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sábado, 4 mayo, 2024
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Silva, mal pasado. Guzmán: expectativas de renovación generacional

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

Muchos problemas se acumularon en la administración del ingeniero Armando Silva. El problema más complicado es el adeudo de la seguridad social de los profesores que ya rebasó los mil 200 millones de pesos. Esto es, llegó al nivel del presupuesto anual de la Universidad. En sus cuatro años no pudo resolver ni parcialmente el problema. Después de mucho tiempo sin saber de una huelga a él le estallaron dos consecutivamente, con las cuales casi nada se resolvió más que un pequeño fondo que ya no existe y algunas basificaciones insuficientes. En esos procesos se revitalizó el Spauaz logrando movilizaciones muy significativas, pero muy poco pudo lograr. Armando Silva fue cuestionado por los privilegios de sus funcionarios y de él mismo (el Rector cuesta 1.8 millones al año), pero no modificó ese aspecto: las primas de antigüedad (derechos sindicales) eran calculados sobre la base de su salario como patrones. Un adefesio. Una promesa de campaña del Rector electo fue la disminución sensible del costo de la burocracia a su cargo. Compromiso del cual estaremos atentos en si lo cumple o no. Observaremos la última quincena de los funcionarios de Silva y la primera de los colaboradores de Antonio Guzmán, y veremos si va en serio o no la intención prometida en campaña. En fin, Armando Silva se despide fuertemente cuestionado por los universitarios, por la sociedad y los diputados que lo acompañaron en la gestión. No hemos escuchado a nadie que lo reivindique: es un consenso el rechazo a su administración. Se le acusa no sólo de incapacidad crónica, sino de objeto de manipulación por parte del líder del Stuaz y de seguir consejos de grupos de interés que sólo se conducían por el brillo del dinero.

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Así las cosas, podemos afirmar el fracaso de la gestión de Silva Cháirez. ¿Y qué expectativa tenemos de la administración que sigue? Pues como los universitarios, tenemos la esperanza de un gobierno universitario transparente, ordenado y no dogmático, que actúe de acuerdo al caso específico. Que sea un gobierno donde las decisiones estratégicas sean tomadas en órganos colegiados como el Consejo Universitario y, por lo tanto, que llevan el consenso de las fuerzas representativas de la Universidad.

Pero sobre todo, esperamos que sea la expresión de una renovación generacional de la conducción universitaria: los antiguos liderazgos no deberán ser determinantes, sino las expresiones de la generación que empuja en la orientación de la UAZ. En la administración central y en el resto de las escuelas se observa una renovación generacional. Es importante que el nuevo Rector no se deje aprisionar ni por su grupo político (con intereses muy particulares) ni por antiguos líderes, sino que genere acuerdos con la gente de su generación. Y eso es vital porque significa que estará atendiendo el llamado de las personas que piensan en el futuro de la institución con la preocupación del presente. Si se deja aprisionar por su grupo político o los mencionados líderes, el resultado está escrito. La posibilidad de escribir otra historia está en las jóvenes generaciones.

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