El nearshoring es una estrategia que consiste en trasladar empresas a países más cercanos a los mercados más prometedores, buscando: reducción de costos de producción, mano de obra, materias primas baratas, eludir o reducir pagos fiscales y mayores ganancias. La denominación proviene de la combinación de dos palabras, near (del inglés, cerca) y outsourcing (subcontratación).
Aunque suele ser una política de Estado, como en los casos de China, Japón y Corea del Sur, no es en general una política de los propios estados; es una política ambiciosa de los grandes consorcios empresariales.
La Unión Europea es tal vez el gran perdedor del nearshoring. Alemania, en particular, se enfrenta a un fenómeno preocupante, el éxodo de empresarios y trabajadores calificados que suman del orden 180 mil personas por año. Las empresas huyen de los costos de la energía en constante ascenso, de mano de obra cara y de los impuestos. El detonante del éxodo de las empresas proviene de la elevación de los precios del gas y la electricidad, que se desataron tras la crisis energética del 2022 y la guerra que no debió de existir.
México, indudablemente mucho después de China, ha sido uno de los “beneficiarios” del éxodo de empresas de otros países.
El problema es que el nearshoring escogió a México, no México escogió al nearshoring; este como que cayó del cielo. Y si, ha dinamizado la economía y es el motor de crecimiento de las inversiones extranjeras. Una gran ventaja y diferencia es que ahora las inversiones son en infraestructura industrial. A diferencia de los años 80, en que las inversiones se insertaban exclusivamente en el sector financiero; inflaban la actividad financiera, tenían enormes ganancias y de un momento a otro emigraban dejando crisis financiera y una deuda externa profunda. A esas inversiones se les llamó capitales golondrinas.
Ahora, que las inversiones son en infraestructura, hay voces malinchistas que exigen que se les den mayores garantías y facilidades de las que se les están dando, porque si no van a abandonar el país. Difícilmente lo harán porque no podrán llevarse sus instalaciones. Y seguro las empresas ya asentadas han medido todos los riesgos y sobre todo los beneficios, y llegaron para quedarse.
¿Que vieron en México? Seguramente lo que andaban buscando: reducción de costos de producción, energía, mano de obra, materias primas y costos de transporte mucho más baratos, una fiscalidad barata y política medioambiental menos estricta. En Estados Unidos, por ejemplo, los impuestos sobre las ganancias son superiores al 20%. En México del orden de 2.4%. La mano de obra allá es 5 salarios o más veces superior que aquí…
El nearshorig ha traído beneficios, pero también detrimentos que no han sido dimensionados correctamente. El consumo de energía y particularmente de electricidad ha aumentado considerablemente. Con ello ha aumentado la huella de carbono, porque la principal fuente de producción de electricidad en México es el gas natural. Mientras que en el 2022 la huella de carbono ascendía a 2.3 toneladas de CO2 por año por habitante, en el 2023 ascendió a 3.8 t/a/hab.
Así las cosas, México va en sentido contrario a la transición energética, siendo uno de los pocos países que incrementaron el consumo de energía y sus emisiones; en contraste con la mayoría absoluta de los países occidentales, más Japón, Australia y Nueva Zelanda, México tuvo un aumento en el consumo de energía de 4.3%, mientras que en la Unión Europea hubo una reducción del 2.2%, en Estados Unidos del 1.2%, y en Japón de 3,4%.
El nerashoring viene a consumir nuestra energía, a trasladar emisiones y a generar deshechos. Cierto, sin consumir energía no hay crecimiento económico. Pero hagamos que valga la pena.
El principalmente incremento en el consumo de energía recayó en gas natural; del que por cierto México importa casi dos terceras partes (el 63.8%).
La principal causa del aumento del consumo de gas natural se debió al aumento de la demanda de electricidad. La producción de electricidad mediante gas natural se incrementó en 6.7%, y el 57.8% de la electricidad se produjo mediante gas natural, que es la forma más fácil de atender los crecimientos de la demanda.
Sin chistar, CFE atendió el aumento en la demanda de la electricidad, como un gesto para abrir las puertas al nearshoring. A pesar de ello, hay voces supuestamente empresariales de gente que “exige” al gobierno que se den aún mayores facilidades para el nearshoring, considerando que esa es la tabla de salvación que supuestamente hará de México una potencia económica mundial.
Ciertamente China comenzó su ascenso como potencia mundial apoyado en el nearshoring, pero para eso impuso condiciones, entre ellas la transferencia tecnológica. Y en ese sentido se debe actuar.
México no debe ponerse de tapete, para que empresas y compañías, que buscan mayores ganancias o ya no eran suficientemente competitivas en sus países de origen, vengan a instalarse aquí. No solo nos podemos contentar con que aumente el empleo. La transferencia tecnológica debe ser una condicionante, y otra no menos importante, es imponer una fiscalidad más equitativa en el plano internacional, que garantice que México se pueda reponer a mediano y largo plazo del detrimento de abrir sus puertas a las empresas extranjeras. Los compromisos en materia de bienestar y justicia social y lucha contra las desigualdades ameritan, ya no solo de hacer pagar impuestos a los morosos y evasores, sino tener una fiscalidad más justa y menos entreguista.
El 2.4% de impuestos para las grandes ganancias, es una burla, mientras que en sus países de origen debían pagan cifras superiores al 20 %. Y es o debe ser sumamente ofensivo, para los asalariados en México, que tienen que pagar hasta el 30% de sus ingresos en impuestos, más el IVA, más predial, más tenencias, más cotizaciones a la seguridad sociales…
¡No! ¡Espejitos otra vez! ¡No!