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viernes, 29 marzo, 2024
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Eli Cuevas tuvo un presentimiento

Historia y Poder

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

Las mujeres zacatecanas adivinan todos los caminos, tienen la honrosa costumbre de tener la ventaja de las muchas intuiciones y la artista fresnillense Eli Cuevas nos ha demostrado que a través de las artes plásticas se puede cambiar al mundo, hacerlo menos tosco, delirante, opaco.

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Atrás y por delante quedaron muy determinantes los machos de Fresnillo, llámense músicos que le han dado fama mundial a sus calles, honra a sus familias, potestad a sus cuentas bancarias, los pintores que son diestros y maestros, los poetas y cuentistas que irradian poderes insensatos, ensayistas y catedráticos de altura mundial como Gonzalo Lizardo y toda una cava de genuinos añejos que por ahora dejaremos como distinguidos y rebeldes.

Aquí es Elizabeth Cuevas Álvarez y su terapéutica existencial a través de la pintura, de los talleres, de las clases magistrales, de las exposiciones que alivian, que reúnen a la concurrencia a seguir con la predicción de un mundo nuevo, un Zacatecas efervescente y un Fresnillo anticipado ante el arrebato y el ardor y el dolor de las violencias y Eli lo sabe hacer y lo hace muy bien.

Eli Cuevas es una pintora que compensa muchos de los sinsabores de la vida cotidiana con sus cuadros que honran a su género, la escuela del “arteterapia” que se ha instaurado desde Fresnillo a muchas ciudades mexicanas con el éxito requerido, las enaguas muy coloridas dirigiendo la marcha incansable de sustos y ganancias, nunca la penitencia, más bien el jolgorio de ser siempre únicas en el panorama nacional.

Eso tiene la mujer zacatecana: es muy bella y distinguible y Eli resume esa originalidad proyectando la corazonada de expandir la pintura zacatecana sin ninguna restricción a las mayorías, guardando un fino equilibrio en la creación, la enseñanza, la exposición colectiva o individual y eso a todos, y más a ellas, las llena de orgullo.

Alumna de Omar Lemus, del mismísimo Luis Rolando, de muchos otros maestros que le han dado el poder de ser ella misma y con su propio estilo, dando un pacto y una señal de que el nuevo día llegará en el horizonte mexicano a reinar por medio de las artes y no por la rapiña, el ultraje, el sinsabor y la pesadilla.

Eli Cuevas se caracteriza por obsequiarnos siempre la sorpresa, la buena pintura, el talento y la distinción y sobre todo la frecuencia que entona los sentimientos de la mujer zacatecana que es siempre colosal y necesaria en todos los ámbitos de la vida cotidiana, el eje central, la maravilla del mundo.

Y sí, también visible en esa zona sagrada de Taberna libraría donde el hereje de Macias el poeta y editor -y también pintor de los buenos- reúne a lo más granado y prolífico de las artes zacatecanas y quizás sin proponérselo, es el mesías, el justo juez, el imán resplandeciente.

Y ahí la clicamos a la Eli Cuevas en tanto el frío de los inviernos nos subía a las azoteas a hacer fogatas, reuniones sorprendentes con resonares inmortales, nunca presuntuosos, apenas al calce de una generación de zacatecanos que son la envidia de México y el orgullo del mundo por su apariencia, su quehacer cotidiano, sus artes que como la joven maestra Eli Cuevas, dan la hazaña, el presentimiento capaz de nuevos tributos a la fama y el reporte genuino de una proeza que jamás olvidaremos.

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