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miércoles, 24 abril, 2024
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Docentes; sujetos con historia

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Por: RAMIRO ESPINO DE LARA •

Mi trabajo es cantar todo lo bello,
encender el entusiasmo por todo lo noble,
admirar y hacer admirar todo lo grande.
José Martí

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Capacitación, formación inicial, actualización disciplinar, formación didáctico-pedagógica; todos estos procesos han formado parte de los docentes, han sido de ellos aunque no los vean como suyos; es su historia, están hecho de esto. Los sujetos que reproducen el mundo, solo demuestran relaciones materiales, ejemplo claro es el de una economía capitalista, misma que, lamentablemente atañe al ámbito educativo; esto solo es un factor de reproducción ideológica dominante –diría Marx-, cierto, es el contexto económico y social quien le dicta a la conciencia del docente lo que debe creer, sin embargo, es necesario que en el contexto educativo se instituya la cultura a partir de la interiorización que realice el propio docente y que de romper con la fuerza de la tradición, de la esquematización e imposición.

La aseveración de que los docentes son sujetos con historia obedece a que se consideran, en un primer momento, como sujetos sociales, mismos que se atan a procesos “educativos” que, por lo general, le son ajenos a las intenciones o necesidades que el propio sujeto “social” tiene, le hacen saber que….tienes que, debes de, tu obligación es, etc.; es por ello que los docentes son sujetos que por lo general son alienados, reproducen esquemas de “formación” que solamente obedecen a las normas que impone la sociedad, les coartan la iniciativa de comportarse como sujetos activos, pensantes, críticos, propositivos y, lo que es peor…..de que sean sujetos capaces de convertirse en históricos y puedan, por decisión propia darle rumbo a su actividad y responsabilidad social.

Los docentes son sujetos de saberes, mismos que deben ser considerados como creencias, no son otra cosa más que teorías, un ícono para el propio docente, no es su realidad, es su imaginación, esto hace suponer que a las teorías solo hay que verlas como implícitas, las que le dan oxígeno al docente, pero no le dan vida. Los conocimientos del docente son historia, algo que a través del tiempo y la práctica profesional ha ido construyendo, estos conocimientos inician en el sujeto docente como una concepción, misma que debe convertirse en creencia para que, de esta manera, pueda haber creación; todo esto es una herencia de la cultura escolar y de una educación formal. Llámese conocimiento o saber, estos son un medio del cual se valen los docentes para construir conocimiento, son producto de una cultura tanto escolar como social; las concepciones que el docente tiene sobre su propia práctica, se basan en teorías implícitas, mismas que, casi siempre contradicen los conocimientos explícitos aprendidos por medio de las teorías –lo explícito obedece a la consciencia, lo implícito a la reproducción de ciertos patrones-.

¿Cómo se acerca el docente a la teoría?, ¿históricamente los docentes son producto de la teoría? Los docentes son teoría y lo seguirán siendo en la medida en que les construyan su marco teórico o sus teorías implícitas y/o explícitas; el propio modelo curricular así como los planes y programas de estudio no son otra cosa más que marco teórico, es algo que no construyeron ellos sino que se lo construyeron precisamente para que sigan conservando esa tradición de reproducir esquemas que socialmente la sociedad ha heredado. No se puede transferir conocimiento derivado de la cotidianidad del docente, es el propio docente el que debe construir su propio conocimiento, mismo que debe ser consecuencia de la manera de ejercer con su propio estilo la práctica profesional, de la manera de cómo hace el análisis de su propia práctica y, de cómo haga los planteamientos para trazar una práctica contextualizada.

Hoy día, el docente puede adoptar dos posturas: a) que vean a la teoría curricular –disciplinar y didáctica-pedagógica- desde una visión meramente prescriptiva y, b) que consideren a la teoría como un requisito formalmente instituido para el análisis del trabajo académico. ¿Y la iniciativa del docente?, creo que se ha visto minada por la imposición institucional, le coartan su creatividad y, lo que es peor, los evalúan en base a lo que han aprendido los educandos tomando como referencia el currículum mismo. Valga el momento para aludir la experiencia de un docente que fue despedido por no considerar a los libros de “texto” como material para trabajarlo con los estudiantes, el hecho es que los educandos de dicho maestro obtuvieron el primer lugar en ese concurso al que pomposamente le llaman “de conocimiento”.

En conclusión, los docentes son sujetos con historia toda vez que ésta es el resultado de los fenómenos que ocurren en el ámbito educativo, la transformación docente se dará sí y solo sí relaciona su práctica con el contexto y no la ata a la teoría con su práctica profesional. Una de las mejores alternativas es que el docente incursione en un proceso de teorización –de construcción de conocimientos a partir de su propia práctica-, que incursione en una relación práctica-teoría-práctica. ■

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