Ya en una ocasión anterior les había hablado de esta obra de teatro. Fue cuando se presentó por primera vez en el Centro Cultural del Bosque. Con perdón del director de este diario lo hago de nuevo, lo de hablarles de la obra de teatro, por si están por viajar a la Ciudad de México, por si buscan ofertas culturales, porque me parece que, dramatúrgicamente, es un texto que está bien llevado.
Conste que no hablo ni a tontas ni a locas: yo mismo tengo como pasión escribir obras de teatro y ya tres de mis obras teatrales se han presentado, por distintas compañías teatrales, con muy buenos resultados. Pero el teatro no se lee, o al menos no se disfruta de una manera completa si nos quedamos tan solo en ese proceso. Leer ayuda a los que van a crear la obra, a los que están involucrados de lleno en esos duros y difíciles procesos. A los actores, sobre todo, cuyo reconocimiento tiene que ser gigantesco porque si no eres de ese tipo de teatro comercial con tanta pobreza en sus propuestas (textitos), vivir del teatro, dejarte la vida en el escenario, presentarte incluso con un teatro vacío es digno de aplaudirse de pie.
No es nada fácil hacer teatro independiente en México. Lo sé porque lo he vivido de cerca y tengo muchos amigos actores, amigas actrices, dramaturgos, pero también me queda más claro, lo de que no es nada fácil, porque los mismos artistas me comentan cómo les va con sus proyectos culturales, qué es lo que tienen que hacer para sobrevivir o para sacar adelante los mismos.
Es el caso, por ejemplo, del director de esta obra de teatro, Ginés Cruz, quien me consta hace una labor titánica por presentar teatro, y en la mayoría de las ocasiones de muy buena calidad, al público, de mantener esa fe y ahínco que todos los artistas independientes tienen, porque en México la paradoja cultural ocurre de la siguiente manera: claro que cada año se destina una buena cantidad (podría ser mejor, pero es lo que hay) de dinero a la cultura de un país que necesita de mucha cultura, pero este dinero, y hablamos de miles de pesos, en muy pocas ocasiones llega a los proyectos culturales que realmente lo merecen, y Ginés Cruz les podría contar su tortuoso peregrinar para colocar una obra de teatro que aún tiene pendiente, debido a las corruptelas y clientelismo y negocios turbios que se hace desde una Secretaría de Cultura, al menos la de la CDMX, que es la dependencia que conozco de cerca (y de la cual un día les hablaré con más detalle), donde los mismos artistas, talleristas, asociaciones, son ignorados, porque no importan los proyectos, no importa el efecto que se quiera alcanzar, hay siempre una mano y una voz que toma las últimas decisiones y que favorece monetariamente a amigos y hasta familiares, fenómeno que nada debería extrañarnos en un país como México donde la mayoría de sus instituciones, muchas de ellas conformadas durante el priismo, no son sino nidos de parásitos que viven del Estado y que obstruyen los proyectos culturales que sí deberían llegar a la gente. Pero esto ya es hacer y contar política y a mí me interesa hablarles de los motivos por los que tienen que acudir a “Volver a Fuenteovejuna”, o bien pedir que dicha obra se lleve a Zacatecas, lugar donde por cierto ya se presentó Ginés Cruz con otro proyecto teatral.
Así que si consigo convencerlos pongan manos a la obra: a ellos, los que se encargan de poder llevar estos proyectos para ustedes, están para escucharlos y no para que hagan lo que se les pegue su gana: hagan escuchar sus exigencias culturales, porque eso mismo, esa mudez que se tiene, esa apatía de sus pobladores, hace que penosamente los distintos Estados de la República Mexicana vivan a la sombra de la cultura, recibiendo apenas las migajas que les ofrecen.
“Volver a Fuenteovejuna” trata acerca de Lope de Vega. Si ustedes no saben quién demonios es Lope de Vega es hora de que se actualicen. A mí me gusta el apodo que le pone Miguel de Cervantes: “Monstruo de naturaleza”.
Y si nos vamos a los números Lope de Vega sorprende el doble. Se han contabilizado más de tres mil sonetos de su puño y letra. Quédense con esa cifra. Piensen en ella. Imaginen que frente a ustedes tienen una copia de esos sonetos, qué altura tendría, cuántas hojas abarcaría en una edición de los sonetos completos de Lope de Vega, lo que es más emocionante literariamente: ¿a qué hora escribía tanto Lope de Vega?, porque se trata de uno de los mejores representantes del periodo que se conoce como Siglo de Oro en la literatura española y sí, tienen razón, el solo nombre del periodo ya nos indica que durante esos años no hubo sino grandes autores que escribían prolíficamente, como el mismo Lope de Vega, sino que lo hacían con una precisión y un talento destacables en todos los sentidos que se puedan ustedes imaginar. Digamos que Lope de Vega respiraba y escribía un soneto. Digamos que su obra literaria es una de las más extensas de la literatura Universal. Para que ustedes tengan una idea: la premio Nobel de Literatura Maria Wislawa Anna Szymborska escribió durante toda su carrera literaria unos 600 poemas.
La obra teatral inicia con una mala jugada: una de las tantas amantes de Lope de Vega, quien también es famoso por sus amoríos aventureros, y de hecho el actor Gerardo Taracena y su servidor en algún momento planeamos una obra de teatro que hablara de ellos, le propina un golpe que lo lleva a perder la memoria. Corre el Siglo XVII y Lope de Vega recibe el golpe mientras Lope de Vega ensaya con su compañía teatral lo que será su nueva puesta en escena, y todo un Best Seller de nuestros días, “Fuenteovejuna”, una de las obras de teatro más famosas de Lope de Vega, llevada al cine e historia ejemplar de hasta dónde puede llegar el anhelo de justicia de un pueblo. Lo que sigue a continuación en “Volver a Fuenteovejuna” es, como ya lo señalé, una serie de enredos con, señala el boletín de prensa: “música y evocaciones literarias, se revisitan otros temas cruciales para el mundo contemporáneo, como la importancia de rebelarse contra la opresión y la necesidad de mantener viva la memoria colectiva”.
El director Ginés Cruz agrega: “quisimos volver al clásico de Lope de Vega (el Best Seller que les he señalado) a través de una visión contemporánea, escenificar a uno de los grandes dramaturgos universales para contar una posibilidad de su vida con evidencias de su obra y biografía”. Esto, por lo tanto, se pone más emocionante: alguien, “un muchacho memorioso”, se oculta durante los ensayos para memorizar (a mí aún me cuesta trabajo creer tal proeza, pero recordemos que la memoria funciona de distintas maneras en el siglo VXII) y robar la obra teatral.
Vamos a los agradecimientos a todos los que están involucrados en la obra teatral. La dramaturgia es de la dramaturga mexicana Mariana Hartasánchez: “volver a tomar sus textos, los de Lope de Vega, para hablar del amor al teatro, volver a tomar sus obras para hablar de la tiranía y del poder de lo femenino ante ésta y, sobre todo, de cómo la opresión de lo masculino aún persiste en nuestros días. De ahí el título: “Volver a Fuenteovejuna”. La dirección corre a cargo del talentoso Ginés Cruz: “se trata, de alguna forma, de una especie de biografía no autorizada de uno de los más prolíficos escritores de la historia de la humanidad, el español Félix Lope de Vega y Carpio (1562-1635) mientras escribía ‘Fuenteovejuna’”. Hagamos un punto y aparte.
Quiero remarcar las actuaciones porque me parecen excelentes, se nota el dominio del escenario, de las herramientas que todo actor debe poseer, la rapidez en las mudas de vestuario, la rapidez para adaptarse a las atmósferas, la modulación de la voz, lo bien trabajado de un texto que tiene sus exigencias, están tras de la dedicación y el talento de Emma Dib y de Gabriela Betancourt, quienes además cuentan con el apoyo de un grandioso equipo: en la escenografía, vestuario e iluminación, Mauricio Ascencio; en la musicalización, Joaquín López Chapman; en el montaje y asesoría vocal, Carmen Mastache; en el combate escénico, Miguel Ángel Barrera; y en la producción, Miguel Romero.
No se la pueden perder, amigos y amigas. No sé qué es lo que tengan que hacer, pero urge que vengan a la Ciudad de México y que no se pierdan de esta gran obra de teatro. O que conjuren las voces para exigir que se lleve a Zacatecas, que se les ofrezca un espacio para presentarse. Bien lo vale, créanme, y si es necesario cuentan con todo mi apoyo para meter presión, porque en ocasiones se trata solo de eso, el dinero ya lo tienen, que no nos mientan.
“Volver a Fuenteovejuna” se presenta del 5 al 22 de septiembre, los jueves y viernes a las 20:00 horas, sábados a las 19:00 y domingos a las 18:00 horas, en el Teatro Benito Juárez (Villalongín 15, colonia Cuauhtémoc, Metrobús Reforma).
Admisión: Entrada general, $195. Los boletos se pueden adquirir en la taquilla del teatro y en las plataformas digitales de Ticketmaster. Para conocer la programación de la Dirección del Sistema de Teatros de la Ciudad de México, visite la página: www.teatros.cultura.cdmx.gob.mx o la aplicación TeatrosCDMX, disponible en los sistemas operativos Android e IOS y en las redes sociales: Facebook @TeatrosCdMexico, Twitter @TeatrosCdMexico e Instagram @teatroscdmexico.