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jueves, 25 abril, 2024
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La convicción y los políticos de la oportunidad: el caso de la capital

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Por: La Jornada Zacatecas •

Cuando se iniciaba la lucha por los derechos de las mujeres, los sectores conservadores veían un peligro en este movimiento porque “iba en contra de la familia tradicional”. La mujer tenía funciones perfectamente establecidas y permitir que trabajara o tuviera funciones públicas atentaba contra los derechos de los hijos, que serian descuidados porque la medre ‘abandonaría’ el hogar. Y efectivamente, el trabajo de las madres trajo consigo el aumento de los divorcios, porque cuando las mujeres tuvieron acceso a ingresos propios dejaron de aceptar las relaciones de poder al interior del hogar: al empoderarse chocaron con su rol tradicional. Así las cosas, los grupos sociales tradicionalistas anunciaban en sus homilías la necesidad de regresar al orden moral anterior. Pero en contra de ideas vetustas, las fuerzas progresistas apostaron porque se cambiaran las condiciones sociales y se transitara a lo que ahora llamamos ‘nueva masculinidad’. En suma, resolver el choque hacia adelante y no hacia atrás.

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El conservadurismo ve todo cambio hacia adelante como un peligro. No es extraño que así vean las cosas: su preocupación está centrada en la estabilidad del orden, y los cambios (siempre) provocarán periodos de inestabilidad. Pero el mundo, lo dijo Galileo, sin embargo se mueve.
Recordemos que cambios institucionales antes fueron conquistas culturales. Es decir, antes de plasmar el reconocimiento de los derechos en los cuerpos normativos como leyes o constituciones, dichos derechos deben alcanzar un nivel suficiente de legitimidad social. Si no es así, jamás llegan a las cámaras legislativas. Si observamos que el derecho de las parejas homosexuales a contraer matrimonio se discute en la elaboración de los códigos civiles, es porque antes esa visión ya alcanzó un nivel de aceptación social que lo hace viable.

Pues bien, en este proceso hay tres tipos de políticos: los que impulsan los cambios y arriesgan su popularidad a cambio de lograr cambios sociales relevantes, aquellos que igual se arriesgan al intentar detener dichos cambios, y los que no tienen ideología definida, sino que actúan en función de un puro cálculo político, y apoyan a unos u otros, o de plano pasan de muertito, según lo indiquen su cálculo. Este tipo de políticos tienen como única ideología llegar o mantenerse en el poder a costa de lo que sea.

¿Dónde reside el verdadero peligro, en los cambios de las ideologías de las izquierdas o en las castas de políticos de la oportunidad? Los políticos del cálculo y la oportunidad están no donde las convicciones, sino donde las tendencias. Si el cálculo es que en Zacatecas es poco popular apoyar los derechos de las minorías, harán que la virgen les habla. Aparte de la cuestión ética que esto genera, la incertidumbre hace de esta postura un verdadero peligro porque han convertido al poder en su única referencia. En este contexto, aplaudimos la acción del presidente municipal de la Capital (Ulises) por haber impulsado la agenda de las minorías; sin embargo, esperábamos ver que lo acompañaran sus correligionarios de partido. Pero no: los vemos adscritos no en la izquierda, sino en el camaleónico partido de la oportunidad. Prendamos las luces amarillas.

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