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viernes, 29 marzo, 2024
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Alba de Papel Fresnillo paradojal: su vasta riqueza cultural

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Por: ALMA RITA DIAZ CONTRERAS •

Susto ayer el periódico global “El país” publicó en su primera página, una nota tipo reportaje del periodista David Marcial Pérez, titulada “La ciudad con más miedo de México”, escrita sobre Fresnillo de González Echeverría, centrada en el narcotráfico e inseguridad que hoy dramáticamente lo violentan y lo vulneran.

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Una tristeza profunda corroe el sentimiento por lo propio y la raigambre que caracteriza a una región de gente recia, trabajadora y solidaria como es su población, siempre presta para el trabajo y la acción, fuerte de espíritu, compleja y guerrera para luchar por lo suyo y su bienestar: Fresnillo, el municipio más poblado de los 58 que conforman el territorio zacatecano.

Una tristeza que raya en la decepción, debido a la incompetencia de las autoridades en materia de seguridad y derechos humanos, para salvaguardar la vida urbana y rural del Mineral, hoy empobrecido y vilipendiado por la constante información negativa que circula en medios de comunicación masiva y que incrementa la sensación de temor para sus habitantes y los posibles visitantes que podrían arribar a él, quizá para conocer sus comunidades, algunas con embalses de agua y vegetación, otros productores de artesanías, o la comunidad de Plateros, donde se venera al Santo Niño de Atocha, o a lo mejor, sólo para conocer sus minas, recorrer sus calles, comer en algún restorán y conocer la gloriosa historia de su patrimonio cultural y sus artistas.

Cómo no sentir pena, de que un diario con una importante circulación en España, con una red de más de 110 mil suscriptores digitales de Europa y América Latina, defina el sello de un lugar que no conoce a profundidad, lo estigmatice por encima de Puebla, Tapachula, Chiapas, Uruapan, Michoacán y Ecatepec, Estado de México, tres puntos arriba de los lugares mencionados, como el lugar más temido para vivir, según la encuesta de INEGI que se dio a conocer a principios de este año, sobre la propia percepción de la urbe.

En su nota publicada ayer, también destina espacio para hablar de la política electoral y sus reveses, pero no hay una sola línea que rescate la grandeza histórica de Fresnillo, cuna del pintor Francisco Goitia, del gran compositor Tomás Méndez Sosa, del artista casi olvidado Daniel Peralta, del fotógrafo Pedro Valtierra, de la Orquesta Sinfónica (la más antigua de la Entidad) que dirige el maestro Francisco Vanegas, de la actriz teatral Edith Kleimann, entre otros.

Una gran tradición musical y artística caracteriza a Fresnillo, posiblemente la primera cuna de la canción cardenche, semillero de grandes músicos, artistas visuales, grabadores, poetas, escritores y académicos; asimismo, es germen de grandes artesanos enclavados en San Juan de la Casimira, Rancho Grande o la Cantera, caminos polvorientos colmados de hastío y desesperanza.

Fresnillo, espacio de convivencia de danzas y bailes ancestrales como la de “Caballitos”, seguida de la fulgurante recreación de las Morismas, teatro histórico – religioso de una singular versatilidad, porque su celebración es distinta a las de Pánuco, Guadalupe y Zacatecas, que son las principales.

La identidad fresnillense no tiene un solo referente sino varios, tiene hondas identificaciones en sus creencias, valores y representaciones que la conforman, su identidad es una relación social que hoy debe fortalecerse con precisión y determinación, para evitar el colapso del caos y la vulgaridad.

Desde siempre, el papel de la cultura es fundamental para acrecentar el capital social, orientado a la reivindicación de la grandeza de Fresnillo y a no olvidar su “centro”, el eje del valor y la dignidad que está anclado a la memoria que no se debe perder, y por la que se debe luchar, frente al fantasma de la muerte social que acecha a infinidad de pueblos contaminados por la violencia y la sinrazón, que no tienen otra salida más que se les haga verdadera justicia y que el tema cultural se asocie a desarrollo y productividad.

La prominencia de este municipio, sigue vigente en gran medida por la explotación de sus minas, no en vano debiera autoproclamarse como la “Capital mundial de la plata”, con una intensa actividad comercial en una ubicación geográfica privilegiada, sí con pocos edificios monumentales, pero emblemáticos como el Antiguo Templo de la Concepción, el Teatro José González Echeverría, las iglesias de la Purificación y de Santa Ana.

En esta andadura, poco se valora la cultura popular y las fiestas y ferias que se realizan se confunden con lo populachero y lo mediático (ya es un problema global), pero quizá debería estimularse más la investigación e inyectar más presupuesto a su Instituto de Cultura, que como se ha visto en la proximidad del tiempo presente, es el único que más trabajo ha realizado a nivel estatal, a pesar de la dura crisis sanitaria que nos golpea.

Bueno sería para Fresnillo, incentivar más las humanidades, propiciar con mayor fuerza que la vida académica y artística alienten el conocimiento, la reflexión filosófica, la investigación estética y la crítica para crear un clima superior de opinión, al que hoy tiene. Que su cultura y su arte popular dialoguen al mismo nivel y que transiten por un verdadero pensamiento liberal que “redima” a su pueblo de las cadenas que lo atan y lo hacen sufrir.

Que no se olvide que la creación cultural, los contenidos de las obras artísticas e ideológicas son resultado del trabajo de sus artistas, intelectuales y artesanos, por lo que el Estado o la Nación – Estado, continúan en deuda no sólo con Fresnillo, sino con todos los municipios del País; asimismo, si bien es cierto que los mass media están obligados a divulgar sus tragedias, también deberían estar precisados por razones éticas y educativas, a difundir las historias de vida y de valor que los construyeron, para avivar la memoria y la esperanza, en momentos de tanto dolor. Fortaleza siempre. ■

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