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viernes, 26 abril, 2024
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Ganar un premio siempre es una trampa

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Por: JOSÉ AGUSTÍN SOLÓRZANO •

La Gualdra 271 / Notas al margen

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A principios del año decidí comenzar a hacer breves notas de los libros que iba leyendo. Pocas semanas después me di cuenta que algunas de las notas podían ser algo más; es decir, dejaban de referirse solamente al libro en turno y saltaban a otros temas que me interesaban igual o mayormente que la lectura original. Algunas de mis obsesiones empezaron a surgir en los textos y decidí transformar esas notas en una especie de columna semanal que publicaría en un blog personal y en algún diario.

La Gualdra, de La Jornada Zacatecas, me abrió sus páginas y en ellas he publicado esas Notas al margen desde entonces, por ahí de febrero del año en curso. Sin embargo, estas breves disertaciones, una vez que empezaron a acumularse, me fueron exigieron otro espacio discursivo, y quizás el más natural para ellas era un libro. Por ello me di a la tarea de recopilar estas notas y organizarlas, revisarlas, agregarles o quitarles. Trabajé en ellas un par de meses y conseguí formar un libro que superaba las 150 páginas.

Entonces me enteré de una convocatoria para un concurso de ensayo, en Michoacán (Estado en el que vivo), y decidí participar con un fragmento del libro recién formado. Cuaderno de Ensayo es el título del volumen que envié a ese concurso y que resultó ganador del Premio de Ensayo María Zambrano. Digo esto, primero como una especie de reconocimiento a La Gualdra, pues es en este espacio donde gran parte de los textos surgieron y encontraron sus primeros lectores; segundo, también porque debo aprovechar la situación de obtener un reconocimiento para reflexionar un poco sobre ello.

Yo empecé a escribir estos ensayos con pocas expectativas; la mayoría son notas que fueron creciendo y se transformaron en esto, un libro. Con la labor creativa sucede al contrario: se empieza casi siempre con grandes expectativas, se quiere ser “el mejor”, escribir una grandiosa novela, un poema inolvidable; luego las expectativas decaen y, si en el transcurso el talento tuvo tiempo de salir a flote, se escribe luego con ninguna expectativa; lo que se quiere entonces es escribir, así simplemente: escribir. Y es cuando se ha vuelto una necesidad que se empieza a escribir de veras, con una obsesión vital parecida a un desasosiego, a una incertidumbre.

Por eso los premios son trampas que nos tendemos a nosotros mismos. Cuando nos dan un “premio” lo que sentimos es una palmada en la espalda que nos seduce y parece decirnos que ya hemos llegado a buen puerto. Nada más falso. El que escribe no debe, no puede llegar a ningún puerto. La escritura es un mar indómito y sin playa para zarpar. Escribir es remar a ningún lado. A fin de cuentas uno boga porque lo necesita, porque le obsesiona el mar, no porque quiera algún día descansar frente a éste en alguna playa paradisiaca. ¿O sí?

Tal vez estoy exagerando. Ganar un premio siempre se agradece, como se agradece un aplauso, un trago o un plato de comida caliente; pero al igual que el abrazo bien intencionado, la cerveza helada o la comida, el premio también debe transitarse. La escritura se hace desde afuera, en los márgenes de la farándula y del ambiente literario; quien escriba con vistas a volverse un animal del proscenio debería mejor hacer otra cosa; los escenarios están bien pero siempre deben abandonarse para ir con uno mismo y hablarse; de eso se trata la literatura, de dialogar primero a solas para luego hablarle al mundo.

Mis ensayos tuvieron el honor de obtener este reconocimiento porque de cierta manera el jurado vio en ellos ese lenguaje humano que es la literatura. Agradezco en su nombre, y lamento que los textos no puedan usar el dinero del premio como sí lo usaré yo para engordar y embriagar a quien los escribió. Sin embargo, luego del festejo, lo juro, volveré al rincón donde la literatura sucede, a solas y sin más espectador que uno mismo.

Así, estos ensayos que nacieron con cierto dejo y cierto pudor, hoy se abren a los lectores como una plaza pública en la que sólo se puede entrar de uno en uno. Por último, me gustaría decir que espero, honestamente, que el premio se quede en el olvido, pero que el libro permanezca.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-271

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