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miércoles, 17 abril, 2024
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Reto de la minería, mantener el extractivismo o estimular la creación de sistemas productivos locales

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Por: La Jornada Zacatecas •

Los desequilibrios entre las regiones de México son resultado de procesos acumulados a lo largo del tiempo, mismos que se han acentuado a partir del modelo de apertura comercial y la puesta en operación del TLCAN. El México de hoy se divide en tres regiones: 8 estados favorecidos durante el periodo del TLCAN; 10 poco favorecidos como Zacatecas y 14 estados en condiciones de estancamiento. Sus dinámicas económicas son excluyentes y contrapuestas en términos de intereses regionales.

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Durante el periodo conocido como desarrollo estabilizador, la inversión pública se concentró en las principales ciudades, o bien se canalizó hacia macro proyectos sectoriales de infraestructura que generaron limitados procesos de crecimiento sostenido del entorno territorial pero poca capacidad de traducir ese crecimiento en bienestar social. Se favoreció la concentración territorial en pocos lugares (Cancún, Puerto de Lázaro Cárdenas, Sistemas de riego en el noroeste, etc.) y se acentuó el desequilibrio entre regiones, estados y ciudades. Se hicieron notorios problemas sociales como la pobreza y comenzó el abandono de zonas rurales antes productivas. Los programas de impulso industrial indujeron en las ciudades mecanismos de atracción que operaron en el mismo sentido: se concentró la inversión y la población y se desalentó el crecimiento de las regiones más pobres; la macrocefalia urbana se hizo presente y se manifestó la crisis del sector agropecuario medida como desbalance notable respecto de los otros sectores productivos.

Con el TLCAN se acentuó la desigual estructura regional que ya persistía y creció la polarización social. Se perfiló un claro esquema de regiones que avanzan a ritmos y condiciones propias de los tiempos actuales, y otras estancadas o en pleno retroceso derivado del desfase tecnológico, del declive de su planta productiva y de la ausencia de políticas adecuadas de incentivación de sistemas productivos locales y cadenas de valor. Como es evidente, a Zacatecas se le asignó el papel de receptor de capital extranjero para la minería, y un sector agropecuario atrasado con pequeños lunares para la agricultura de exportación.

También se reconoce que con el TLCAN las exportaciones mexicanas crecieron de manera relevante, pero los efectos benéficos de equilibrar crecimiento con desarrollo social y generación de mayor empleo no llegaron. Las asimetrías regionales entre los estados del Norte y el Bajío respecto de los ubicados en el Sur también se acentuaron. En el nivel metropolitano, las ciudades ensancharon las diferencias de concentración entre aquellas zonas urbanas que históricamente han sido los ejes del crecimiento económico regional (Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara); se consolidaron otras ciudades de segundo nivel en la franja fronteriza y el altiplano mexicano; las ciudades medias y pequeñas se duplicaron en número en los últimos 25 años. Sin embargo, se acentuó la polarización dentro del sistema urbano nacional y se despobló el México rural.

Desde nuestro punto de vista, la estrategia de desarrollo regional del país debe asumir el reto de impulsar mecanismos de complementariedad territorial sobre una base predominante de desarrollo endógeno, para lo cual se requiere que las grandes empresas del sector minero se asuman como tractoras de una amplia red de empresas medianas y pequeñas que tomen en sus manos el proceso en su conjunto para superar el extractivismo actual. Al mismo tiempo, deben priorizarse  actividades de capacitación y estimularse las inversiones en ciencia y tecnología orientada a detonar la innovación en el sector minero y en el agropecuario más atrasado.

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