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jueves, 28 marzo, 2024
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Con ellas, hacia un mundo mejor

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Por: Marco Vinicio Flores Guerrero •

El pasado domingo 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, este año bajo el lema “Soy de la generación igualdad: por los derechos de las mujeres”, promovido por la Organización de Naciones Unidas, promotora de la celebración desde 1975.
Al día siguiente, un paro, organizado por agrupaciones feministas, sectores de la sociedad civil, instituciones públicas y privadas, universidades y partidos políticos, dio sustancia al lema de la protesta: El nueve (marzo) nadie se mueve, y semiparalizaron el país.
Ambas fechas ganaron la atención pública y las portadas de todos los periódicos, pero mucho más la marcha dominical, a la que fueron desde niñas hasta ancianas, incluso grupos antagónicos ideológicamente. Las protestas tuvieron buen desarrollo, aunque no faltaron grupúsculos de encapuchadas que hicieron pintas, dañaron mobiliario urbano y en algunas ciudades chocaron con fuerzas del orden.
La Organización de Naciones Unidas convocó el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, a una movilización para eliminar la violencia de género y a favor de la justicia económica, derechos iguales para todos y todas, autonomía sobre los propios cuerpos, derecho a la salud sexual y reproductiva y acciones por la justicia ambiental y el aprovechamiento de la tecnología y la innovación con igualdad.
El paro nacional del día 9, dotado de gran connotación política en los medios de comunicación, particularmente en los electrónicos, el gobierno de la Cuarta Transformación, y el Estado mismo fueron impugnados por las agrupaciones feministas de distintos orígenes, intereses e ideologías.
Ambas conmemoraciones enarbolaron los objetivos propuestos por la ONU y también protestas por la oleada de feminicidios que en México se acrecentaron en los últimos años y en semanas recientes se dispararon a niveles jamás vistos, ante los cuales el Estado y sus gobiernos, desde el nacional hasta estatales y municipales ya no pueden ser pasivos o indolentes, porque los feminicidios no solo agreden a mujeres, sino que hacen víctimas a las familias, a la sociedad y humanamente nos degradan a todos.
En aras de que ambas movilizaciones estimulen reflexiones, verdaderas y trascendentes, rescatamos algunos datos para que todos asumamos el compromiso de erradicar no solo los feminicidios, que requieren máxima atención, sino también reconocer, en la cotidianidad, que la mujer, como contraparte del hombre, merece el más genuino respeto y amor que podamos darle.
Según la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2018 (Enadid), México tiene 124.9 millones de habitantes, de los cuales 51.1% son mujeres, con una relación de 96 varones por cada 100 mujeres. 22 millones 36 mil féminas participan en la economía nacional y representan 40% de la fuerza laboral. Diariamente aportan al circuito productivo 37.7 mil millones de pesos.
No obstante la importancia de su participación en el Producto Nacional Bruto, comúnmente ganan, en promedio, 17% menos que los hombres y la mayoría de los puestos directivos, en los ámbitos público y privado, son masculinos.
El Banco Nacional de Datos e Información sobre casos de Violencia contra las Mujeres (Banavim), informa que Zacatecas ocupa el noveno lugar nacional de mujeres víctimas de violencia. Registra 14 mil 885 expedientes únicos y un total de 15 mil 215 casos, incluidas las víctimas que han denunciado más de una agresión.
El Banco Estatal de Datos Sobre Violencia contra las Mujeres de Zacatecas (Banevim), con informes de la Fiscalía General de Justicia del Estado y del Tribunal Superior de Justicia, indica que desde 2013 hasta mayo de 2019 hubo 64 feminicidios. De estos, 11 en Fresnillo, 9 en Guadalupe y 9 en Zacatecas, municipios que conjuntamente tienen 564 mil 247 habitantes o sea 36% de la población estatal.
Feminicidios son las muertes violentas de mujeres ocurridos bajo la influencia de una cultura discriminatoria, basada en una idea de inferioridad femenina, con fuerte arraigo en estereotipos y roles de género que naturalizan y justifican constantemente las modalidades de la violencia. Estas características definen, de algún modo, el tan arraigado machismo, que lamentablemente no es exclusivo de los mexicanos, pues está presente en la mayoría de las naciones.
Porque en el país, 8 de cada 10 mujeres han sufrido violencia y maltrato en su vida laboral o de pareja, todos estamos obligados a comprometernos a respetarlas y hacer que sean respetadas y nunca menospreciadas o humilladas. Esta conducta, reivindicadora y justiciera debe ser inflexible y permanente desde los hogares, las escuelas, el trabajo y las calles.
Todos, junto con ellas, debemos entender que solo unidos podremos hacer un mundo mejor. ■

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*Director general del Issstezac

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