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jueves, 28 marzo, 2024
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AMLO y el efecto teflón

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Casi cinco años después del ejercicio de gobierno, y con todo el desgaste que eso significa, aún sorprende el efecto teflón que parece inherente al presidente Andrés Manuel López Obrador.

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No ha sido un camino fácil, desde aquellos días de escasez de gasolina hasta ahora, han pasado el Culiacanazo, la explosión de Tlahuelilpan, el ataque a Ciro Gómez Leyva, una pandemia de niveles nunca vistos, una guerra en Europa, una inflación internacional récord, y, por si fuera poco, un vecino intransigente.

Nada de eso ha mermado la popularidad del presidente, y tampoco lo han logrado los escándalos de corrupción en SEGALMEX, las declaraciones descuidadas en torno a los feminismos, o las confrontaciones directas con otros poderes del Estado, etcétera.

Algo de ello se explica con la efectividad de la conferencia mañanera, como prueban los rankings internacionales que colocan al presidente López Obrador como uno de los streamers más vistos en el mundo, dejando atrás a conocidos influencers que hablan de videojuegos o intereses juveniles, y por supuesto, a cualquier periodista o político.

Pero por muy efectiva que sea, la mañanera no puede explicar, en su totalidad, ese efecto teflón que le ha permitido no sólo la sobrevivencia política, sino el reinado en la misma a pesar del nivel y cantidad de ataques que ha recibido este personaje en los últimos 20 años.

La notoriedad de López Obrador ya lo hacía candidato natural a la presidencia de la República, a mediados del sexenio de Fox, cuando el tabasqueño era jefe de gobierno en la Ciudad de México y surgieron entonces los videos que mostraban a su secretario de Finanzas, Gustavo Ponce, apostando en Las Vegas, pero no tardó en ser destituido y luego encarcelado, y el daño no pasó a mayores.

Con más contundencia, luego llegó el escándalo que protagonizó René Bejarano cuando éste era secretario particular de AMLO. Pero hizo gala de serenidad al día siguiente, en su conferencia de prensa matutina.

Ni siquiera la amplia difusión del caso ni los efectos propios del homo videns terminaron con la carrera política de Andrés Manuel López Obrador en esa circunstancia. 

El tiempo hizo lo suyo, y hoy se sabe que el dinero que recibió René Bejarano venía de la pareja sentimental de Rosario Robles y se dirigía a ella, para financiar campañas en el Partido de la Revolución Democrática, lo que hasta entonces era legal. 

Aunque Bejarano resultó exonerado en lo jurídico, su carrera política nunca retomó el vuelo, sin embargo, el objetivo mayor que presumiblemente era Andrés Manuel López Obrador, no se vio afectado de la manera imaginada o temida. 

Luego, ni los racismos embelesados de intelectualidad de llamarlo “mesías tropical” ni la operación Berlín, o la campaña del “Peligro para México”, lograron impedirle el paso a la presidencia, aunque quizá sí lograron atrasarlo. 

Ahora ni las filtraciones guacamayas, las acciones de FRENA, o el libro del Rey del Cash han logrado dinamitar su aprobación y con ello su poder político.  Ni siquiera el vídeo de su hermano recibiendo dinero en efectivo lo consiguió. Más lejos han quedado los reportajes periodísticos que han pretendido enlodar a sus hijos.

Esto último parece haberse convertido en la estrategia favorita en tiempos recientes, probablemente porque, adicional a lo político, se suman efectos emocionales al interior del círculo familiar del mandatario. 

Hasta ahora, la falta de contundencia y rigor periodístico han provocado el efecto contrario. Ha sido claro que hasta ahora se ha logrado colocar hechos ordinarios sobre la mesa buscando que el público realice las inferencias que lleven a la sentencia de culpabilidad, pero este último paso solo es posible en quienes tienen ya una disposición negativa y se encuentran a la caza de elementos que comprueben lo que sin evidencia o con ella ya creían. 

Así lo evidencia el reportaje que da a conocer que el mayor de los hermanos López Beltrán renta una casa a un particular, y luego pretenden que se construya, a partir de esos hechos, la inferencia de que hay en ello algo de corrupción. 

El resultado ante ello no es más que la radicalización de las posiciones previas al reportaje. Quien ya asumía como corrupto a López Obrador y sus hijos ahora tiene más documentado su antagonismo, y por el contrario, para quienes creen en su ética, se ha fortalecido su convicción, y con ello, también el efecto teflón. Y así el círculo terminó y vuelve a empezar.

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