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viernes, 29 marzo, 2024
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“No creo que estemos ante un parteaguas histórico en este momento”: Enciso

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Por: Joaquín Zamora •

El historiador José Enciso Contreras duda que el país se encuentre ante “un parteaguas histórico en este momento, un trauma social formidable que convoque a todas las fuerzas actuar en una sola. Yo no creo que estemos en esa coyuntura”, dijo. Y por tanto duda asimismo de los argumentos con que los partidos y personajes justifican alianzas que calificó de “inconfesables”.
“Yo no creo que las causas sean una revolución o una conflagración internacional, son intereses más inmediatos los que las motivan, intereses si se me permite el comentario, más terrenales y más evidentes; el interés no engaña, dicen por ahí”.
Expuso que se trata de una clase política “que como tal vive de eso. Es decir, la empresa de la clase política es el poder, lo que tengan que invertir, gastar y desgastar lo harán en pos de conseguir o de perpetuarse en él. Es la lógica del poder y más en un esquema electoral tan capitalizado como el que sufrimos en donde el dinero cuenta tanto, en donde las posibilidades de inversión, se habla de los apoyos formidables del capital privado a las campañas, hay límites, pero está presente, determinarán el éxito de los programas de los partidos políticos o de las alianzas”.
A José Enciso se le preguntó acerca de experiencias históricas en que bandos políticos diferentes y aun contrarios hubieran tenido que aliarse para generar cambios profundos. Es decir, la celebración de pactos o alianzas inscritas en coyunturas sociales determinantes.
Se refirió a la que enfrentó México ante la Segunda Guerra Mundial, el propio acuerdo entre los Aliados que combatió al eje Roma-Berlín-Tokio, y dentro de la historia interna mexicana a los casos de las alianzas en torno de los presidentes Guadalupe Victoria y Francisco I. Madero.
Sobre el gabinete plural que conformó Guadalupe Victoria, dijo, “estábamos consolidando el proceso de Independencia, todavía había invasores en Tamaulipas, un tal Barradas que venía a recuperar para España, Nueva España. Y en tiempos de Madero estábamos ante una revolución –armada- que él encabezaba. La revolución maderista”.
Respecto de la política de unidad a la que convocó Manuel Ávila Camacho, observó que “no era lo mismo, pero el pretexto era un argumento bastante bueno y cierto, que México llegara unificado a ese escenario de conflagración internacional –La Segunda Guerra Mundial-”.
Sobre si hoy el tema que “une” y que pretende combatirse es la corrupción, (se le propuso el ejemplo), dijo que “también es un problema pero no del tamaño de una revolución”.
Observó que “si realmente su combate implicara la necesidad de alianzas inconfesables, ¡pues desde cuándo las hubieran hecho grupos políticos tan diversos! ¿Por qué hasta ahora? Y estando juntos gobernando tampoco se ha visto que lo resuelvan”.

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Alianzas sin sistema parlamentario
Este 23 de enero el portal de noticias sinembargo.mx expuso en nota de Efrén Flores que las 11 gubernaturas que ha ganado en los últimos 19 años el PAN-PRD muestran malos resultados económicos, de cuenta pública y combate a la violencia, y señalan especialistas de la UNAM entrevistados, que se debe a que han sido coaliciones meramente electorales sin sustento en un programa de co-gobierno.
Al respecto José Enciso Contreras refirió que en algunas democracias europeas, sobre todo de régimen parlamentario, existe lo que se denomina “cohabitación”.
“Es vivir en la misma casa ya como gobierno, con un partido que no tiene nada que ver con el otro, uno o dos partidos, o más”.
Esto puede suceder porque el sistema parlamentario permite y prevé un cierto reparto paritario de la administración, “y me imagino que a través del Concejo de ministros, alguna cohabitación ha sido posible por ejemplo en Francia”.
Pero en México, puntualizó, no tenemos un sistema parlamentario. Y aunque hay la experiencia de alianzas que ya forman parte de la nueva cultura electoral mexicana, “es muy diferente a hacer un gobierno compartido donde no tenemos experiencia, por lo menos en tiempos modernos”.
De nuestra historia trajo a colación una, inmersa en el joven Estado mexicano cuando Guadalupe Victoria integró en su administración a personas tanto de derecha conservadora como de izquierda liberal, “con malos resultados por cierto”.
“¿Qué tenían que hacer los pensamientos de corte conservador de Lucas Alamán con pensamientos más liberales como los de Gómez Farías o Luis de la Rosa? Al final de cuentas terminaron chocando en todos estos casos de esta famosa cohabitación, ha habido estudios al respecto…y quien mandaba era el presidente además, a final de cuentas”.
Dijo que ese modelo no parece haber sido exitoso, pero comentó que “no estaría mal aspirar a que lo fuera en alguna ocasión, que nuestro sistema democrático avanzara en el sentido de propiciar procesos electorales menos onerosos y gobiernos más eficientes y con más corresponsabilidad. Pero veo que estamos lejos de eso”.

Morir “por exceso de cohabitación”.
“Lo de Pancho a lo mejor es el ejemplo más interesante”, mencionó sobre el caso de la candidatura de Francisco I. Madero que atrajo en torno al denominado “Apóstol de la democracia”, a los grupos más disímbolos.
Francisco I. Madero desplegó en 1910 “la campaña electoral más importante, más extensa de que tuviera noticia la historia de este país. Nunca se había dado tal cobertura al territorio nacional, con tanta presencia de prensa y con la activación de sectores que parecía que estaban dormidos antes”, incluso algunos procedentes del interior del gobierno.
“Cada quien con sus propios intereses y su propia visión de México se fue estructurando en el Partido Demócrata Antireeleccionista”.
Allí confluyeron el Partido Católico que tenía como candidato a la presidencia a Madero, y a León de la Barra como vicepresidente, y otras versiones más revolucionarias proponían la fórmula Madero-Pino Suárez, mientras que las más radicales la combinación Madero-Vázquez Gómez.
“Es decir, se dio la confluencia de grupos hasta excluyentes ¿qué tenía que ver el anticlericalismo de Vázquez Gómez con el Partido Católico? Nada”.
Y Madero ganó las elecciones pero el problema de la inestabilidad de su gobierno fue justo la imposibilidad de conciliar tantos intereses tan encontrados. “La misma coyuntura electoral llevó a que don Panchito rompiera con Vázquez Gómez, que era toda una corriente liberal”.
Madero también intentó integrar “y lo hizo más o menos bien”, dice Enciso, “a los herederos del magonismo liberal que se quedó al sur de la frontera”, gente como Fernando Iglesias Calderón, Antonio Díaz Soto y Gama, y Librado Rivera.
“El resultado fue que don Panchito no pudo gobernar con tanta cohabitación…estaban todos ahí en la misma cobija…y recuerdo mucho una carta de Fernando Iglesias Calderón representante de estos liberales jacobinos, y de Jesús Flores Magón, diciendo que estaba mal el gobierno, que no respondía a la expectativa que había generado, especialmente en Zacatecas”.
Era una carta de la Junta Reorganizadora del Partido Liberal Mexicano que reclamaba al Apóstol “que su gobierno estaba lleno de porfiristas”.
“Que bien había uno que otro liberal pero que el gobierno seguía siendo básicamente el mismo. Y los porfiristas igual estaban en el gobierno acasillados”.
La cosa dijo el historiador, “no era tan así” pues el gabinete estaba “más o menos repartido”, no obstante había una representación muy grande de la herencia porfiriana.
Al igual que Guadalupe Victoria el gobierno de Francisco I. Madero tuvo una composición disímbola, pero este último murió traicionado por uno de estos elementos, Victoriano Huerta.

Fines loables o maquiavelismo
Enciso Contreras enfatizó que en el entorno de “la normalidad más o menos democrática”, según el país del que se hable, las alianzas entre bandos no solamente diferentes, sino incluso mutuamente excluyentes se ha dado con mucha frecuencia de acuerdo a la premisa maquiavélica “de que el fin justifica los medios”.
“Debe tratarse de un fin muy loable y muy acariciado por la sociedad, de tal manera que los partidos políticos, en este caso en el panorama actual mexicano, para alcanzar ese tipo te metas, pues o bien minimicen o disimulan sus diferencias y en una feliz alianza puedan combatir electoralmente en pro de esas metas”.
Dijo que en México ese tipo de fenómenos se intensificarán como ha venido ocurriendo, pero preguntándose cuál puede ser el motivo que posibilite “una alianza de programas tan excluyentes como el del PAN y el PRD, o como el de Morena y el Partido Encuentro Social” contestó, “pues solamente una revolución, me imagino”.
“No creo que estemos ante un parteaguas histórico en este momento en la nación, es decir, un trauma social formidable que convoque a todas las fuerzas a actuar en una sola, yo no creo que estemos en esa coyuntura, como si lo fueron los momentos de la Segunda Guerra Mundial”.
En aquella coyuntura el gobierno de Lázaro Cárdenas, pero principalmente el de Manuel Ávila Camacho, promovieron la política de unidad nacional.
En ella confluyeron el Partido Comunista Mexicano, quien realizó actividades políticas comunes con el PRI y el Partido Popular Socialista de Lombardo Toledano, y “hasta la derecha fue convocada a fortalecer al gobierno de México”.
“Es decir todas las fuerzas políticas se planteaban un proceso de unión para que México enfrentará como un solo hombre el trauma internacional de la guerra”, pero no una cualquiera sino una conflagración a nivel mundial, puntualizó. “Obviamente salvar a la nación posibilitó la unión de estas fuerzas contrarias”.
En el entorno internacional se refirió a los Aliados que generaron un frente que se opuso al eje Roma-Berlín-Tokio, mismo que “también incluía gorditas de chile, dulce y manteca”.
Los gobiernos más o menos afines por sus democracias burguesas modernas como Francia e Inglaterra, “directamente involucrados cuando no ocupados por el nazismo, tuvieron que aliarse con ese hermano mayor a partir de entonces que fue Estados Unidos, y lo que es más interesante, con la Unión Soviética, que era o apuntaba para ser el enemigo común de todas estas democracias burguesas”.
Los acuerdos de Yalta prueban cómo los vencedores lograron repartirse el nuevo Occidente pero también inauguraron el inicio de la Guerra fría.
“Es decir, se unieron momentáneamente agua y aceite, no pudieron mantener esa unión, ese frente de alianza común más allá de la conflagración”.
Incluso dijo, hay evidencia de cómo los Estados Unidos prefirió pactar con ciertos políticos y sectores nazis que abrir la puerta de Occidente al avance soviético, “que claro que se despachó con la cuchara grande y se quedó con la mitad de Europa”.
Así dijo, “esta tampoco es una historia feliz, no es un final feliz esta alianza”, pero sirvió para frenar la guerra y el avance nazi y de paso generar un nuevo reparto del mundo.

Responder al compromiso
José Enciso reiteró que en México las causas que convocan a constituir alianzas no son ni una revolución ni una conflagración nacional o internacional. “Por eso creo que me sería muy forzado decir que en este momento hay intereses superiores como para que López Obrador marche junto con los cristianos de Encuentro Social”.
Ante la propuesta de que un fin superior puede ser atender problemas tan graves como la violencia generada por el crimen organizado y los miles de desaparecidos, los altos niveles de impunidad o la desigualdad económica exacerbada que se argumentan por los frentes y coaliciones de los partidos políticos en competencia por el poder, dijo estar de acuerdo en que todos estos son problemas gravísimos, “pero me refiero a que no estamos ante una revolución”.
“Claro que un problema agudo de criminalidad es traumático para cualquier nación o la pobreza extrema, pero no está al borde de la conflagración bélica, por ejemplo”.
Para explicar por qué no considera que esta sea la coyuntura ante la que se encuentra el país, agregó que la alternancia en el poder tampoco ha garantizado que estos graves problemas nacionales desaparezcan, y que el único partido que obtuvo un beneficio de ella fue Acción Nacional, un partido conservador.
“Lo que puede alegarse en favor de esta coyuntura es que viene un partido mayoritariamente de izquierda en el discurso en alianza con satélites que no son tan de izquierda”.
Lo que hace interesante a la candidatura de López Obrador “es que tiene un compromiso con la nación de llegar y dar golpes fuertes a los procesos de corrupción que ha habido en este país recientemente, de eso depende su credibilidad sexenal. Uno, dos, tres, cuatro meses sin indicios de este combate frontal y se acabó el sueño…Tiene un gran compromiso, es lo que hace interesante esa candidatura”.
Dijo que no le gusta ser pesimista en materia de historia, y que se debe ver la posibilidad de cambios pero no cree “que vengan impulsados, para empezar enfocados, y más tarde solucionados con acciones que vienen de programas ideológicos excluyentes. No veo que eso sea posible”.

De alianzas a alianzas
Enciso Contreras observó respecto de la forma en que se han aglutinado los partidos rumbo a la competencia electoral del 2018, que hay alianzas más o menos equiparables en equidad como la del PAN-PRD. Pero en el caso de la que involucra al PRI con “otros dos partidos comparsa”, estará condicionada a la voluntad del socio mayoritario y poderoso.
La alianza de Morena también integra a un partido mínimo, que tiene por conservar sólo al estado de Morelos.

“Será una alianza determinada, pues no creo yo que por Encuentro Social o el PT que es también un partido que siempre está en los porcentajes de la liga, dicen futbolísticamente hablando, tiene un porcentaje para el descenso”.

Alianzas sin garantía de cambio
Todas las alianzas y frentes tratarán de convencer al electorado mexicano de que implican cambios profundos para México, “sí porque eso es, un mercado. Viéndolo como una empresa se hace lo imposible por obtener el voto, incluso inventando argumentos o haciendo imaginarios. Habrá que ver que es lo que están ofreciendo pero el interés no engaña, digo yo.
Reiteró que percibe el fenómeno como un claro maquiavelismo, aunque dijo que si se quiere mejorar en algo las posibilidades de cambio en el país, es un imperativo la derrota del PRI, pero que ésta no las garantiza.
“En política no puede garantizarse nada. Derrotar a esa clase política que hoy dirige al PRI sí es imperativo para la sociedad por el esquema agotado con el que están acostumbrados a trabajar que ya no ofrece ninguna posibilidad”, y una alianza puede posibilitarla, “pero tampoco está garantizado con la simple alianza, no lo veo así. ¿Qué es una estrategia legal? También es cierto. El sistema lo permite, ¿y estamos hablando de política no de ética verdad?
“Ninguna coyuntura histórica es igual a otra y yo no recuerdo una coyuntura de alianzas de partidos mutuamente excluyentes que haya sido exitosa”, sentenció.
Respecto de la derrota del partido en el poder a nivel federal agregó, “a toda costa tampoco, eso es lo que hay que señalar. Una derrota a toda costa no, cuando se pierde por un voto se pierde por un voto y se acabó. Y garantizar un proceso electoral limpio también es una necesidad de todos los partidos y del mismo sistema electoral que es tan caro y malo, ¿cómo va a dejar tanta duda lo que cuesta tanto a los mexicanos?”.

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