La Gualdra 529 / Cine / Festival de Cannes 2022
Regresaba a Cannes el multipremiado realizador Cristian Mungiu, uno de los principales representantes del nuevo cine rumano, que él mismo contribuyó a asentar. Palma de Oro en 2007 con 4 meses, 3 semanas y 2 días, y premio a la Mejor Dirección en 2016, el realizador ha radiografiado los problemas históricos que su país lleva atravesando desde la caída del comunismo.
Un crisol en crisis
En RMN, Mungiu sitúa su relato en Transilvania, región de Rumanía que fue desmembrada y pasó de un estado a otro lo largo de las conquistas e invasiones ocurridas en el este de Europa. Como consecuencia de esta historia agitada, la población de la zona está compuesta por personas de distintos orígenes, etnias, lenguas y religiones.
Esta circulación se ha visto acentuada por la precaria situación económica del país y su difícil encaje en la globalización. Los dos protagonistas representan las dos caras de estas transformaciones. Matthias, originario de un pueblo de Transilvania, trabaja de matarife en Alemania. La primera secuencia muestra cómo debe huir del matadero tras agredir al encargado alemán, que lo había llamado «gitano vago», y cómo regresa clandestinamente a su país evitando los controles fronterizos. Csilla, amiga de infancia de Matthias, de origen húngaro, ocupa un puesto importante en la fábrica de pan del pueblo, que tiene dificultades para cumplir los estrictos criterios para obtener financiación de la Unión Europea.
Crónica de un enfrentamiento
Al inicio, la película parece girar alrededor del drama familiar, mientras se forma un triángulo amoroso entre Matthias, su esposa y Csilla. Sin embargo, la decisión de la fábrica de contratar a trabajadores originarios de Sri Lanka introduce un giro y desata las tensiones que se mantenían latentes entre los habitantes del pueblo, y repercutiendo de rebote en su relación.
Mungiu pretende pues ofrecer una radiografía de las tensiones que sacuden Europa, proponiendo una aproximación frontalmente política una de las tendencias que hemos podido observar en la selección de la Competencia Oficial, como en Triangle of sadness del sueco Ruben Östlund. En una de las secuencias finales, se reúnen todos los habitantes del pueblo para exponer sus posiciones: desde las reivindicaciones xenófobas hasta la crítica de la Unión Europea, estas voces expresan todas las facetas del resentimiento que afecta a los excluidos del bienestar económico.
Para balancear esta exposición de las tensiones políticas que corre el riesgo de convertir a la película en una disertación de sociología, Mungiu convierte al bosque que rodea el pueblo en un espacio primitivo, sombrío y amenazador, poblado por huidizas figuras humanas, osos salvajes y ahorcados, cuya presencia pretende añadir una capa de complejidad a la película, para escribir un cuento oscuro.
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