedrentamiento a la población fueron eficaces, aun así as de 20 mil soldados gringos murieron en combate en territorio mexicano, a la par que las pérdidas de vidas mexicanas eran dobleteadas, arguyendo que en ambos bandos también los decesos por enfermedades y heridas fueron tales que conquistaron las listas fúnebres y los sollozos en fronteras.

El pueblo estadounidense exaltaba con emoción las batallas ganadas o perdidas de sus soldados encabezados por Zachary Taylor y John Scot en  Veracruz o Monterrey, a tal grado que hasta 450 mil personas desfilaban en sus ciudades  en medio de fuegos artificiales y ceremonias por lo épico y gandalla de sus invasores.

De fama que Zacatecas haya propuesto fortalecer las milicias cívicas para defender el territorio al mismo tiempo que exigía la restitución de un gobierno republicano para tener el poder popular sustentado en el reparto de armas y de convicciones.

Se dice que la invasión dolió más en el municipio de Mazapil y en donde el mismo ayuntamiento trató de negociar con los reacios invasores que saquearon la población y exigieron pagos, rescates y chantajearon con fusilamientos o castigos.

Los voluntarios zacatecanos siempre estuvieron en las primeras listas para ir a combatir las invasiones norteamericanas.

Hoy quizás, esos recuerdos, estén en la genética o en el olvido. ■

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