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viernes, 29 marzo, 2024
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Díaz Casas consolidó la instauración de una universidad pública: Francisco Valerio

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Por: MARTÍN CATALÁN LERMA •

  • Respaldó la transformación de la institución de manera pacífica en una época convulsa

Jesús Manuel Díaz Casas, como Rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas (BUAZ), respaldó la transformación de la institución de manera pacífica en una época convulsa y consolidó la instauración de una universidad pública que garantizara el acceso a sectores sociales marginados, afirmó el académico Francisco Valerio Quintero.

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Comentó que a tres rectores les tocó vivir un proceso de transición que es verdaderamente el que representa el cambio de Instituto de Ciencias a Universidad que, comprensiblemente, no se trata solamente de un cambio de nombre, sino también la transformación institucional cuya dimensión y significado escapa a los estudiantes y a muchos maestros en la actualidad.

Según recordó, hace 50 años todo el corpus universitario se podía alojar en el edificio que fue de la Preparatoria 1, mientras que ahora la universidad cuenta con más de 40 mil estudiantes.

“Este es un proceso que arrancó con el rectorado de Magdaleno Varela Luján. Hablamos de cambios trascendentes y profundos que implicaban un cambio de visión que tenía como eje central la preocupación por formar universitarios con un amplio sentido social, es decir, que fueran universitarios capaces de comprender el proceso formativo y educativo, pero también de mirar esa adquisición de conocimientos en función de la problemática social que había en el entorno”, expuso. 

Según explicó, esa visión de la institución provocó que Magdaleno Varela Luján no fuera reelegido porque, si bien no fue un impulsor directo de ese proceso de cambio, “es absolutamente cierta que no lo impidió y, aunque se presentó como candidato, desde el gobierno del estado le hicieron ver que no era bien visto y se retiró”.

De acuerdo con Valerio Quintero, es ahí donde “entró en juego” Jesús Manuel Díaz Casas, quien había fungido como secretario general de la Universidad, lo que le permitió tener un conocimiento profundo del proceso de transformación que requería el antiguo Instituto de Ciencias.

De esa manera, “el licenciado Díaz Casas se convirtió en catalizador de esa voluntad transformadora. Él no era enemigo de nadie, no era adversario de sus viejos compañeros universitarios que pensaban de otra manera y respaldó ese proceso con consecuencias que pudieron haber sido graves”.

Refirió que, a mitad del conflicto de 1977, Díaz Casas decidió renunciar a la Rectoría para no convertirse en epicentro de un problema, en no convertirse en un factor de conflicto, pero “un grupo representativo de universitarios, maestros y estudiantes, le hicimos ver que resultaba al revés, que su ausencia dejaba a la universidad flotando en el aire, la dejaba sin su representante legítimo, y mediante un procedimiento histórico (porque no ha vuelto a tener lugar), un referéndum, volvió a la Rectoría y asumió de nuevo esa responsabilidad”.

Comentó que en esa segunda fase del rectorado de Díaz Casas se incorporaron personas de la fracción que se oponía a los procesos de transformación de la universidad, entre ellos Tasaki Kusulas, quien “comprendió a cabalidad y vio que ese ánimo transformador pretendía construir una nueva institución con nuevos planes y programas de estudio y acabó simpatizando con él”.

Según relató Valerio Quintero, un personaje importante en el tema de la contabilidad, es decir, para vigilar el gasto y la administración de Díaz Casas, fue Antonio Barrón, “con quien también acabamos trabando una profunda y sincera amistad”.

La participación de estos personajes en la Rectoría, uno como secretario general y otro como responsable de la contabilidad, fue importante porque hubo agresiones armadas y dos personas sufrieron heridas de bala, pero el conflicto se pudo haber desbordado.

En ese contexto, “Díaz Casas jugó un papel central porque representó la moderación, la prudencia, el diálogo, pero también la voluntad transformadora de la institución. Había la certeza de que no impulsaba de ninguna manera un proceso de confrontación y hubo constancia de que nadie de nosotros respondimos a las agresiones armadas”.

Recordó que en aquel movimiento hubo incluso campesinos que vieron en los universitarios el soporte a su demanda de justicia social, por lo que esas agresiones armadas pudieron haber generado situaciones de violencia más graves.

En ese contexto, Valerio Quintero dijo que Díaz Casas tuvo un papel importante porque respaldó la transformación pacífica de la institución y “esa es una contribución muy importante para quienes nos despedimos de él con profunda tristeza y, sobre todo, nos duele que la gran mayoría de los universitarios de hoy no tengan una conciencia clara de la contribución de personalidades como él”.

Opinó que, sin la contribución de Díaz Casas, “hubiera sido la incorporación de la universidad a los problemas de su tiempo de manera tardía y seguramente deformada. Con todos los defectos que la universidad tenga y evidentemente no es perfecta, la universidad discute esos problemas de su tiempo y también los vive en carne propia, y de la otra manera hubiese sido un centro con una visión académica coja. En el Instituto de Ciencias no había interés por la investigación científica y la enseñanza estaba acotada a un proceso casi disciplinario que coartaba la libertad de profesores y estudiantes#.

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