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jueves, 28 marzo, 2024
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La ciudad que somos*

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Por: SALVADOR CAMACHO SANDOVAL •

La Gualdra 520 / Libros

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Este libro es una reedición. Inicialmente se publicó en 2005 y desde entonces han ocurrido muchas cosas en el mundo, en México. En este lapso, la ciudad de Aguascalientes cambió y yo con ella: se incorporó a la globalización de las cadenas de producción y de comercio a nivel internacional. En 20 años el número de habitantes creció en la misma cantidad que en los cuatrocientos años anteriores. Sus habitantes saben de las ventajas de esa transformación, pero también les preocupa mucho que estén padeciendo un deterioro notable del medio ambiente, que ni gobiernos ni la sociedad se han preocupado y ocupado lo suficiente para mejorar.

En 1986 el historiador Jean Meyer advirtió que en Aguascalientes podía vivir, a su escala, los males de la Ciudad de México y Guadalajara. Y precisó en un escrito reunido en este libro: “El crecimiento en sí no es malo, pero hay que controlarlo, canalizarlo… La ciudad debe idear, proyectar, dirigir el crecimiento en todo el estado (no solo en la ciudad) y un poco más allá”. Meyer escribió en 2004 que lo que había señalado en 1986 “resultó ser una profecía cumplida”. ¿Qué dirá ahora de la ciudad de 2022? 

En estos últimos dos años, la pandemia se convirtió en otro factor radical de cambio, porque ha trastocado muchos aspectos de la vida en sociedad y su impacto ha sido planetario, por lo que nos ha puesto a pensar sobre limitaciones y prioridades en todas las esferas de la vida social, familiar y personal. En Aguascalientes, como en Zacatecas y otras ciudades de México, la pandemia evidenció la desigualdad social con mayor claridad. También provocó dificultades grandes para ofrecer adecuadamente escolaridad virtual entre niños, adolescentes y jóvenes pobres de zonas marginadas.

En este libro se da la voz a quienes han vivido por década en la ciudad, también a los jóvenes. De igual manera, invité a quienes llegaron a ella a trabajar o a estudiar y se quedaron. Como escribió Mariana Terán Fuentes en el prólogo, el libro es una polifonía de voces, un conjunto de expresiones diversas que hay que conocer. Nos encontramos con testimonios de quien vivió su infancia en una vecindad, el que llegó de la Ciudad de México con deseos de regresar y nunca volvió, la carta de la abuela que describió a sus nietos la ciudad de los años treinta del siglo pasado, el nostálgico de esa ciudad ferrocarrilera que recorrió caminos, la que se enamoró de la Alameda y su historia, el médico que se perdió en un viejo cementerio, la solidaria que nos asoma a la ciudad gay, el poeta que enfrenta la mojigatería recordando la polémica del mural del palacio de gobierno, otro que recorre bares típicos y visita la zona roja, el actor que recuerda las puestas en escena de los Teatristas de Aguascalientes, el historiador que nos comparte las hazañas de un bandolero del siglo XIX, el hijo de una familia hacedora de dulces típicos que ya poco se consumen, el hombre mayor que cuestiona el rumbo de la Feria de San Marcos, el joven que narra sus encuentros amorosos en su barrio, el amigo que dejó el seminario diocesano y rememora su paso por él, el que denuncia la represión a jóvenes en una fiesta rave de invierno; en fin, en este libro hay un recorrido por la ciudad, en la que 80 personas comparten sus vivencias, opiniones y sentimientos. Todos ellos, “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. 

Todo esto es nuevo, es el presente, pero también es el ahora que nos obliga a imaginar un mejor futuro. En mi caso, en esta ciudad, el futuro que imagino y que deseo para las nuevas generaciones -de las que forman parte mis hijos y mi nieta-, es la de una ciudad que valora a las personas, su bienestar integral, sus emociones. Una ciudad libre de violencia, con excelentes servicios de educación y salud, con empleos dignos y sin pobreza ni marginación; una ciudad inclusiva, segura para las mujeres (que puedan caminar por ella a cualquier hora y en cualquier lugar); una ciudad amable con los ancianos, con los enfermos, con los discapacitados, con los niños; una ciudad verde, llena de parques y sin contaminación, con menos carros y atenta a los ciclistas y al peatón; una ciudad limpia y que recicla; una ciudad con huertos urbanos y generosa con los animales; una ciudad con habitantes que sepan pensar globalmente y actuar localmente; una ciudad con una riqueza cultural que nos haga mejores personas y nos amplíe la perspectiva del mundo y de la vida. Y en esta visión, la alegría de habitar cabe perfectamente como uno de los propósitos centrales en esta utopía, la cual, por fortuna, comparto con muchos de los que en este libro participan y, seguro estoy, con muchos de sus lectores.

* * *

Camacho, Salvador (Coord.) (2021). La vuelta a la ciudad de Aguascalientes en 80 textos. México: Universidad Autónoma de Aguascalientes / Gobierno del Estado de Aguascalientes.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la-gualdra-520

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