El cuidado del ambiente se puede motivar desde distintos ámbitos, sin embargo, todos los frentes están descuidados y muy poco se ha avanzado en la superación de los múltiples retos que enfrenta nuestro entorno común. En materia de ahorro de energía hoy tenemos la celebración a nivel mundial y aunque tenemos incipientes avances en el tema, los grandes abismos prevalecen, por lo que motivar una mayor participación de los gobiernos, de las industrias y desde nuestro propio hogar, es indispensable. El Objetivo 7, (Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU) se vincula con el tema de garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna y, a partir de la Naciones Unidas se establece que pese a todo, se está avanzando en esta materia con indicios alentadores de que la energía se está volviendo más sostenible y ampliamente disponible. Según la ONU, el acceso a la electricidad en los países más pobres ha comenzado a acelerarse, la eficiencia energética continúa mejorando y la energía renovable está logrando resultados excelentes en el sector eléctrico. Sin embargo, se reconoce que es necesario prestar una mayor atención a las mejoras para el acceso a combustibles de cocina limpios y seguros, y a tecnologías para 3000 millones de personas, con la finalidad de expandir el uso de la energía renovable más allá del sector eléctrico e incrementar la electrificación en el África subsahariana donde existe mucho rezago. En tal sentido y de acuerdo con el Banco Mundial en la última década, un mayor número de personas obtuvo acceso a la electricidad, circunstancia que no sucede en el África al Sur del Sahara donde hay mucha gente que no tiene acceso a la electricidad, menos aún, podemos hablar de condiciones de sostenibilidad en este y otros parámetros. Para el citado organismo, la cantidad de personas sin acceso a la electricidad disminuyó de 1200 millones en 2010 a 750 millones en 2019, además señala que se aceleró especialmente la electrificación mediante soluciones descentralizadas basadas en energías renovables, siendo que la cantidad de personas conectadas a mini redes, aumentó más del doble entre 2010 y 2019 y, subió de 5 millones a 11 millones de personas. No obstante, debido a los impactos de la crisis provocada por la COVID-19, se contempla que 660 millones de personas, la mayoría de ellas en África al sur del Sahara, seguirán sin tener acceso a la electricidad en 2030. Al mismo tiempo, se informa que en 2019, alrededor de 2600 millones de personas seguían sin tener acceso a formas limpias de cocinar, lo que equivale a un tercio de la población mundial. Por lo que respecta a nuestro País, el Programa de Ahorro de Energía de la Secretaría sentencia que una gran parte de la energía que se produce en México se genera cuando se quema el combustible (gas natural o carbón), que hace funcionar a las centrales termoeléctricas, lo cual constituye una estrategia contraria a los parámetros de sostenibilidad que conforme al citado objetivo 7, debe garantizarse. En el referido programa, se dice que en cuanto se produce la electricidad en estas centrales, una enorme red de cables tendidos y conectados a lo largo y ancho del país, se encarga de hacerla llegar a todos los lugares donde se consume: hogares, fábricas, talleres, comercios, oficinas, etc. De igual forma, se señala que en los hogares mexicanos, la electricidad es el energético más utilizado después del gas LP y la leña. Principalmente la usamos para iluminar (40%), refrigerar (29%), hacer funcionar el televisor (13%), la plancha (6%), la lavadora (5%) y otros electrodomésticos (7%), como la licuadora, el horno de microondas, etc. En este contexto, a nivel federal se establece que la producción de energía eléctrica además de costosa y es contamina el ambiente, generando además que el calentamiento del planeta. Así las cosas la ONU asegura que aunque se cumpla con todos los compromisos actuales del Acuerdo de París, las temperaturas aumentarán hasta 3.2 grados Celsius, muy por encima del límite establecido por los científicos de 1,5 grados y un hecho que desataría eventos climáticos extremos en el planeta. La única solución es que las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero caigan un 7,6% cada año entre 2020 y 2030, de lo contrario nuestro planeta no alcanzará el propósito de limitar el calentamiento global a 1.5° C por encima de los niveles preindustriales establecido en el Acuerdo de París. La preocupación mundial es que si el planeta sube de temperatura, es muy probable que muchas especies de plantas y animales no se puedan adaptar y desaparezcan, trayendo consecuencias para la permanencia misma de la humanidad.