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jueves, 25 abril, 2024
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El Carlismo y los antecedentes de la primera enseñanza en Zacatecas

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Como reacción a la invasión napoleónica a España en 1808, al constituirse las Cortes de la Monarquía española, el imperio de los borbones, con sus dominios en la península y ultramar, observó la difícil transición con rasgos mezclados del antiguo y nuevo régimen.

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En el tránsito a un nuevo orden político que representó la guerra entre insurgentes liberales y realistas serviles de 1808-1821, siguieron prevaleciendo rasgos de las estructuras del orden virreynal. Entre lo novedoso en esta coyuntura histórica, encontramos que la constitución de Cádiz de 1812 aportó elementos de espíritu liberal que representan los frutos más logrados de la transición de lo viejo a lo nuevo. Las leyes de este código relacionadas con el ramo educativo prescribieron un nuevo tipo de enseñanza e instrucción. La pública sería atribución del Estado en cuanto arreglar las escuelas, dotarlas de maestros competentes, pugnar porque fuera gratuita y uniforme.

Pero antes de que concluyera el siglo XVIII y la metrópoli del imperio y sus colonias se vieran sacudidas por la irrupción napoleónica y la sacudida que propició en sus estructuras políticas, sobre todo, algunos de estos rasgos de la instrucción de la primera enseñanza fijados por la constitución liberal de Cádiz, ya se habían hecho presentes en Zacatecas desde la época absolutista Carlista.

Se designa aquí con el nombre de carlismo español al periodo del Imperio que va de 1759, cuando asciende al trono Carlos III, a 1808, cuando defecciona y renuncia al cargo, presionado por el ejército francés, su sucesor Carlos IV. El carlismo español se caracteriza por el afán reformista que estos dos monarcas impulsaron en todos sus dominios. Con ellos las reformas borbónicas observaron su mayor auge. Sobre todo, es la administración del primero de estos monarcas, cuando se observaron los cambios notables en la economía y la política. Esta época de media centuria y transición entre siglos, se caracterizó por el reformismo ilustrado y las guerras que enfrentaron, con sus potencias vecinas, estos monarcas. Es el esplendor del despotismo ilustrado, también llamado así por algunos historiadores. Rodeado de personajes de la burguesía aristocrático burocrática (Aranda, Grimaldi, Florida Blanca y Campomanes), una vez que salvó el intentó de motín de Esquilache, Carlos III llevó a cabo reformas en la agricultura y ganadería como la reducción de los privilegios de la mesta y la colonización de terrenos baldíos, contratación de técnicos extranjeros para transformar la industria, libertad de comercio que incluyó a América. Expulsó a los jesuitas de los reinos y provincias del imperio en 1767 por considerarlos una amenaza en el campo de la política y de la educación, con lo que se favorecieron la circulación de las ideas ilustradas y la extensión de la enseñanza e instrucción. Pero, sobre todo, mediante la aplicación de las llamadas reformas borbónicas, buscó la centralización de la economía y de la política a través de la reestructuración de la Real hacienda y un mayor control de los cargos de la administración y de la política.  El reinado de Carlos IV, dominado por su ministro Manuel Godoy, dio continuidad a la política reformista de su antecesor. También fue un tiempo marcado por las guerras, comenzando por la que le declaró a la Francia revolucionaria de la que salió derrotada España. Terminaría por aliarse con Napoleón en 1796 y sometiéndose a sus designios, al grado de la sumisión. Después sería derrotada por Inglaterra, con lo que se inició la debacle económica y la pérdida del control comercial con América. Carlos IV sería testigo de la peor crisis política sufrida por el imperio español que marcó su debacle, el principio del fin. La abdicación de Carlos IV marcaría el despertar del pueblo español y su espíritu libertario para organizarse y enfrentar al ejército invasor de Napoleón Bonaparte y el desarrollo de las ideas liberales que culminarían con la Constitución de Cádiz de 1812. Para las colonias y reinos de ultramar representaría el motor de las luchas autonómicas que culminarían con su independencia. (Véase el Diccionario Enciclopédico Grijalbo, prefacio de Jorge Luis Borges, Barcelona, España, 1995, p.374).

La ciudad de Zacatecas fue testigo, en 1786, cuando se desempeñaba como monarca de la corona española Carlos III, del establecimiento de dos escuelas, sostenidas con los caudales del Colegio San Luis Gonzaga y administradas y vigiladas por el Ayuntamiento. Dichas escuelas, de las que, podemos decir, fueron las primeras escuelas municipales públicas, tuvieron un carácter gratuito. Además, los padres deberían de enviar a sus hijos a las escuelas cercanas al cuartel de su residencia, haciendo obligatoria a la instrucción de las primeras letras. Entre las ideas ilustradas de las últimas dos décadas del siglo de las luces, difundidas por Pedro Rodríguez, el Conde de Campomanes, y Melchor Gaspar de Jovellanos, en España, y que a través de la reales cédulas e instrucciones a las autoridades de los cabildos municipales, se hicieron llegar a los reinos y provincias de la Nueva España, estaba la de la instrucción popular y universal que buscaba que los niños y jóvenes, en edad de acudir a la escuela, asistieran a recibir instrucción. Las escuelas del municipio de Zacatecas que abrieron sus puertas, en 1786, cumplieron con este ideario. Ambas escuelas se fundaron a la par de la reapertura del Colegio de San Luis Gonzaga. Estos establecimientos dependieron económicamente del Colegio. 

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