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miércoles, 24 abril, 2024
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Las ineludibles reformas por la igualdad

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Por: La Jornada Zacatecas •

En este mismo espacio hemos dado cuenta del gigantesco problema de la desigualdad en México, y las cifras donde unos pocos ricos equivalentes tanto al 10 y luego al 1 por ciento se apropian de más del 40 por ciento de la riqueza total del país (no sólo del ingreso). Hemos caído en la cuenta de que el problema no sólo es la desigualdad personal de los ingresos, sino la desigualdad funcional de la riqueza, aquella distribución ente el sector del capital y del trabajo. También hemos argumentado de forma robusta que el papel del Estado es esencial para lograr revertir esta situación indeseable, que justamente la idea de la autorregulación del mercado ha sido la que ha provocado esa lastimosa realidad de país y que la pandemia ocasionada por el Covid-19 dejó ver la falla sistemática del modelo de desarrollo a nivel global.

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Pero el Estado no es una entidad monolítica a cargo del jefe de Estado. No es así. Por el contrario, al interior del Estado se libra una lucha de fuerzas que se mantienen en inestable equilibrio. El Estado es un espacio de antagonismo, pero siempre hay una fuerza que logra hegemonizar la conducción. Esta consideración es esencial, porque pensaríamos que dada la prueba inconcusa de que una redistribución de la riqueza por efectos de la intervención del Estado sería una bendición para los intereses generales de la república, luego entonces, lo más racional es emprender esas medidas de política pública para lograrlo. Sin embargo, las decisiones del Estado no son producto de un límpido ejercicio racional, sino son resultado de un cierto equilibrio de fuerzas políticas. En otras palabras, las decisiones estratégicas no son fruto de la racionalidad técnica, sino de la racionalidad política. Así las cosas, la pregunta es, ¿por qué el cambio de gobierno aún no ha traído reformas en la Hacienda Pública para detonar una espiral redistributiva? Pues la explicación está en las líneas arriba descritas. Veamos.

La correlación electoral no se traduce en automático en la composición en las fuerzas en el gobierno y, menos en el Estado. Los poderes económicos con sus múltiples ramificaciones también se hacen sentir en las propias bancadas del partido ganador al momento de poner en consideración la ley que pretendió gravar las herencias: fue rechazado por la dirigencia de Morena. Muchos militantes no daban crédito: ¿por qué lo legisladores de Morena, que nació con la misión de crear autopistas para la abatir la desigualdad, se opone a la ley que pone los medios para eso? Pues la respuesta está a la vista: esos legisladores representan o reciben presiones o buscan cobijo en los poderes económicos que mantienen el estado de cosas. Y en el gobierno ocurre algo similar. Así las cosas, mientras no se fortalezca un poder obrero y popular nacional con actuación independiente, el Estado seguirá sirviendo al Capital a costa del trabajo. Parece broma, pero Carlos Marx sigue teniendo razón en la lucha de clases.

El discurso en campañas son palabras de viento si no se concretizan en la creación de poderes sociales que hagan posible las grandes reformas. Morena es un muégano en el cual la dirección quedó a manos del ala centro derecha y parece que, pese a esfuerzos de personajes como Alfonso Ramírez Cuéllar, se diluye como una opción progresista, aquello que iba a ser también movimiento popular es cosa del anecdotario. Por su parte el Gobierno Federal tampoco ira al fondo, cumplirá la promesa de no crear ni incrementar impuestas y porque cuidará la estabilidad de su gobierno de los poderes especulativos. puede haber pequeños avances como la recién aprobada reforma a la Industria Eléctrica, pero para que exista requiere de impulso y respaldo social. Lázaro Cárdenas gestionó el poder popular que requería para emprender sus reformas, el gobierno actual pasando el proceso electoral podría valorarlo. En resumen, es muy importante que grupos progresistas de legisladores propongan y pujen por las grandes reformas que necesita el país, y con ello aglutinen la voluntad popular, pero no seamos tan optimistas en los resultados efectivos que pueden obtener. Pero justo es lo que hay que hacer: dar la lucha.

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