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viernes, 29 marzo, 2024
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Tránsito y felicidad, un documental de la felicidad de trans-femenino

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Por: CARLOS BELMONTE GREY •

La Gualdra 476 / Cine / Desayuno en Tiffany’s, mon ku

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“Desde que me hice la operación me siento feliz. Me siento mujer. Ya hasta pienso y siento como mujer […] Antes, cuando era hombre y estaba casado yo siempre tenía ganas de sexo, y buscaba a mi mujer y ella no estaba disponible. Ahora que soy mujer ya yo tengo ese beneficio, de estar sin ganas e indisponible. Ahora ellos me buscan a mí. Cuando era hombre aprendí las técnicas para ligar, ahora como mujer las conozco y sé cómo ligar […] La primera vez que me metí un dedo para descubrir aquello que me acaban de crear fue una sensación de ouahhh, la sensibilidad una pasada, ahí tenía ya mi clítoris y mi vagina, hasta un himen”, cuenta en diversos momentos Rosa María. Ella es el personaje central del documental Tránsito y felicidad dirigido por Jonas Benarroch y que forma parte de la selección del Festival Visiones de lo Real, en Suiza.

El lector podrá, quizás, darse cuenta que se trata de un documental sobre el proceso, el conflicto y la resolución de una persona trans-género y trans-sexual, que ha completado su transición hacía la feminidad con la operación de una vaginoplastia.

El director catalán acompañó a su amigo de infancia -y luego amiga, ya adultos- en la última etapa de su transición, desde la decisión de operarse hasta su implicación posterior en los movimientos municipales de defensa y reconocimiento público de las personas trans-femeninas y trans-masculinas, y por tanto, en la defensa de nuevas normalidades que rompan con la heteronormatividad.

El documental de 77 minutos pone de relieve la dicotomía de la evidente masculinidad de los rasgos físicos de Rosa María, a pesar de la operación y las hormonas, y la afirmación de un discurso feminizado que al final de cuentas, es el elemento que debería ser determinante en la asignación del género. Por ejemplo:

– Benarroch coloca su cámara constantemente detrás o al costado del caminar de Rosa María en la calle: se trata de una persona de más de 1.80 m. de altura y cerca de 100 kilos, robusta, de caminar fuerte con piernas abiertas, hombros anchos. Daría la impresión de ser un hombre disfrazado.

– Luego en la playa, ella con bikini y completamente desenvuelta, asumiendo la alegría de su cuerpo femenino.

– La voz no ha cambiado, y aunque para Rosa María su cuerpo es femenino y así debería ser tratada su voz sigue siendo masculina, a las críticas que le hacen sobre esto, ella responde que “la voz no la hace hombre ni mujer”.

A esta corporeidad del filme se opone el discurso de asignación de roles femeninos y masculinos: el apetito sexual, la cocina y ganas de cocinar, la limpieza del departamento, la ropa, la sensibilidad, las idas a las estéticas. Es un documental que con la sola voz de su personaje central y el entorno de esta (familia y activismo) muestra el conflicto personal de géneros asignados y creados. Sin embargo, y para concluir con este debate infructuoso por clasificar a la gente, ella misma lo cierra: “Categoría: FELICIDAD. Orientación sexual: no os importa. Pero lejos del estigma social, hemos realizado este documental de la forma más normalizadora posible, sin dramas (los justos), sin penas (las justas), con risas (algunas duraderas) y ninguna forzada”. Un documental que seguramente podremos encontrar en muestras de cine en México, eso esperamos.

 

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