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viernes, 19 abril, 2024
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La lectura de una obra de arte: el espacio sideral de José Kuri Breña

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Por: Violeta Tavizón •

Debe buscarse en el objeto artístico lo que éste dice, independientemente de las intenciones del autor, y el arte puede estimular a infinitas interpretaciones. En esta estética de la recepción, propuesta por Umberto Eco, menciona que la obra se enriquece a lo largo del tiempo con las interpretaciones que se dan de ella, tiene presente la relación entre efecto social de la obra y horizonte de expectativa de los destinatarios, que la observan a partir de su propia época, lo cual desencadena una hipótesis sobre la naturaleza de la intentio profunda del texto, esto es, la intención del artista.1 Todo expresa algo y es significativo, sin embargo lo simbólico no sólo remite al significado, sino que lo hace estar presente: representa el significado; un símbolo es aquello en lo que se reconoce algo.

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El arte de Kuri Breña es una expresión espiritual de su propia realidad que está plagada de símbolos, es una alegoría que sigue su propio estilo, no pretende romper los paradigmas artísticos o la iconografía de su tiempo, sino que hace una propia.

El artista tuvo tres talleres en su casa, uno grande que estaba en la cochera y donde trabajaba junto a sus ayudantes las obras de mayor dimensión; otro donde además de esculpir, recibía a modelos que posaban ya que el ensayo del dibujo fue algo que nunca dejó y es la columna vertebral que atraviesa su obra; finalmente, su atelier en donde poca gente entraba, éste era un lugar en el que se encerraba horas a trabajar sus piezas más pequeñas.

El escultor Kuri Breña, no se vio limitado por el mármol o la piedra, exploró una gran cantidad de materiales. Cuando tuve la oportunidad de conocer a sus hijos, el señor José Kuri me permitió fotografiar algunas de las obras de su padre que tenía en su casa. Me llamó la atención un bloque de cristal de aproximadamente 40 cm de alto por 50 cm de ancho y 8 cm de espesor. El cristal tiene al menos veinte cortes que le proporcionan luminosidad, brillo y claridad a cada una de las caras. Las figuras están definidas por contornos y líneas que permiten y que provocan en el cristal niveles de profundidad.

A simple vista el espectador puede observar en esta escultura una bóveda celestial en la que se distingue el cinturón imaginario con al menos cuatro símbolos zodiacales. De izquierda a derecha del espectador se observan: Piscis, Sagitario, Tauro y Capricornio. Rodean a estos cuatro signos zodiacales, estrellas de cinco picos que pueden representar ya sea a los astros que invaden el cielo, o al hombre. Así, el artista esculpió su propio espacio sideral y a la mujer dormida, como símbolo de fertilidad y creación. Cabe mencionar que las figuras femeninas fueron una constante en su obra, en este caso se puede leer su presencia como la Madre Tierra, miró en la naturaleza y encontró el arte dentro de ella, y a la mujer como el mejor símbolo para representarla.

En mi propia interpretación considero varias lecturas a partir de la pieza del escultor zacatecano, quien era asiduo lector de diversos temas: la mujer dormida puede ser Gea, deidad griega que representaba la Tierra Madre; sabiendo que Kuri Breña era un seguidor de la cultura oriental, esta escultura puede significar el yin y el yang, como la conexión de lo superior y lo inferior; así también, otra lectura puede ser la representación del reino del sueño, al tener el cinturón imaginario que divide al cielo con sus constelaciones. En una interpretación con tintes más supersticiosos, podemos decir que el escultor nos presenta su idea del universo manifestada en los signos zodiacales, de los cuales representan tres de los cuatro elementos: Piscis – agua, Sagitario – fuego, Tauro – tierra, y Capricornio – tierra.

Cuando conocemos las distintas lecturas de este objeto, entonces podemos decir que Kuri Breña le ha permitido a la piedra “hablar por sí misma”, le ha otorgado un espíritu propio. Los invito a conocer a nuestros artistas zacatecanos, la obra de José Kuri Breña se puede visitar en el Museo Francisco Goitia, el umbral de este espacio museístico es su característico jardín aderezado con una gran escultura de un caracol, otro tema muy recurrente el repertorio iconográfico de Kuri Breña.

 

*Curadora.

 

1 ECO, Umberto, Los límites de la interpretación, Ed. Lumen, Barcelona, 1992, p. 31.

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