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sábado, 10 mayo, 2025
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Sigue el bochorno, pero la nave tiene que zarpar

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Por: ROLANDO CORDERA CAMPOS •

En algunos sectores sigue dominando y, al parecer, en el poder mismo, la idea de que, con sólo negar los problemas o las amenazas, éstos tienden a desaparecer. Y sólo quedan entonces los enemigos malos, ahora calificados de carroñeros desde la mera cumbre.

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Dentro de este grupo, la Presidenta agregó al respetado colega Raymundo Riva Palacio, acusado de rijoso buscapleitos. La colección de enemigos malos crece y se diversifica, ahora que las cohortes de Morena incurrieron en un litigio mayor al proteger a un truhan y dejar a muchas de sus propias militantes en la orfandad política e ideológica, cuando la feligresía en San Lázaro se quedó sin habla y argumentos, por lo que se remitió a gritar no estás solo, reduciendo el infame episodio a una mascarada de cómicos desafortunados y peores primas donnas.

Mala semana, ésta que se prometía como prólogo a las conversaciones de la Presidenta con el golpeador de Washington; perjudicial para un sistema político que no encuentra ni eje ni objetivos y está cerca de aquella mítica calificación de democracia sin adjetivos que tan famoso volvió a su autor, Enrique Krauze.

La degradación de nuestra política democrática se acentúa si desde estos tristes miradores nos asomamos al mundo que Trump y su Junta quieren demoler a golpe de hachazos. De lo que se trata, dicen, es de reindustrializar a Estados Unidos de América con cargo a un mercantilismo elemental y rupestre, pero no por ello menos destructivo, que pondrá en riesgo inminente a la economía mundial que conocemos, pero también a su principal promotor, hasta hace poco asentado en la Casa Blanca y sus poderes.

De avanzar por esa ruta, que frívolamente ofrecen al mundo los personeros del MAGA trumpiano, los mil y un acuerdos y convenios tejidos al calor de la euforia globalista de fin de siglo quedarán abruptamente denunciados y sus principales autores, nosotros desde luego, navegando al pairo o de plano al garete. Y sin puertos de alivio en el horizonte.

Es la hora de plantearnos revisiones y proyectos ambiciosos, sostenía antier mi colega y querido amigo Ramón Carlos Torres. “Con Estados Unidos, pero también con China… con prudencia y pragmatismo… (en pos) de una suerte de tercera vía”, nos propone el distinguido embajador Sergio Ley. Sin dejar de reconocer en todo lo que implica que nuestras fuerzas productivas viven un nefasto y largo momento de parálisis, un estancamiento que, según Enrique Cárdenas, de mantenerse nos llevará a un empobrecimiento generalizado. (El Financiero, Del estancamiento al empobrecimiento, 27/3/25). Triste y ominoso escenario el que parece irse imponiendo que debiera conducir(nos) a emprender amplios diálogos y afirmar voluntades políticas, asumiendo lo complicado del momento.

Ayer optamos por explorar las ventajas que ofrecía el mercado más grande del mundo y pudimos realizar algunas mutaciones en parte de las estructuras económicas y laborales que nos definían como una economía política sometida a un estancamiento estabilizador, como solíamos llamarle Francis Suárez, este escribano y varios colegas más. Y algo, no menor, se consiguió en ese empeño.

Lo que no se logró fue dar lugar a un crecimiento económico socialmente satisfactorio, generador de muchos y buenos empleos y de excedentes para apurar el paso en materia de justicia social y bienestar para todos. Y es así como nos ha capturado la amenaza estadunidense que hace tiempo dejó de ser promesa.

Sin pretender hacerla de augur, me temo que lo que Trump y compañía quieren convertir en plan maestro para el mundo y sus alrededores es una especie de mercantilismo imperial donde sus ocurrencias manden. De ser el caso, parece inevitable esperar daños importantes sobre nuestra vapuleada economía política y afectaciones a las mayorías que conforman nuestra sociedad. De ahí que sea precisamente en nuestras carencias y brechas económicas y sociales, así como en nuestra atribulada política democrática donde habrá que poner la máxima atención y el más comprometido de nuestros esfuerzos.

Ante lo que ya nos han recetado Trump y su banda, no se valen mezquindades y gritonadas, como las que abrumaron las tristes horas del espectáculo legislativo.

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