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jueves, 25 abril, 2024
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Caso de normalistas nos llama a repensar cómo evitar que algo así suceda de nuevo

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Por: ALMA RÍOS •

■ Universitarios se unen a búsqueda de justicia por desaparición de personas en todo el país

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■ Lo que más lastima es que a un año, sociedad y gobierno siguen diciendo lo mismo, nada: estudiante

Se llegó pronto el primer aniversario, dice. Recuerda que la mañana del 27 de septiembre de 2014 estudiantes de la UAZ estaban en Ciudad de México con compañeros del Instituto Politécnico Nacional, “y escuchamos una palabra que nadie sabía pronunciar, que no sabíamos qué significaba”.

Ayotzinapa, la palabra que fue cobrando sentido, poco a poco “nos fue aglutinando” hasta cambiar a los jóvenes. Mucho, subraya. El relato es de Lino Escobedo, vocero de la Asamblea Estudiantil de la Universidad Autónoma de Zacatecas.

La búsqueda de justicia, agrega, se fue emparejando a la necesaria explicación “de cómo se llega a esto”. Así, de manera lamentable, se inició el activismo por esta causa, un proceso que sin embargo, “nos ha dejado mucho, nos ha enseñado mucho”.

Más que un año de lucha, Ayotzinapa se convirtió en la sed de justicia vivida día a día, pues las desapariciones de personas se dan en todo el país, comenta.

En Zacatecas refiere el estudiante de la Unidad Académica de Economía como un caso conocido y relativamente reciente, el de los siete jóvenes de Calera. “Pero yo creo que lo que nos está motivando es cómo llegar a evitar esto”. La tarea y estas fechas que se suman a otras para agregarse en la memoria, son lo que lastima a la sociedad mexicana, a sus jóvenes, a los padres de éstos.

Es un dolor que convoca a “repensar qué estrategias tendremos que seguir para evitar que esto vuelva a suceder y para que se esclarezca”, reitera Lino.

El activismo estudiantil es necesario para el sistema político mexicano, es factor de cambio en las instituciones mediante las que se refrenda el pacto social, refiere.

“Y es inconcebible cómo el gobierno trata así a la población. Lo que más lastima es que a un año seguimos diciendo lo mismo y el gobierno sigue diciendo lo mismo, o sea, nada. Y eso en verdad nos tiene conmocionados. Paso un año y no pasa nada, eso es lo que nos duele. No nos cansa, pero sí nos motiva a seguir allí…”

Para Yoandra, también integrante de la vocería estudiantil de la UAE de la UAZ aquella noche del 26 de septiembre generó un shock, no sólo en México sino en el mundo, uno que en la Máxima Casa de Estudios en el estado produjo una efervescencia “que nunca se había visto”.

Esta motivación que despertó a una comunidad dormida, se apagó bastante con aquella verdad histórica que en voz del entonces procurador general de la República, Murillo Karam, trató de explicar que los 43 jóvenes habían sido quemados en el basurero de Cocula.

La versión que produjo desánimo, dice Yoandra, ha quedado atrás luego de las revelaciones del grupo de investigadores expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para sustituir ese desánimo por indignación y rabia con que se reitera el reclamo de justicia.

“¿Qué es eso, me estás diciendo que no los quemaron y hay un quinto camión que traía drogas? La verdad por lo que los mataron fue por el narcotráfico y por el Estado, estaban vinculados esos dos”.

El compromiso con los padres de los normalistas con quienes los estudiantes de la UAZ se han encontrado en diferentes ocasiones, es “dar la lucha hasta donde fuera necesario”, uno al que los estudiantes zacatecanos no renuncian, agrega Lino Escobedo.

Pero el universitario no deja de lado la posibilidad de que los 43 hayan muerto, por ello focaliza nuevamente su atención, sin obviar el reclamo de verdad y de justicia, en evitar que más personas se sumen a las miles ya desaparecidas en el país.

Sobre la reticencias que han mostrado en las cámaras los representantes del PRI-Verde para la concreción de una fiscalía especial que investigue el caso Ayotzinapa, Lino Escobedo no se muestra asombrado, lo que sí refiere, es que es la sociedad quien debe buscar generar mayor incidencia, pues señala, este sistema político, todo, no tendrá voluntad para un esclarecimiento que finque responsabilidades al Estado.

■ CARTÓN: CABMO

El temor de que nos pase a nosotros coloca a
Ayotzinapa en la memoria colectiva: activistas

“Es cierto que si fuera por el gobierno esto ya se hubiera olvidado, ya lo hubiéramos superado como ellos mismos decían”. Pero la necedad y las ganas de la gente por conocer y exigir la verdad, y sobre todo el “temor de que nos pase a nosotros y a nuestros hijos” ha colocado al tema de Ayotzinapa en la memoria colectiva, dice Adrián Félix, psicólogo social egresado de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ).

Apenas un mes después de que ocurriera el ataque contra los estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos que derivó en la muerte de seis personas y la desaparición forzada de otras 43, los maestros jubilados de la UAZ, Cuauhtémoc Padilla y José Luis Escareño, iniciaron un ejercicio de memoria, información y reclamo de justicia que se he repetido los días 26 de cada mes, con excepción de una ocasión, siempre realizado en las escalinatas del Teatro Fernando Calderón.

Se encontró en el lugar un refugio ante quienes desde el gobierno se sienten dueños de la ciudad y sus espacios públicos, pero también porque el centenario es insignia de la universalidad de pensamiento de la Máxima Casa de Estudios en el estado, agregó Cuauhtémoc Padilla.

Es en “terreno neutral” donde estos ciudadanos se han asignado a sí mismos una tarea: la de “informar lo que pasó y lo que está pasando” con pancartas, poesía o fotografías, “y aquí estamos”, dice.

A veces pocos, otras, muchos, decidieron no quedarse en la crítica del “murmullo” en el café, el bar o el face, “porque a todos nos va a tocar algún día un levantón, entonces si queremos que todos los santos y las piedras se muevan y salgan para ayudar”, expone el ingeniero egresado de UAZ y reconocido fotógrafo.

Por su parte Adrián Félix, uno de quienes se ha sumado a esta “organización desorganizada” en la que confluyen personas con diferentes formas de pensar, procedentes de distintas escuelas, grupos y colectivos o de ninguno, pero con una causa común, la exigencia de verdad y justicia por la desaparición de los 43, asevera que este crimen ha marcado un antes y un después tanto en la vida pública como en la historia de México, y es sólo comparable con lo ocurrido el 2 de octubre de 1968.

Lo exhibe como una agresión contra todos los mexicanos, pues “si bien sabíamos que teníamos un gobierno criminal –y se refiere aquí al ambiente general de corrupción y violencia en el país- esto ya de que desaparezcan a nuestros estudiantes, a nuestros niños, porque muchos de ellos no pasaban de los 18”, representa un agravio que no obstante, señala, “ha venido también a levantar conciencias a iluminar el camino de muchos que luchamos día a día. Es a partir de esto que nos hemos unificado”.

Aquí cita a José Saramago para manifestar que “somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”.

El reclamo de la aparición con vida de los 43, y la justicia para todos los desaparecidos del país, también ha derivado en otras formas de memoria, una que se dejará de manera perenne en un jardín que Padilla y otros realizan en la colonia Colinas del Padre primera sección, y que con flores rojas y blancas, busca que la gente pregunte lo que sucedió y lo que sucede, “porque no nada más son ellos, en otros lugares por criticar al gobierno somos reprimidos de una u otra forma”, dice el fotógrafo.

Luego de un año, Padilla y Félix en representación de todos aquellos que se han vuelto esta memoria necia del pueblo que no cederá en su búsqueda de verdad y justicia, reiteran la invitación a salir a la calle, porque dice el primero, “el día que paremos todo esto, ese día quizás cambie la situación de nuestra ciudad, de nuestro país”.

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