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martes, 23 abril, 2024
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Descomposición social

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

  • Futuro Sostenible

Desde la trinchera de mi habitación cometo el error de encender el televisor, las noticias presentadas son más cercanas a la ficción que a nuestra propia realidad o, mejor dicho nuestra realidad está desbordada más allá de la ficción, voy al relato: un niño de 8 años es apuñalado y golpeado por la instrucción de una madre que quiere vengarse de su ex marido, en el trayecto al hospital el menor pide no morir porque quiere jugar futbol, su anhelo se interrumpe y muere pese a los esfuerzos; la televisión muestra un video de una pareja y una bebé como de dos meses que es aventada en la cama y golpeada por los pies del supuesto padre que goza con la tortura de la niña ante la complacencia de la madre, otra más, una persona en silla de ruedas del sexo femenino se encuentra postrada frente a un hospital particular que le negó el servicio médico y que provocó su muerte, en la banqueta, sus familiares lloran junto a la mujer que se encuentra cubierta de la cara por una cobija.

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Poco pude dormir esa noche y pienso al igual que el comunicador, que vivimos una descomposición social muy marcada, si bien es cierto, los órganos del estado han cometido muchas estupideces con el pueblo; administraciones fraudulentas, funcionarios ricos que se hacen de una fortuna de la noche a la mañana o durante su paso por la administración pública, crisis de partidos políticos como la vivida actualmente por el PRD y de la cual se quiere hacer leña como si los demás partidos no tuvieran cola que les pisen, en fin, temas hay para adentrarnos a su análisis pero contrariamente, muchos integrantes del pueblo en lo individual, dejamos mucho que desear en nuestro diario proceder, somos (sólo algunos para no generar ofensa) un cúmulo de carga genética positiva o negativa, de educación buena o mala, de creencias e ideologías que hemos mamado desde la cuna y que cargamos a cuestas hasta nuestra última morada; cada uno de nosotros somos el resultado de nuestras experiencias vividas, así, opinamos bien o mal del matrimonio, de los hombres o las mujeres, de determinados líderes o sagrados compadres al igual que de nuestros dioses y vírgenes; nos arrodillamos el domingo en los templos o le cantamos al santísimo y nos blanqueamos en pureza, pero toda la semana somos unos hijos de la tiznada, hipócritas, malos ciudadanos, pésimos integrantes del tejido social, contribuyentes de la corrupción y la injusticia, traidores y vividores del poder, cómplices de nuestra clase política, vendedores de la patria y de la inoperante democracia ante los bultos de cemento y de las varillas con las que construimos nuestros propios muros, aquellos que nos alejan de una vida digna para todos, los mismos que ensanchan la brecha entre ricos y pobres, pues nosotros los de abajo, sólo recibimos las migajas de la inconmensurable riqueza de nuestro país, mientras que otros viven en la opulencia, en la vida del primer mundo, sin preocuparse en estirar su gasto o darle prioridad al pago de colegiaturas o medicinas; algunos más son aduladores de quiénes llegan al poder a sabiendas que lo hicieron con engaños con campañas de imagen, vacías pero sublimes con personajes identificados como bonitas o guapos pero nulos pensadores, como si el divino diera todo al mismo tiempo; advierto que habrá molestia en aquellos que se identifican con uno o con otro de los personajes descritos, porque eso sí, también quedarse callado es una virtud premiada por el sistema como si con eso se resolviera el gran caos en el que nos encontramos.

La retahíla citada anteriormente debe llevarnos a la reflexión y a la actuación, pues también nuestra simulación y nuestras malas actuaciones en lo individual, abonan a la edificación de la podredumbre en la que nos encontramos todos y cada uno de nosotros. Si Usted es una excelente persona lo felicito sinceramente, de lo contrario, piense en cambiar el rumbo y estilo de su vida para que no contribuya desde su mundo a la destrucción del mundo de todos, pues está visto que estamos hasta la madre de muchas cosas y sin embargo, nosotros mismos no movemos un dedo para solucionar nuestros problemas inmediatos, le pedimos a lo sagrado salvación y, le exigimos al gobierno un mejor presente, mientras jodemos al prójimo, herimos a nuestros amigos, no valoramos lo bueno y a buenas personas y, traicionamos a México con nuestros actos. ■

 

*Representante de Zacatecas ante el

Consejo Consultivo Nacional para el Desarrollo Sustentable

[email protected]

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