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miércoles, 24 abril, 2024
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El Plan Estatal de Desarrollo y los motivos de escepticismo

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Por: La Jornada Zacatecas •

En el país y en el estado, sufrimos la inmutable persistencia de los problemas crónicos. Sexenio tras sexenio se ha generado una desconfianza refleja sobre las bondades reales de un plan de desarrollo, todos en su momento prometen romper con el círculo vicioso que reproduce la pobreza, desigualdad, desempleo, debilidad educativa y morbilidad resistente. Pero cada sexenio la historia ha sido la misma: los problemas no se van. Si hemos visto que se presentan planes y no se resuelve nada, no es extraño que justo pensemos eso con el plan actual. El escepticismo está instalado en el ánimo de la ciudadanía. Revertirlo requerirá de un esfuerzo enorme. ¿Por qué hemos de creer que ahora si funcionará? Aún no tenemos razones para creerlo así. Pero deseamos que se empiecen a dar los motivos para hacerlo.

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850 mil personas en estado de pobreza, que requieren empleo decente, con ingreso suficiente y dotado de seguridad social. Pero las reformas estructurales que flexibilizan el trabajo y determinan el contexto en el que inició el quinquenio, provocan la generación de empleos de mala calidad. Un ejemplo es la minería zacatecana, donde la mitad de los empleos han sido subcontratados. Además de la debacle nacional de los esquemas de jubilación. En otras palabras: un estado dependiente de los recursos federales en medio de crisis económica nacional y con la hacienda pública federal en quiebra, se antoja con pocas posibilidades de que rompa el círculo vicioso de persistencia de los problemas que arriba mencionamos. En los últimos cinco años se generaron sólo 20 mil empleos, y la mayoría de ellos de mala calidad. Para revertir esta inercia se debe romper con los comportamientos directivos anteriores, pero resulta que tenemos una buena parte de continuidad de los equipos de gobierno, ¿cómo pues se romperá la inercia? Aún en el caso de que el plan que se apruebe fuera un buen documento se requeriría un cambio radical de las inercias directivas, pero no observamos las condiciones para que esto ocurra.

Hemos sufrido un significativo aumento en la violencia e inseguridad, lo cual se junta con los 124 mil jóvenes que no estudian ni trabajan. Esto es, si propiciamos el crecimiento del caldo de cultivo de la violencia, ¿cómo podemos afirmar que el resultado será opuesto? Es muy difícil concebirlo. Sin embargo, los ciudadanos deseamos que se muestren motivos para abandonar el escepticismo. Los signos que se dieron en la conformación del gabinete no mostraron grandes luces, sino todo lo contrario: un militar en seguridad, un experto en
elecciones de Estado en Desarrollo Social y un desconocido en Economía. Sólo en Educación el perfil era esperanzador. Es decir, a la pregunta, ¿quién aplicará los planes osados y de radical diferencia? La respuesta no es la mejor posible, aunque en este momento están bajo el beneficio de la duda propia de cada inicio de administración. En suma, los legisladores deben asegurarse de que el plan que aprueben tenga el contenido necesario para enfrentar los problemas y esté bien estructurado, pero la condición del estado en el contexto nacional y los equipos de aplicadores del plan, son fuente del justificado escepticismo que arriba mencionamos. Pero por tercera vez: deseamos nos den motivos para eliminar dicho escepticismo.

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