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viernes, 26 abril, 2024
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Editorial Gualdreño 491

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

“Es el cambio, el cambio continuo, el cambio inevitable, el factor dominante de la sociedad actual. No se puede tomar ninguna decisión sensata sin tener en cuenta no solo al mundo tal y como es hoy, sino cómo será mañana”, lo anterior fue afirmado por Isaac Asimov y lo leía el fin de semana cuando buscaba en sus libros algo relativo a los plasmodios. Sucede que, en casa, desde hace años, aparece en este tiempo de lluvias, en una maceta donde tengo un cactus, una especie de espuma amarilla fosforescente que fue identificada con ese nombre. Surge de la nada, permanece esponjada durante unos días y luego, poco a poco, se seca hasta convertirse en polvo. Este año no ha aparecido y de alguna manera hasta se extraña; este ser vivo, que no es hongo, ni animal ni planta, se ha negado a visibilizarse, pero casi aseguro que bajo tierra sigue su reproducción; este es uno de los cambios que he notado durante la época de pandemia. Decía que buscaba en libros algo referente a esta especie de “mancha voraz”, pero en cambio encontré la frase con la que inicié.

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Estamos a tres semanas de experimentar un cambio también en los equipos gubernamentales. Llegará un nuevo gobernador con nuevos funcionarios y es normal que una sensación de emocionante incertidumbre llegue de vez en cuando a embargarnos. Y es emocionante porque, desde mi optimismo de verano, existe siempre la posibilidad de que todo sea para mejorar, y eso espero -aunque también es cierto que todo puede ser empeorable-. La moneda está en el aire, ojalá que los vientos hagan que caiga cara y no cruz.

Dice Asimov que “No se puede tomar ninguna decisión sensata sin tener en cuenta no solo al mundo tal y como es hoy, sino cómo será mañana”, de ahí que esperamos que en la designación de los funcionarios en cultura se tome en cuenta que el mundo, sobre todo ahora, está cambiando a velocidad vertiginosa. Lo que pasó hace 20 años, hace 10, hace 5 ya ni siquiera puede tomarse como un referente para hacer planes o prefigurar certezas; un análisis de lo que ha sucedido en los últimos dos años podría ser referente para más o menos ir trazando una ruta de trabajo en la que los recursos -de todo tipo- puedan utilizarse de manera oportuna, eficiente y prudente, en el ámbito de la cultura y las artes, un sector que ha resultado más que golpeado debido al cambio de actividades presenciales a virtuales. Sin embargo, en esta época de crisis, han surgido también actores que han sabido aprovechar la adversidad y han propuesto, a partir de ella, actividades cuya hibridación en los contenidos y las formas va prefigurando un nuevo camino de comunicación, de acción, de sustentabilidad y de impacto social. 

Ante el panorama actual, queda claro que la experiencia es indispensable -entendida como el conocimiento acumulado a partir de hacer bien algo, y no como la repetición de los mismos patrones sin buenos resultados durante años-, pero también esa capacidad de ir generando nuevas posibilidades de enfrentar al mundo, con visión y con pasión. Estos dos últimos puntos van de la mano de la constante capacitación y actualización. Me explico dando un ejemplo imaginario: mientras hay quienes hacen galletas de pinole desde hace 5 décadas con la misma receta, las venden en el mismo lugar, con el mismo tipo de empaque sin ningún cambio perceptible, pero apelando a la tradición como fórmula de éxito; hay quienes ya han mejorado el sabor modificando los ingredientes y haciendo el producto más atractivo… y mejor aún: venden el paquete con todo listo para que sean horneadas en casa, lo entregan a domicilio, son más nutritivas y con colores naturales diferentes. Los segundos han adoptado nuevas tecnologías y canales de distribución, venden más que los primeros y están convencidos que no venden galletas, sino felicidad; los primeros -comprensiblemente- están a punto de dejar de hacer galletas.

Creo que desde hace muchos años debimos de haber dejado de hacer las galletas de la misma forma y no es que tengan nada de malo, siguen siendo ricas, cumplen su función utilitaria y alimenticia; pero sucede que los tiempos son distintos, al igual que los intereses y las situaciones de vida. Confiemos en que los cambios venideros tomen en cuenta que, además, hay más de una posibilidad de hacer las cosas bien para mejorar las cosas hoy e imaginar un mejor mañana.

Que disfrute su lectura.

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