La presidenta electa Claudia Sheinbaum dijo el 23 de julio 2024, que se continuará con la misma política económica. Mencionó que no habrá mayores déficits presupuestales y necesidad de mayor endeudamiento, lo que implica la continuidad de las políticas neoliberales del gobierno actual, por lo que la política fiscal seguirá actuando en forma pro-cíclica. Es decir, no contrarrestará la caída del consumo e inversión privada, ni el impacto negativo que el déficit de comercio exterior tiene sobre la economía nacional. Anunció que el déficit fiscal en el 2025 será del 3% del PIB, lo que implica que será financiero, derivado del pago del servicio de la deuda que se ha incrementado por la alta tasa de interés y que se trabajará con superávit primario (el que excluye el pago del servicio de la deuda), lo que implica que continuarán los recortes presupuestales de inversión y el gasto público, por lo que se acentuará la desaceleración de la economía.
Continúan los mismos planteamientos de que “hay espacios para reducir presupuesto de operación”, por lo que seguirán recortando secretarias y dependencias gubernamentales y empleo del sector público, que es lo que quiere el neoliberalismo. Reducir el tamaño y participación del gobierno en la economía, para dar más espacio al mercado comandado por la cúpula empresarial, que nos ha llevado a menor crecimiento económico y a mayor desigualdad de la riqueza.
La presidenta electa también anunció que habrá “nuevos programas de bienestar” y que hay recursos para ellos. Tales programas les han sido benéficos para el partido oficialista, y de ahí los resultados electorales del pasado mes de junio por lo que continuarán y se ampliarán. Sin embargo, dichos programas no han dinamizado el mercado interno y la economía, debido a que se benefician de recortes presupuestales en inversión pública y en otros rubros, por lo que no hay incremento de demanda adicional, ya que se inscriben dentro del equilibrio fiscal.
Así como el gobierno saliente apostó al tren Maya, al tren del Istmo de Tehuantepec y a la refinería Dos Bocas, obras que no apuntalaron a la economía nacional, la cual muestra un estancamiento de 0.9% promedio anual en el presente sexenio, el próximo gobierno coloca como prioritario el proyecto de trenes de pasajeros, lo que tampoco tendrá un impacto significativo sobre la economía. Más que trenes, la economía requiere de impulso a la producción de granos básicos, cuya escasez está presionando sobre precios, como sobre importaciones. En la primer quincena de julio, el precio de los productos agropecuarios tuvieron un aumento anualizado de 25.69% en frutas y verduras y las importaciones de maíz y frijol rompen récords cada año y no se contempla política alguna frente a ello, ni para el impulso al sector manufacturero nacional el cual, al igual que la producción de granos básicos, ha sido desplazado por las importaciones baratas que origina la política de apreciación de la moneda nacional, como por el contexto de libre movilidad de mercancías con cero aranceles a las importaciones. Los recursos que se anuncian para el tren de pasajeros deberían canalizarse al impulso de la producción agrícola y manufacturera, como a la generación de empleo bien remunerado.
No se puede dirigir el país en torno a ocurrencias con llamados proyectos prioritarios que no encaran los reales problemas productivos que son causa de la inflación y el déficit de comercio exterior que prosiguen en el país y frenan el crecimiento económico y nos lleven a depender de la entrada de capitales. Ello hace que predominen altas tasas de interés y de austeridad fiscal y estabilidad de tipo de cambio para promover la entrada de capital financiero y a no tener política económica para el crecimiento.