Actualmente, las niñas y niños están a expensas de vivir situaciones de riesgo o peligro en vulneración total de sus Derecho Humanos Fundamentales; igual en algún salón de clases, donde un maniático maestro puede acosarlos y abusarlos sexualmente, contando con el respaldo de sus compañeros docentes, ya que solamente cambian el cáncer de una escuela a otra, con la posibilidad de estrenar víctimas y afectar, de por vida, a los seres más importantes de nuestra sociedad. También puede suceder que, con las aventuras del día a día, un niño sea atropellado por una veloz patrulla de la policía municipal, que viaja a exceso de velocidad por cualquiera de nuestras calles, “disque” para acabar con la delincuencia y lo arrastre por más de treinta metros y que, gracias a la bicicleta que rueda con él entre las llantas, la patrulla se vea obligada a detenerse, para luego decretarse por el Ministerio Público que las víctimas son los policías, no el indefenso niño, cuya familia puede ser denunciada, yo creo que por abollarle el escape a la patrulla, faltaría más. En este contexto, mucho se debe trabajar para que, efectivamente, las niñas y los niños estén seguros entre sus familias, en sus escuelas y, en todos esos espacios donde intentan disfrutar de su vida. Tuve la oportunidad de asistir a un taller para evitar la revictimización de la niña o el niño que ha sido víctima de algún delito, y pues el tema es de por sí difícil; hablamos de infancias que ya han sido violentadas y que, en el mejor de los casos, se tiene que comunicar a su manera con alguna autoridad para buscar el castigo del agresor, este último puede ser un familiar directo, tan directo como el padre o la madre, un tío un primo, así sea el más “persinado” de la familia, pues de acuerdo con el Senado de la República, nuestro país ocupó, en 2019, el primer lugar en abuso sexual infantil, y cada año, 5.4 millones de niñas, niños y adolescentes son víctimas de abuso sexual en México; lamentablemente, 6 de cada 10 de estas violaciones se producen en casa y, en el 60 por ciento de los casos, el agresor es un familiar o pertenece al círculo cercano a la familia. Regresando al tema del taller, se proponen estrategias importantes a las autoridades y a los padres y madres, facilitan a las autoridades la comunicación con la víctima para saber la magnitud de la conducta delictiva; a su modo, los niños y las niñas platican los hechos en los que su inocencia es interrumpida o sesgada. Las narraciones lastiman y uno se proyecta en sus hijos. Me pregunto: ¿Cómo los padres no se dieron cuenta a tiempo del abuso? Muchas veces presumimos conocer a nuestros hijos y de pronto, permitimos, ignoramos o solapamos el abuso. Estoy convencido de que un abuso tatúa al niño o la niña para toda su vida, las terapias psicológicas, si acaso, diluyen un poco la tinta que impregnó el desafortunado dibujo de maldad. Nuestra cultura escasa de prevención genera, precisamente, que los abusos crezcan o continúen en detrimento de la integridad de nuestros hijos. Se recomienda hacer caso a nuestras corazonadas; tenemos que estar al pendiente de nuestros hijos, hablar con ellos a diario sobre lo acontecido en la escuela o en donde se vinculan socialmente; en las reuniones familiares no debemos perderlos de vista, recordemos que el familiar más afable puede ocultar intenciones malsanas. Tenga especial cuidado con las alteraciones de conducta y emocionales de su hijo (cambio repentino en el apetito, cambio de humor, cambio en el cuidado personal, aseo, etc.), mismas que son el primer indicador de que hay una agresión; una señal importante en todos los casos. En el testimonio de ellos, esto es, si escucha que el niño dice cosas que te hacen pensar que fue victimizado, preste atención y continúe investigando. Una sociedad que permite agresiones contra sus niños y niñas se expone a perder generaciones valiosas que pueden contribuir en la edificación de una patria más próspera con mayor equidad y equilibrio social. A cuidar a nuestras niñas y niños, el trabajo debe ser conjunto entre instituciones, autoridades y padres y madres de familia. Solo así podremos decir ¡FELIZ DÍA DEL NIÑO Y DE LA NIÑA!
