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lunes, 18 marzo, 2024
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Indolencia institucional, violencia y una lucha por la vida en Mazapil

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Por: SERGIO ELIAS URIBE SIERRA •

El panorama que se percibe en Mazapil, donde desde 2006 se instaló la trasnacional GoldCorp, una de las empresas canadienses más importantes del mundo y especializada en la extracción de oro, nos demanda suma atención. En 2009 comenzó a trabajar formalmente y por consecuencia inicio el malestar de las comunidades afectadas por el desarrollo del emprendimiento minero, cuya modalidad es a cielo abierto. Fue en 2012 que se pudieron replantear las negociaciones, en ese año los ejidos Cedros y el Vergel lograron reajustar lo firmado en 2009, sin embargo, los acuerdos quedaron nuevamente en favor de la minera, ya que es ambiguo definir cuánto vale la destrucción de los territorios.

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Fue hasta el 26 de septiembre de 2016, dos años después de la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, que el Sindicato de Unión de Transportistas de Mazapil, Zacatecas tomó las entradas a la minera “Peñasquito” exigiendo la renovación de los contratos para transportar material proveniente del desarrollo minero. A lo cual, después de ver que la empresa no respondía a la demanda de los transportistas que en su mayoría también son ejidatarios, personas integrantes de los diferentes territorios afectados se dieron cita para apoyar.

Este acontecimiento marco la historia, por primera vez los territorios afectados confluían en un espacio de lucha contra la trasnacional. Acudieron de diferentes ejidos, entre ellos el de Mazapil, Cedros, El Vergel, Cerro Gordo, Toreo, Tecolotes, Enrique Estrada y San Tiburcio pertenecientes al municipio de Mazapil; además el ejido Matamoros de Melchor Ocampo. La mayoría de estos ejidos sufren diversas afectaciones, como son: las asimétricas negociaciones por la renta temporal de tierras; la exclusión del trabajo en la mina, pues de un estimado de 4000 empleados menos de mil son de la región; la construcción de carreteras y/o caminos en tierras ejidales y el nulo pago a los propietarios; la extracción y contaminación del agua; la afectación de suelos y aire por los desechos tóxicos que en su mayoría perturban las tierras de cultivo; daños a la salud de las personas, animales y plantas; y en general, una devastación ambiental que va creciendo paulatinamente y que repercute no solo en ejidatarios y transportistas, sino en todos: niños, niñas, jóvenes, mujeres y personas mayores.

Bajo este escenario, se presenta un “drama minero” en estos territorios, por lo impactos que genera este tipo de minería y por las promesas expuestas por las empresas en torno al desarrollo y crecimiento económico, mismas que son mero espejismo. Además, al interior de las vidas de las personas afectadas se presentan cambios, dislocaciones, contradicciones y sobre todo, disputas. Pues debido a los intereses que surgen, se crean divisiones e imaginarios que chocan, unos tienden a la estela dominante y otros a la que embarga a quienes sienten el arraigo por su tierra y por la vida, o en otras palabras, por su “terruño”.

Es crucial resaltar esta confluencia de actores ya que dio pauta a una construcción identitaria de manera colectiva, algo que no se había logrado. La acción colectiva se enroló en el lema “Nuestra lucha es por el territorio, por el agua, por la vida y el empleo” y así se constituyó el 01 de octubre de 2016 el “Frente de Comunidades Afectadas por la Minería” (FCAM.).

El pasado martes 04 de octubre, luego de varios intentos por llegar a una negociación entre las partes, el gobierno del estado de Zacatecas presionado por la trasnacional decidió utilizar la fuerza, mando 300 efectivos a recuperar las instalaciones de la mina. Acto que se reprueba, pues desde iniciada la movilización se instó al diálogo, no obstante, los directivos de la empresa querían llevarlo fuera de Mazapil, pero los integrantes del ya constituido FCAM se negaron, pues es mejor resolver los problemas en territorio propio, todo ello, después de la experiencia que dejaron las negociaciones de 2009 y 2012.

La respuesta del gobierno estatal dejó en claro que no le interesan los territorios, evidenció que su función es estar al servicio de las trasnacionales por encima de los atropellos que éstas cometen. En lugar de manifestar desaprobación por el incumplimiento de los acuerdos, o por el deterioro ambiental y por los daños a la salud, mostró una actitud de indolencia institucional, utilizando el brazo legítimo de la violencia para desarticular la movilización.

No se permitirá que deslegitimen un movimiento que ha costado tanto, por ello se resalta el orgullo que se siente por lo que se ha logrado en la región semiárida de Mazapil, donde diversos actores dejaron el temor y ahora claman por que se haga justicia, porque se les respete y porque se reconozca dignamente su lucha. Porque pelean por demandas justas y porque esto que se está sintiendo alrededor del drama minero, es apenas el inicio del vendaval que se avecina si no se le pone un alto a la ofensiva extractiva. Por ahora se mantienen a la espera de un diálogo y con la esperanza infranqueable.n

 

* Estudiante del Doctorado en Desarrollo Rural UAM-X. Correo: [email protected]

 

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