México, DF. En el primer concierto de su gira 500 noches para una crisis, Joaquín Sabina interpretó una vientena de sus éxitos, mismos que dejaron un profundo sentimiento entre los casi 10 mil asistentes al Auditorio Nacional.
Por dos horas y media, el cantautor envolvió con al público con sus temas de amor, que exigen como única prueba morir por el ser amado. El clima del proceso amatorio no es para Joaquín el encuentro de dos cuerpos, sino el instante del cortejo en el que ambos seres se aceptan, previo al sexo. Es la conquista, el fin eterno.
Gran respuesta del público que por momentos le arrebató la voz para cantar y corear la serie de temas consabidos y lo que el español llamó un estreno, su propia versión de una composición de Bob Dylan que esperaba cantar desde hace 40 años, y que lleva por título Ése no soy yo.
La gente se despidió de Joaquín coreando la emblemática canción de Los buenos borrachos.
