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sábado, 20 abril, 2024
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Los acarreados

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Por: RICARDO ARTEAGA ANAYA •

Desde hace algunas semanas, diversos actores políticos de la derecha e incluso algunos de ellos disfrazados al interior del proyecto de la 4T, comenzaron una campaña mediática para asegurar que en México se vive una polarización preocupante y que pone en riesgo nuestro modelo democrático, y por ende la estabilidad política del país, sin embargo, no deja de ser una campaña más para intentar tachar al Presidente López Obrador de intolerante, agresivo e incapaz de escuchar a esa minoría que perdió el poder político en el 2018. 

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Lo que sí sucede en nuestro país es un evidente cambio de conciencia política en el mexicano; desde hace años millones de ciudadanos comenzaron a agruparse en torno a un proyecto político, posteriormente se organizaron, y ejerciendo su ciudadanía, esa en la que se participa activamente en los asuntos públicos del país, conquistaron un triunfo político aplastante en las urnas y tomaron el poder en el país en representación de López Obrador. 

Este pequeño, pero gran cambio en el quehacer o ejercicio ciudadano, ha traído consigo un incremento en el debate público; nadie puede negar que hoy en día, la gran mayoría de los mexicanos debate e intercambia sus puntos de vista con otros ciudadanos, las familias cada vez más discuten entre sí los asuntos públicos, es decir, la discusión de la vida nacional, política y pública es cada vez más una constante al grado de que pudiera asegurarse que se está convirtiendo en algo muy común entre la población. Ahora es normal escuchar a otro ciudadano opinar sobre las acciones que realiza o no un presidente municipal, un regidor, un legislador, un gobernador y hasta el Presidente de la República, hecho que hace algunos años quedaba como un ejercicio entre unos cuantos como maestros, actores políticos y unos cuantos ciudadanos con una cultura política más arraigada y consolidada. 

A este debate e intercambio de puntos de vista entre ciudadanos, que además de ser cada vez más informado, es constante, la oposición quiere calificarlo como polarización e incluso emprenden campañas para buscar una supuesta reconciliación, es decir, en lo profundo de su conciencia, lo que buscan es frenar ese debate ciudadano y el objetivo es claro: evitar que continúe consolidándose una cultura política en el ciudadano, lo que acabaría cualquier esperanza de frenar la profundización de un cambio político en el país y con ello se dificultaría toda acción por regresar al sistema político del despilfarro y excesos de una clase política. 

A la par de esta campaña de la búsqueda de una supuesta reconciliación, emprenden otra todavía más agresiva y ofensiva para todo aquel mexicano que se atreve a manifestar su apoyo al proyecto político del Presidente López Obrador, cansados de asegurar que vivimos polarizados, califican de borregos, chairos, y acarreados por un frutsi y una torta, a quien quiera que se atreva a organizarse, a pensar en sentido político e incluso quien pudiera siquiera considerar poner unos pesos de su bolsa para viajar hasta la Ciudad de México para mostrar su respaldo a un proyecto político. 

En su percepción de democracia, esa que juran defender, se atreven a asegurar que el Presidente polariza al señalar los actos de corrupción y mentiras que a diario repiten, mientras que ellos emprenden campañas mediáticas con todo el peso político y económico para frenar en la conciencia colectiva, la idea de que un ciudadano tiene el derecho de involucrarse en los asuntos públicos, y peor aún, intentan hacernos creer a millones de mexicanos, a la gran mayoría, que no tenemos el derecho ni la capacidad de manifestar, de forma libre y consciente, nuestro respaldo en torno a una idea o proyecto de nación; dicho de otra forma, quieren evitar a toda costa que el mexicano consolide una ciudadanía participativa. 

Los violentos acusan de acarreados y violentos a quienes con ideas, argumentos y voluntad propia se suman al respaldo de un proyecto de nación en beneficio de todos, los que nos acusan de violentos, emprenden una y otra vez, campañas para agredir y ofender a todo aquel que no piensa igual que ellos sin darse cuenta de que son una pequeñísima minoría frente a una aplastante mayoría, la que mantiene el poder político en el país desde el 2018 y lo mantendrá al menos otro sexenio.

La marcha de los acarreados, como la llama la derecha, expuso nuevamente el clasismo, el odio, la limitación intelectual y la incapacidad de comprender una visión de país y de la realidad distinta a la propia de unos cuantos. 

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