En el marco de los festejos anuales del aniversario de la fundación del municipio más poblado de Zacatecas, entre la parafernalia de realeza, que además de perpetuar los estándares de belleza contra los que las recientes corrientes teóricas feministas luchan, alude a la cuasi secreta aspiración de nobleza heredada por los criollos y conservada en el melancólico mexicano post conquista.
Así pues, la simbólica coronación de la simbólica reina (cosa que pone a llorar a los constitucionalistas y al numeral décimo segundo de la carta magna) es el también simbólico acto de inicio de la Feria Nacional de Fresnillo.
En esta edición, el primer edil, junto con su hermano mayor, el gobernador, a quienes sus esposas les acompañan casi bajo el manual de Carreño, en primera fila, junto con un selecto grupo de usuarios del poder, corearon las canciones del magno concierto de apertura; canciones que por mucho tiempo estuvieron fuera de Spotify y por lo tanto de los viajes de carretera, pero que cuyo intérprete se perfiló desde hace un año, como el predilecto de la _nueva gobernaza_.
Julión Álvarez con clásicos y nuevos temas, puso a cantar y a bailar a la nobleza y al grueso grupo proletario que, atrás de una valla, accedió de forma gratuita a uno de los espectáculos consentidos de las ferias y los palenques a lo largo y ancho de la república.
Secretarios, diputados, alcaldes, asesores y aquellos que se han alcanzado a colar en el primer eslabón de ciudadanos, desde la primera fila, compartieron sus fotos en todas las redes. De la cerca hacia arriba, donde comienzan los lugares del pueblo -que dicho sea de paso le da sentido al nombre de este teatro- unos 15 mil fresnillenses y foráneos disfrutaron, de forma gratuita, uno de los espectáculos más cotizados del regional mexicano; el mismo espectáculo que con la característica voz del chiapaneco y la pluralidad de decenas de músicos que suelen acompañar a Álvarez, lo colocan como uno de los más carteleros del país.
Dicho sea de paso, el mismo show que dentro de un mes estará de vuelta en Zacatecas por la ciudad de rostro de cantera y corazón de plata; _la capital de la transformación_, como le llaman ahora, con verdes letras escritas por encima de las letras del lema del escudo de armas. El taquillero concierto anunciado para el multiforo que por antonomasia es el punto de reunión del pueblo zacatecano y el bastión del entretenimiento local y que por primera vez tendrá costo de palenque: una apropiación neoliberal más, de los espacios colectivos conquistados en la agenda gubernamental de izquierda, que en septiembre excluirá a muchas personas, cuyo precio de palenque, además de un sueño, es una burla para los salarios de la clase obrera. Ojalá -con humildad- se discutan los aciertos de El Mineral en el edificio A de Ciudad Gobierno.
