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viernes, 29 marzo, 2024
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El nudo del problema

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

Con un título esclarecedor “Se contagian mil y un niñas, niños y adolescentes en una semana” (Excelsior, 23/07/2021) se informa de 56158 niñas, niños y adolescentes contagiados de covid-19 en el periodo de abril de 2020 a julio de 2021. De entre estos han muerto 588, es decir un 1.05 % del total. Por supuesto, se añade, eran asmáticos, obesos o se complicó con neumonía. En otras palabras, le evidencia indica que los jóvenes contagiados, menores de 18 años, sí fallecen. Aunque en poca cantidad. ¿Bastará con vacunarlos para reiniciar clases presenciales? La presidencia de la república mexicana ya dejó claro que considera muy importante reinaugurar las instalaciones escolares “llueva, truene o relampaguee” (““Llueva, truene o relampaguee” clases presenciales en agosto” La Jornada 24/07/2021). Decisiones similares se toman en otras partes del mundo. Boris Johnson decidió levantar las restricciones en Inglaterra a partir del 19 de julio, aunque bajo la recomendación del uso de barbijos y medidas de sanidad, volverán a abrir discotecas, bares, teatros, cines sin límite de aforo. Tal política no pasó sin críticas, por ejemplo, en julio 7 apareció una carta en “The Lancet” titulada “Mass infection is not an option: we must do more to protect our young” (V. 398, n 10297) en la que algunos científicos (120) manifestaban su preocupación ante esa medida. Dicen ellos: “implícita en esadecisión está la aceptación de nuevas infecciones, ya irrelevantes porque las vacunas han “roto la relación entre infección y mortalidad”. El 19 de julio -marcado como día de la libertad- se pretende levantar todas las restricciones. Creemos que esta decisión es peligrosa y apresurada”. ¿Por qué? varias razones: el nexo entre muerte e infección no está roto, sino debilitado, el nivel de vacunación (en Inglaterra) no es suficiente para alcanzar la inmunidad, lo que implica contagios y muertes (pero pocas, añadiría el representante del Estado), el crecimiento de la infección es tal que podría alcanzar los 100 mil diarios, por tanto quedará una población enorme de personas debilitadas o con lesiones permanentes. Más importante que lo anterior es la aparición de mutaciones, resistentes a la vacuna, debido al altísimo número de generaciones de coronavirus en los enfermos. También se debe tener en cuenta que, aunque no haya tantos muertos, los infectados necesitan tratamiento médico, lo que implica saturar hospitales de nuevo. ¿Qué proponen? Lo ya sabido. Antes de abrir todo de nuevo deben estar vacunados los niños y adolescentes y los lugares de aglomeración de personas deben contar con ventilación adecuada y medidores de dióxido de carbono, así como menor densidad humana.

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No se deben dejar de usar las mascarillas y debe haber agua, jabón y demás medidas ya conocidas de mitigación. Tampoco deben faltar programas de detección de enfermos mediante pruebas periódicas sobre las poblaciones. Falta añadir algo al escenario de desastre pergeñado por los médicos ingleses.
Desde un punto de vista teórico, si se usa una vacuna que protege en un porcentaje a, y se tiene que el promedio de contagio por persona infectada es R (es decir, contagia a dos o tres o cuatro personas o más por día), entonces la proporción de vacunados necesaria para contener el proceso infeccioso es [1 – 1/R]/a (véase R. M. Anderson et. al. (2020) “Challenges in creating herd immunity to Sars-CoV-2 infection by mass vaccination” The Lancet v.396, n. 10263), por lo tanto, si el programa de vacunación no alcanza la población necesaria para detener la pandemia, antes del inicio de otra ola, ya no podrá ser contenida en esa oportunidad porque el umbral para lograrlo habrá subido junto con R. Esto no significa que se deban dejar de aplicar las vacunas, sino que se debe incrementar la razón de vacunados al día e implementar las medidas de sanidad ya conocidas. Con la tercera ola de covid encima incluso los vacunados se contagiarán (“Todos somos susceptibles”: las razones por las que las personas vacunadas se están contagiando” NYT 23/07/2021). Ahora bien, ¿Qué implica esto para la educación? ¿se deben implementar clases presenciales o no? De acuerdo con el presidente no hay riesgo porque “está demostrado que la pandemia afecta a las personas mayores”. Esto es falso, el otro argumento que se maneja “la mejor terapia para los niños, para los jóvenes, es la escuela” es la falacia “ignoratio elenchi” porque lo que se discute no es cuál es la mejor terapia para los jóvenes y niños, sino cómo prevenir los contagios, la muerte y las lesiones permanentes. Se puede volver a clases presenciales si se logra el objetivo de vacunar a toda la población para agosto y se implementan las medidas de higiene. Es decir, grupos reducidos, salones ventilados, medidores de dióxido de carbono, pruebas periódicas, barbijos, agua y jabón en los baños, personal de limpieza para las instalaciones sanitarias. La pandemia muestra como inviable lo que siempre fue inviable: expandir el servicio educativo mediante instalaciones inadecuadas, en ruinas muchas veces y sin baños. Incluso reducir el número de alumnos por grupo es una excelente medida no sólo por higiene física sino porque los grupos grandes son un error pedagógico. La cuestión real es ¿cuánto cuesta hacer la reconversión necesaria? Tal es el nudo del problema, el resto es humo.

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