Sólo porque le dijo que no. Cerró la puerta. Clausuró las ventanas. Dejó que el café se enfriara y las conchas de chocolate se hicieran duras en el canasto. Los recibos se acumularon en la puerta y dentro del refrigerador se pudrieron todos los alimentos. Escuchó las dos letras de la palabra: NO, y se quedó callada, hizo de su casa el silencio. Se dejó caer en el sofá de la sala y ya no volvió a levantarse. Se quedó petrificada. Sin razón para moverse, para continuar, para vivir. Porque la muerte le había dicho no. No pasaría por ella. Ahora estaría la eternidad esperando a que llegara el día en que otra vez viniera, que se le acabara el enojo, se le bajara la muina y le hiciera el favor de decir la otra palabra: Sí. Ahora sí te toca.
https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_318