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jueves, 10 octubre, 2024
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Cartografías de un recuerdo

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Por: ÁLVARO LUIS LÓPEZ LIMÓN* •

La Gualdra 636 / Leonardo Carrington / Arte

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El ser humano habita lugares, establece relaciones y experiencias; así el andar de Leonora Carrington prosigue tenazmente su labor interior, habitar el recuerdo para consolidar la conciencia de sí; esta reconfiguración la vemos en obras como The House Opposite.

Esta pintura es un mensaje y la oportunidad de acercarnos a Leonora. Primero, es un recorrido por su infancia, nos muestra el inofensivo deseo de tener a Tártaro —su caballo— para que la lleve a recorrer el universo. Segundo, en la esquina superior derecha las curvas de la figura sugieren un desnudo femenino. Despojarse de la ropa tiene connotaciones de libertad. Tercero, Leonora elimina la fachada del hogar y desnuda la estructura interna del edificio, la casa de muñecas victoriana que expone sus entrañas.

Cuarto, en la cocina del hogar se guisan mágicas recetas. La presencia del caldero que, como la mata de sábila en el vapor de las siete hierbas, confirma el referente alquímico en alusión a los secretos de la hechicería. Misteriosos mundos subterráneos aparecen invariablemente, remitiéndonos a la máxima “como es arriba, es abajo”; como es adentro, es afuera, y su manifestación en los planos físico, mental y espiritual.

Quinto, la casa crece, el deseo se agiganta, la cocina y el desván, ocupan la periferia del núcleo de la casa, en el comedor se ubica –a la cabeza de la mesa– en el lugar preferente, un personaje –ausente– que se expresa en forma de sillón a rayas. El comensal de mayor tamaño ocupa el centro de la escena, se reconoce como de mayor relevancia. La figura femenina –Leonora– se encuentra en plena fase de metamorfosis a punto de convertirse en caballo. Aquí el equino es el verdadero protagonista, extraños personajes ingresan a la sala traspasando la pared y el techo. En el comedor, la mesa se ve dispuesta como para iniciar el ritual de una comida, el empleo de un plato como el que contiene la hostia sagrada y un jarrón similar al del vino bendecido están colocados sobre la mesa como si fuera un altar. Aunque el personaje en el lugar preferente sigue sin comenzar todavía, la compañera de mesa, captada en una flagrante falta de cortesía, come tranquilamente, ignorando las maneras refinadas y burguesas impuestas, propias de una educación esmerada. En este lugar suceden conflictos, se muestra insolencia, apatía y soledad. 

Este escenario invita a la introspección, mirarnos a través del espejo, ir más allá de esa forma de escrutinio que nos ofrece la hipótesis de que hay un “pensar” y un “querer” inconscientes, en el que, como dirá María Laura Sierra, “el sueño se convierte en el cumplimiento (disfrazado) de un deseo (reprimido). Este deseo inconsciente busca el reencuentro con un objeto perdido que ha dejado un rastro imborrable”, que reclama detrás de la sombra, como recuerdo en medio de un sueño, refugio y morada, el deseo de habitar la vida.

 

*Unidad Académica
Estudios de las Humanidades UAZ.

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