Dueño de un carisma sin control, Armando es más que una figura relevante de los moneros de la famosa revista EL CHAMUCO y los Hijos del Averno en donde con su destreza y estilo único, ha rondado junto a los grandes como Hernández, Rius, Naranjo, Ahumada y otros tantos que dejaron su firma en la buena honra, la solidaridad con las luchas sociales y el humor sobre todas las cosas.
Hacía años que su labor era aplaudida -lo es todavía- con su trabajo en el área de diseño editorial de la UNAM, como constructor idóneo de carteles y logotipos, la ilustración en trabajos educativos de diversas instituciones nacionales, además de conferencista, escritor, editor y toda una serie de oficios que lo han encumbrado como un hombre feliz y rodeado de los caricaturistas nacionales que siempre reúne y festeja.
Dos libros han marcado un antes y un después: 68, A CINCUENTA AÑOS, caricatura, historieta e ilustración, en donde reúne evidencias de altísima calidad testimonial y uno más: LEJOS DE LA LINEA, caricatura, política y un sarcasmo federalizado en donde se le sitúa al tal Gámez como un innovador en sofisticadas técnicas que lo han hecho famoso en diversos países y en galerías virtuales, en los metros o subtes, haciendo gala de personajes de la cultura, la política y los populachos.
Armando se nos perdió de vista algunos años, éramos de la gran familia del CLETA en donde fluyeron todas las corrientes artísticas musicales, poéticas y teatrales que lo llevaron a ser peregrino de países en giras inolvidables, el entonces “rizos” tenía una fórmula admirable: siempre cantando, sonriendo y contando historias, viajando por las carreteras y sobre todo dejando huella y memoria de una larga amistad que rindió frutos para todos.
Vayan estas líneas para una felicitación calurosa y un reconocimiento sencillo a sus pasos de gigante, de caricaturista de altos vuelos, de Mexicano universal que es a toda madre a cada instante y a cada trazo. ■
