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jueves, 18 abril, 2024
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Un rockcito para todos los roles / Blues zacatecano (Conclusión)

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Por: JAIME FLORES GUARDADO •

Euterpe. La Estación Blues

Hablar de esta banda es recorrer los anales de la historia del rock de aquí, en sentido amplio. Los pasados años 70 representaron para los estudiantes y clasemedieros zacatecanos una forma existencial que redundaba en actitudes hipiosas entre el personal; algunos escuchaban folclore latinoamericano, otros a Oscar Chávez o a Serrat y un sinfín de ‘protestosos’; la mayoría se dejaba ir por el ‘look’ de moda, greña larga, pantalones a rayas o ‘jeans’ y playeras acá sicodélicas, otros más colgaban de su hombro un morral o algún otro artilugio que proveyera de imagen ‘locochona’ al aprendiz de roquero, pues la efervescencia del rock chicano se escuchaba hasta en la LK y, de repente, pintas por doquier anunciando a los Dug Dugs y otras bandas que vinieron a principios de la década y, como si lo vientos del norte trajeran al rock aquí, dos tres bandas zacatecanas ya alternaban con una del DF, Trailer, donde el zacatecano Carlos Macías se hacía cargo de la batería. Allí pudiste observar a José Antonio Chew, quien de forma continua entonaba piezas de los Stones o Los Doors con los ‘maquinones’; Víctor Chew Fernández, paseándose inquieto por todos los ‘toquines’, moviendo las manos como si quisiera sentarse a suplir al bataco en turno. “El Guerras” era otro chavo del rol que al poco tiempo ya le estaba dando duro al bajo con los de Máquina; Manuel Denna era parte de la pandilla del barrio, encandilado por la plástica y otro seguidor de la buena música; ‘Arturillo’ Escobedo apareció una década después, era un excelente guitarrista, versátil, de buenas a primeras ya estaba acompañando las parrandas roqueras en el Gallito Bar, La Escondida y los otros donde confluían todos los personajes del rol, conversando sobre el tema obligado, el rock; a un costado, otro aferrado siempre cuchaba las conversaciones –Lorenzo–, quien recuerda el ‘86 como la plenitud de la naciente banda.

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Participaron en la cimentación de la Musa de la música el tecladista José Manuel Pinedo, Pedro Méndez en la flauta transversa, para dar forma junto a Arturo Escobedo en la guitarra, José Manuel Guerra en el bajo y el maestro Víctor Chew Fernández en la batería, a los integrantes originales de Euterpe, que, lo mismo, abrieron a Luzbel que a la Banda Elástica, en los momentos propicios para que el heavy dominara la escena, amén de las introducciones al jazz rock de las bandas de vanguardia. La musicalidad de Euterpe iba en aumento, como intentando sentar sus reales en la música culta e ir incorporando sus propias composiciones ante la sublimación de la audiencia que escuchaba la propuesta como algo innovador en las tendencias metaleras que eran las imperantes en esa época.

El maestro Víctor Chew Fernández, incansable baterista fundador de bandas como Euterpe, Grieta, Al Son de la Negra y otras de carácter formal y experimentalLa falta de recursos para que los organizadores de las tocadas remuneraran de modo económico a los músicos participantes, aunado a los intereses personales por enrolarse en otros proyectos, ocasionaron que la agrupación fuera encaminando sus pasos hacia otros senderos, inclusive cambiando de nombre y de género, pero siempre al mando Víctor Chew Fernández, el incansable baterista que originó la integración de Grieta y Al Son de la Negra, para, posteriormente, dejar esas líneas que se apegaban al rock pop, alternativo y grunge e incorporar su experiencia en el jazz, el rock progresivo y el blues.

A veces en el rock arte, en ocasiones en las armonías libres del jazz fusionado con ritmos latinos o, de plano, en el blues clásico, pero siempre con la idea de armar una agrupación que diera de qué hablar ante la audiencia que seguía la diversidad de vertientes que el rock había tomado desde su origen. La Banda del Callejón fue un buen intento por lograr los anhelos de difusión de la música del alma, y tras un receso en el que ha destacado como músico de alta envergadura, ahora se encuentra dándole de nueva cuenta con una agrupación muy compacta, de excelente técnica en la instrumentación, tocando blues de todos los tiempos, cercando por completo la aspiraciones por una musicalidad que llena los espacios que en las diferentes etapas mantuvieron en la búsqueda.

La Estación Blues. Enrique Cortez en las guitarras y voz, David Rodríguez en el bajo, y el maestro Víctor Chew Fernández en la bateríaLa Estación Blues es la alternativa por un blues de manufactura zacatecana, con Enrique Cortez en las guitarras y voz, un excelente guitarrista, muy limpio, muy técnico, que canta el blues con la misma intensidad que armoniza y que lo hace en la lengua original, aunque le falta un poquito de ese sentimiento que corre por las entrañas para poder trascender los bordes del ‘feeling’ que el ser mismo posee desde el interior. David Rodríguez es un bajista que a leguas se escucha es de la alta escuela; la forma de tocar el instrumento, instintivamente te pasea por los intrincados caminos del jazz blues fussion con esa destreza y capacidad para atraer la atención y el maestro Víctor Chew Fernández, con toda la experiencia que da la constancia y la decisión por tocar la música de sus amores; igual el blues rock, que de repente traslapa con los movimientos libertarios que proporciona el jazz como parte de su formación. Las piezas que conforman el ‘set’ son una tremenda concordancia con las estaciones que han recorrido en el rol de todos los roles.

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