En poco abonan al ambiente que se vive en Zacatecas declaraciones como las que hizo en su visita a Zacatecas, Gerardo Fernández Noroña, legislador federal del Partido del Trabajo.
Durante una conferencia de prensa, el izquierdista vio como un favor suyo suavizar su discurso al referirse al Gobierno estatal al calificarlo como infame, terrible y de incapacidad manifiesta.
Pero no sólo eso, remató con que el Ejecutivo, a quien dijo “compañero y amigo”, le ha quedado a deber a los zacatecanos.
Su discurso contrasta con el que en otras ocasiones se le había escuchado en Zacatecas, incluso cuando ha apoyado política y electoralmente a quien hoy gobierna la entidad y algunos municipios.
Insisto, en poco o nada ayuda, porque además aparece flanqueado por la senadora Geovanna Bañuelos de la Torre, quien desde su espacio en el Senado ha sido clara en mantener una relación de armonía con el Gobierno Estatal, al tiempo que permanentemente hace uso de la tribuna para alzar la voz en favor de los zacatecanos.
Lo mismo ocurre con el diputado federal, Alfredo Femat Bañuelos, quien mantiene un trabajo pie a tierra en las comunidades de su distrito, con acciones que obviamente van encaminadas a mejorar las condiciones de vida de los zacatecanos y sus familias.
Pero no sólo agarró parejo con el gobernador, también lo hizo con los alcaldes, aunque no puntualizó cuáles e interrogó acerca de su responsabilidad pública: “¿Para qué sirven?”, espetó.
Quizá el legislador federal no ha tenido conocimiento que son precisamente sus compañeros de partido quienes han pugnado en contra de la corrupción que ha imperado en el Estado principalmente en el trabajo realizado por las dos últimas administraciones encabezadas por gobiernos priistas.
Ha sido en el Congreso de la Unión donde, ante la pasividad de los encargados de atacar la corrupción durante esos periodos en el Estado, se ha buscado acelerar los procesos con los que se pretende ante las instancias correspondientes, demostrar la constitución de delitos en contra de la administración pública en Zacatecas.
Extensos expedientes contenidos en cajas y en cientos de datos digitales se tienen ya listos para que, justo con el apoyo de personajes como el hoy en mención, pudiera demostrarse que el combate a la corrupción en nuestro país alcanza otros niveles. Pero no, al menos en el caso, no ha sucedido.
Justo por eso creo que en nada ayuda mantener una postura crítica y por momentos hasta agresiva cuando en la máxima tribuna de la Nación, no existe el mismo nivel de solidaridad, deje usted al Gobernador o a los actores políticos, a los zacatecanos.
En este mismo espacio he detallado ya en varias ocasiones el tema de la percepción del nivel de inseguridad, un rubro en el que por desgracia no se puede negar que Zacatecas cuenta con dos de los municipios a nivel nacional con los índices más altos.
De tal forma que en las semanas pasadas externaba esa preocupación que seguramente usted comparte en el cómo en ciudades con mayor índice delictivo que en Fresnillo y Zacatecas, el nivel de percepción de inseguridad en menor, mientras que en aquí no se logra reducir.
Estoy convencido que el trabajo de manejo de crisis, resiliencia social y cultura de paz que poco a poco se emprende a nivel municipal y estatal, pero sobre todo con el apoyo de los actores sociales, en algún momento deberá dar resultados.
Pero, ¿cómo hacer que de un día a otro la población sane heridas sociales como saber que 2012 a 2016 con Miguel Alonso la entidad reestructuró del saldo de la deuda hasta llegar a un monto de 8 mil 425 millones de pesos?
Con 9 contratos de Deuda con 7 instituciones Bancarias, el saldo de la deuda pública en septiembre de 2016 fue por 7 mil 700 millones de pesos. Dinero gastado principalmente en promoción de la imagen, así como en gastos y salarios fuera de lo común.
No hay que olvidar que, durante el gobierno de Alejandro Tello, el Contador, se omitió las observaciones que del gobierno anterior se tenían superando los 100 millones de pesos.
Pero hablando propiamente de la seguridad, del 2015 al 2020 Zacatecas cayó 12 posiciones en el índice de paz, colocándose como uno de los tres estados con mayor incidencia delictiva. Quizá el señor Noroña no recuerde, pero entonces los homicidios dolosos crecieron en más de 400 por ciento, ubicando a la entidad como una de las 10 más violentas del país.
Así, el repunte de la violencia en Zacatecas, se dio durante la administración pasada. En 2015, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, registró en nuestro estado 286 homicidios dolosos, un incremento de 466 por ciento al cierre de 2021.
Haciendo cuentas, nada alegres, por cierto, hace más de seis años, el promedio de homicidios era de 0.78 por día, mientras que durante el año pasado fue el equivalente a 4.4 muertes cada 24 horas.
Es cierto, la muerte de una persona siempre será motivo de reacción, enojo, indignación y reclamo de la sociedad a quien gobierne. A las familias que pasan por esa desgracia, lo que menos les importa es el color del gobernante, los partidos que disputan el poder y las voces que se alcen en contra.
Por eso mismo, insisto, cuando escuchamos que la postura de los actores políticos, afines o de oposición, son para lucrar con el dolor de una sociedad con heridas permanentemente abiertas, el coraje es aún mayor.
En la Reunión Plenaria con presidentes Municipales un dato saltó a la vista, generando interés especial en los asistentes: los homicidios dolosos en los últimos 10 meses, teniendo como punto medio de referencia la Estrategia Zacatecas II que arrancó el 22 de noviembre de 2022 han tenido una reducción de 25 por ciento. Pasando de un mensual de 146 a 109. La diferencia entre un año y otro ha sido de 370 homicidios menos.
Insisto, al margen de los datos, los hechos y las posturas, al tomar actitudes y posturas como las mostradas para quedar bien, con no sé quién: Noroña se equivoca. Aquí se necesitan actores con ganas de trabajar por los zacatecanos y hacer equipo, no de venir a echarle sal a la herida abierta para sacar raja política.
