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viernes, 19 abril, 2024
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Nomadland, de Chloé Zhao: tierra de nadie, hogar de todos

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Por: ADOLFO NÚÑEZ J. •

La Gualdra 476 / Cine

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Nomadland (2020), el tercer filme de la realizadora Chloé Zhao, luego de las estupendas Songs my brother taught me (2015) y The rider (2018), parte de ser la constatación de un país cuyo sistema económico falló, al mismo tiempo que se vuelve un detallado y compasivo retrato de aquellos que viven sin un domicilio fijo y que viajan siempre de manera ininterrumpida.

El filme sigue las idas y venidas de Fern (Frances McDormand), una mujer de 61 años que vivió por mucho tiempo en Empire, Nevada, una ciudad corporativa que desapareció después de que la fábrica de yeso local quebrara, esto como resultado de la crisis económica de 2008.

Tras la muerte de su esposo, y habiendo perdido prácticamente todo, Fern decide guardar sus pertenencias en un depósito, comprar una van y recorrer el oeste del país. Así, entre trabajos temporales y espacios abiertos, Fern conocerá a muchas otras personas que igual que ella, tuvieron que dejar todo lo que conocían atrás y acabaron adoptando un estilo de vida nómada.

Tomando esta premisa como principal punto de partida, Zhao plantea un acercamiento naturalista hacia una comunidad poco conocida en Estados Unidos, y que surge como una respuesta dignificante de sus habitantes ante las falsas promesas del sueño americano.

En medio de todo se encuentra Fern, quien, moviéndose entre un lugar y otro, siempre buscando nuevos trabajos, se unirá a distintas personas que transitan por los hermosos paisajes del oeste norteamericano como almas solitarias. En dicho proceso, McDormand interpreta de manera magistral a una mujer que se encuentra al margen de la sociedad y de la existencia misma, anteponiendo su individualidad y viviendo bajo sus propios términos.

La cinta es una suerte de mezcla entre ficción y documental (la mayoría de las personas que la protagonista conoce son nómadas reales interpretándose a sí mismos), que logra captar a la clase trabajadora, personas de bajos recursos “sin casa, pero no sin hogar”, quienes aprenden a subsistir y salir adelante en un país que poco a poco los ha ido relegando.

Con enorme humanismo, sensibilidad y haciendo uso de un preciosismo visual notable, la directora va montando una historia que lejos de seguir una estructura convencional, se va armando en el camino. Dicha narrativa se establece a partir de las reflexiones personales de Fern respecto a lo que ha vivido hasta el momento, así como de las incógnitas sobre lo que le depara el futuro, cuestión que no podría percibirse más acorde a los tiempos actuales.

Con todo, Nomadland no es una visión romantizada de la vida nómada, así como tampoco pretende ser una denuncia condenatoria al capitalismo. La gran virtud del filme de Zhao es que, al fin y al cabo, se trata de un relato sobre conectar con distintas personas a lo largo de una vida, y cómo es que dichas conexiones definen o reconfiguran una identidad propia.

Esto está representado en el viaje de Fern, quien íntegra e impetuosa elige la vida nómada como algo parecido a la libertad, así como una vía para aceptarse a sí misma, entendiendo sus alcances y limitaciones. Ella comprende que su vida es un camino que se mueve todo el tiempo hacia adelante, donde las personas están ausentes, pero jamás desaparecen, permanecen en lugares, en objetos o en su memoria. Al final, el viaje más importante de Fern es la acción de autor reconocerse.

 

 

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